Dirigentes opositores venezolanos regresan del exilio
El chavismo, interesado en fomentar la presencia de la disidencia en las elecciones regionales, tolera el regreso
La tregua que conllevan las negociaciones en el chavismo y la oposición en México está alentando el regreso a Venezuela de dirigentes opositores que permanecían en el exilio. El Gobierno de Nicolás Maduro está permitiendo su regreso por el calentamiento del panorama electoral ante los comicios de gobernadores y alcaldes que se celebrarán en noviembre y el desgaste de la estructura creada por Juan Guaidó. La gracia, sin embargo, no abarca ni de lejos al grueso de la dirigencia opositora en el exilio.
La vuelta al país de estos políticos, sin apenas ruido, ha sido tolerado por el propio Gobierno de Nicolás Maduro, interesado en estos meses en fomentar la participación electoral de la oposición y en debilitar la agenda de Guaidó.
De vuelta en Venezuela se ha visto a Enzo Scarano, judicializado por el chavismo en 2017, y que hoy aspira a la gobernación del Estado Carabobo; Juan Miguel Matheus, diputado, secretario de doctrina de Primero Justicia y redactor del Estatuto de Transición que fundamenta la Presidencia Interina de Guaidó desde la Asamblea Nacional; José Manuel Olivares, responsable del gobierno interino para la atención a la emergencia humanitaria y Tomás Guanipa, secretario general de Primero Justicia, quién hasta hace poco se desempeñó como embajador de la representación de Guaidó en Colombia.
Un poco antes había regresado Américo de Grazia, militante de la Causa Radical, un aguerrido diputado que denunció la anarquización de las zonas mineras del sur del país y la presunta complicidad del Gobierno de Maduro en estos hechos. De Grazia se ha distanciado de su partido y se ha lanzado como candidato a la gobernación del Estado Bolívar.
Estos dirigentes estuvieron vinculados a la presidencia interina que decretó Juan Guaidó, con ayuda de la comunidad internacional, al asumir la directiva de la Asamblea Nacional en 2019, momento en el cual se impugnó la reelección de Nicolás Maduro como presidente en 2018. Hoy se mantiene como opositores al chavismo, pero han movido sus posiciones con respecto a hace dos años.
“Me cansé de escuchar que todas las opciones estaban sobre la mesa”, declaró José Manuel Olivares –aludiendo unas declaraciones de Donald Trump sobre Venezuela–, mientras efectuaba un recorrido como precandidato por pueblos costeros del Estado Vargas. También De Grazia ha tomado distancia, cuestionando “el mantra de la oposición”, en relación al “fin de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres” que promulga Juan Guaidó y que alguna vez hizo suyo. El líder opositor ha invitado a la población a emprender objetivos realizables para mejorar su calidad de vida. “He regresado al país. Para quienes tenemos una etiqueta del régimen esto siempre representará un riesgo. Pero aquí estamos, por nuestro partido y por Venezuela”, escribió, por su parte, Tomás Guanipa en un tuit.
El sociólogo, escritor y analista político, director de la ONG de Derechos Humanos Provea, Rafael Uzcátegui, asegura que “se trata de asumir que el problema venezolano no se va a resolver en el corto plazo: el exilio perderá influencia con el paso del tiempo. Al Gobierno le interesa pasar la página de las presidenciales de 2018, que fueron tan criticadas, y simular que hay una oposición leal que puede hacer política dentro de Venezuela”.
El historiador y analista político, Pedro Benítez, sostiene que “Maduro quiere enviar señales en el marco de la negociación para que le levanten las sanciones a su régimen, necesita que la economía mejore para una nueva reelección”. “Aunque es positivo, el regreso de estos líderes le complica el panorama a la oposición para los acuerdos unitarios, que son necesarios para enfrentar al chavismo en la elección de gobernadores y alcaldes”, añade.
La decisión de participar en las elecciones regionales está tomada en casi todos los partidos de la oposición, pero no ha sido anunciada ni razonada por ningún dirigente. Sin un discurso marco, proliferan ahora en el campo democrático candidaturas espontáneas en todos los municipios y Estados, lo que genera preocupación ante la posibilidad de ensamblar un frente unitario. La dispersión de esfuerzos se puede traducir en un aparatoso fracaso.
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