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El G-7 debate la futura relación con los talibanes y la llegada de refugiados tras la crisis de Afganistán

Los socios de Estados Unidos redoblan la presión sobre Biden para que prorrogue las operaciones de evacuación de ciudadanos desde el país centroasiático

Una multitud de afganos pretende acceder a las instalaciones del aeropuerto de Kabul, este lunes. En vídeo, caos en el aeropuerto de Kabul tras una semana de ocupación talibana.Vídeo: STRINGER (EFE) / AGENCIAS

La reunión extraordinaria sobre Afganistán que el G-7, bajo presidencia británica, celebrará virtualmente este martes trazará con el tiralíneas de la urgencia el posicionamiento de los siete países más ricos del mundo ante la nueva realidad afgana. El primer punto de la agenda, la evacuación de occidentales y afganos en situación vulnerable, se prestará a debate, ya que el primer ministro británico, Boris Johnson, pedirá al presidente Joe Biden que aplace la retirada de las tropas para poder repatriar al mayor número posible de personas. Francia y Alemania secundan la demanda británica. El propósito del mandatario estadounidense de concluir el operativo el 31 de agosto, si bien abierto a consideración, está siendo objeto en las últimas horas de una creciente presión por parte de los aliados. Biden y Johnson volvieron a hablar por teléfono este lunes, tras un primer contacto la semana pasada.

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Pero más allá de lo urgente está lo importante, como la gestión del nuevo flujo migratorio desencadenado por la huida de miles de afganos, como ha subrayado este lunes el ministro de Exteriores alemán, Heiko Maas; una realidad que preocupa a las cancillerías europeas, temerosas de una nueva crisis de refugiados como la de 2015. No obstante, el asunto que más preocupación concita, y aparentemente el más difícil de responder, es cómo abordar la relación con los nuevos gobernantes de Kabul. ¿Interlocución en casos concretos o un posible reconocimiento formal del régimen? Los contactos que EE UU asegura mantener con los barbudos para permitir el acceso al aeropuerto de Kabul de quienes van a ser evacuados chocan de plano con la advertencia formulada hoy por los talibanes de que habrá consecuencias si EE UU no abandona definitivamente Afganistán el 31 de agosto.

Por eso Londres, como anfitrión de la reunión, pretende que el G-7 encare de manera integral la futura relación de Occidente con los talibanes, a la que no será ajeno el papel de China y Rusia como interlocutores de peso en la región. El Reino Unido está trabajando con Francia en un proyecto de resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU que podría salir adelante si cuenta con el apoyo de Pekín y Moscú, según el diario Financial Times. El borrador, que aborda cuestiones como la lucha antiterrorista, para evitar que Afganistán vuelva a ser un refugio de yihadistas, y la ayuda humanitaria -cuando la comunidad internacional ha cortado amarras económicamente con el país centroasiático-, planteará también los términos de esa nueva relación desigual con los talibanes. Dominic Raab, titular de Exteriores británico, subrayó este domingo el papel clave de Rusia y China y la conveniencia de contar con su “influencia potencialmente moderadora” sobre Kabul, “por incómodo que resulte” para Occidente.

El hecho de que los talibanes adviertan a Washington de que no tolerarán un retraso en la retirada es considerado por algunos como una puja, cuando no un chantaje, en busca de beneficios o, ulteriormente, del reconocimiento formal. Respecto a esta última eventualidad, tanto Washington como Londres insisten en que se actuará según el comportamiento de los barbudos. Voces en el seno del Ejecutivo británico subrayan que, retos perentorios al margen -aquellos en que está en juego la integridad física de miles de personas-, el quid de la cuestión es el diálogo con los talibanes. “Todo el mundo debe tener claro que esto no es solo una discusión entre los líderes del G-7 mañana [por este martes], es una discusión con los talibanes”, ha recalcado hoy el secretario de Estado británico de las Fuerzas Armadas, James Heappey. En el mismo sentido se ha manifestado Berlín. La cita del G-7 permitirá “acordar el enfoque hacia los talibanes o hacia el futuro Gobierno afgano, cuáles deben ser las exigencias hacia ellos, y quizás incluso alcanzar una línea común”, declaró hoy el portavoz del Ejecutivo en Berlín.

“Los talibanes tendrán que elegir: pueden intentar comprometerse con la comunidad internacional y demostrar que quieren formar parte del sistema, o darse la vuelta y decir que no hay oportunidad para una prórroga” de las labores de evacuación, abundó Heappey. El Reino Unido no se plantea permanecer en Afganistán tras la marcha de EE UU, según el titular de Defensa, Ben Wallace, habida cuenta de la escalada violenta en torno al aeropuerto de Kabul. “No creo que haya ninguna posibilidad de quedarse después [de la salida] de Estados Unidos. Si su programa se prolonga aunque sea un día o dos, eso nos dará uno o dos días más para evacuar a la gente”, afirmó Wallace este lunes.

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Londres también estudia proponer a sus aliados la adopción de nuevas sanciones contra los talibanes, según fuentes citadas por la agencia Reuters. Biden secundaría la iniciativa en función de la actitud de las nuevas autoridades de Kabul; también el primer ministro canadiense, Justin Trudeau. Tras su inicial mutismo, el presidente de EE UU ha mantenido durante la última semana contactos bilaterales con sus socios del G-7, el británico Johnson, la canciller alemana, Angela Merkel; el presidente francés, Emmanuel Macron, y el primer ministro italiano, Mario Draghi. Trudeau contactó telefónicamente hace una semana con la antigua secretaria de Estado Hillary Clinton, en una llamada que suscitó críticas entre la oposición conservadora por el nivel de la interlocución.

Johnson se compromete a dar asilo a 20.000 afganos

El Gobierno de Boris Johnson ha prometido dar asilo a 20.000 afganos considerados vulnerables como mujeres, niñas y cooperantes, en un programa que se extenderá a lo largo de cinco o seis años. El objetivo es dar cobijo en el Reino Unido a unos 5.000 refugiados en el primer año de su puesta en marcha. Londres había evacuado a más de 6.000 personas desde el aeropuerto de la capital afgana hasta este lunes por la mañana.

Johnson tratará de obtener el consenso sobre una estrategia “a largo plazo” en Afganistán en la reunión de líderes del G-7.

“Nuestra prioridad es completar la evacuación de nuestros ciudadanos y de los afganos que han contribuido a nuestros esfuerzos durante los últimos 20 años, pero a medida que apuntamos hacia la próxima fase, es vital que nos unamos como comunidad internacional y acordemos un enfoque conjunto a largo plazo”, señaló el mandatario conservador este lunes.

Johnson, que detenta la presidencia de turno del bloque, extendió la invitación para asistir al evento virtual a los secretarios generales de Naciones Unidas y de la OTAN, António Guterres de Oliveiras y Jens Stoltenberg, respectivamente.

Johnson busca el compromiso de los dirigentes de Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia, Japón y Canadá en asistencia humanitaria y acogida de refugiados a fin de “proteger sus derechos humanos y contribuir a la estabilidad de la región”. El Gobierno conservador recortó este año el presupuesto en ayuda al desarrollo exterior para hacer frente a la crisis de la pandemia del coronavirus, pero ha garantizado una inyección de 286 millones de libras (unos 330 millones de euros) en programas destinados a la región.

“Junto a nuestros socios y aliados continuaremos utilizando todas las palancas humanitarias y diplomáticas para salvaguardar los derechos humanos y proteger los logros de las dos últimas décadas”, subrayó este lunes el primer ministro.

Johnson hará hincapié en que el régimen talibán “será juzgado por sus hechos, no por sus palabras” respecto a la ciudadanía —en particular las mujeres y niñas— y en sus relaciones con individuos y organizaciones islamistas radicales, como Al Qaeda. En sus recientes conversaciones con dirigentes de la región, desde Pakistán a Qatar, el jefe del Gobierno británico insistió en la urgencia de que los talibanes formen un Gobierno inclusivo en Kabul.

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