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El líder de un grupo de bielorrusos en el exilio, hallado ahorcado en un parque de Ucrania

La policía de Kiev investiga si la muerte de Vitali Shishov, que desapareció el lunes tras salir a correr, se trata de un asesinato camuflado de suicidio

Javier G. Cuesta
Madrid -
Vitaly Shishov
El activista Vitali Shishov, en una imagen sin fecha cedida por la organización en la que trabajaba en Ucrania.AP

El disidente bielorruso exiliado Vitali Shishov, de 26 años, fue hallado muerto este martes en un parque de Kiev, la capital de Ucrania, cerca de su residencia, un día después de que fuera denunciada su desaparición. Aunque su cuerpo se encontraba colgado de un árbol en un aparente ahorcamiento, la policía ucrania investiga la pista del asesinato y posterior suicidio simulado. El activista, que presentaba además varias heridas en su cuerpo, era el fundador de la Casa de Bielorrusia en Ucrania (BDU en sus siglas en bielorruso), una de las diferentes organizaciones creadas en Ucrania por exiliados para ayudar a las decenas de miles de ciudadanos que han huido de sus hogares por la represión del régimen de Aleksander Lukashenko tras los comicios de agosto de 2020.

Un año después del inicio de las protestas multitudinarias contra más de 25 años de gobierno de Lukashenko, la comunidad bielorrusa disidente vive con temor ante el goteo de sucesos ocurridos en torno a sus representantes. La muerte de Shishov se produjo 24 horas después de que la atleta bielorrusa Kristsina Tsimanuskaia se negase a regresar a su país desde Tokio por miedo a represalias y fuera acogida por las autoridades polacas.

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La investigación llevado a cabo por las autoridades ucranias no descarta ninguna hipótesis. Se ha abierto una causa penal que contempla el asesinato premeditado, disfrazado posteriormente de suicidio. Shishov abandonó su casa el lunes a las 8.58 para hacer deporte. Tras pasar varias horas sin saber nada de él, su novia avisó a la policía. El cadáver fue hallado en la madrugada del martes. Horas después, el jefe de la policía de Kiev reveló los siguientes detalles: el cuerpo presentaba abrasiones en la nariz, la rodilla izquierda, el pecho y un labio, que, según los expertos, pueden atribuirse a una caída.

Las autoridades ucranias desmintieron que el fallecido hubiera pedido protección ante un supuesto seguimiento, como aseguró en primera instancia su organización. Por su parte, el portal de investigación Bellingcat, especializado en el seguimiento de las operaciones de los servicios secretos rusos, anunció que centrará todos sus recursos en indagar en este caso porque días antes había recibido información sobre una supuesta infiltración del FSB (antes KGB) entre los exiliados bielorrusos.

Vitali Shishov abandonó su país en otoño de 2020 y puso rumbo a Kiev. Aunque otros países como Lituania y Polonia también ofrecieron visados humanitarios a bielorrusos disidentes, gran parte del exilio se concentró en Ucrania, con menos trámites para la entrada. Allí surgieron organizaciones de ayuda a los refugiados como Centro Bielorrusia Libre y la organización de Shishov.

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Esta última ha sido relacionada por medios bielorrusos con un miembro de la formación ultraderechista Azov, uno de los batallones de voluntarios ucranianos de la guerra en el Donbass. Su llamada a movilizarse como en el Maidán ucranio, así como sus críticas a la líder opositora Svetlana Tijanóvskaya, han suscitado el recelo de algunos bielorrusos que temen el surgimiento de un posible radicalismo dentro de la oposición.

La muerte de Shishov fue recibida con consternación en los chats de las ONG, y rápidamente convocaron varias manifestaciones en recuerdo y repudio por su muerte. A la espera de aclararse este suceso, los bielorrusos tienen frescos otros incidentes ocurridos con más activistas en los últimos tiempos. Hace justo cinco años, en julio de 2016, fue asesinado en Kiev con un coche bomba el periodista opositor Pavel Sheremet. El 23 de mayo de este año fueron detenidos los disidentes Roman Protasevich y Sofia Sapega tras el secuestro de un avión de Ryanair en el espacio aéreo bielorruso.

También el pasado mayo tuvo lugar la sospechosa muerte del opositor Vitold Ashurok, que cumplía una condena de cinco años en Bielorrusia. Su familia no tuvo acceso a él durante días y solo fue avisada tras su fallecimiento por un supuesto infarto. Ashurok fue enterrado con una venda en la cabeza; las autoridades dijeron a sus seres cercanos que los golpes se debían a la caída del cadáver en la morgue.

“Asistimos hoy a las consecuencias de la ausencia de una investigación adecuada y efectiva del crimen de Sheremet”, advirtió en un comunicado el Centro Bielorrusia Libre, que cree que pide a las autoridades de Ucrania que vigile “la intromisión” en el país de grupos dedicados a “actividades subversivas por motivos políticos”. “Existe una alta probabilidad de que este crimen se haya cometido para intimidar y desmoralizar a los activistas bielorrusos que encontraron refugio en Ucrania”, manifestó esta organización.

Unas horas antes de la desaparición de Shishov y en otra muestra del clima de represión impuesto por el régimen de Lukhasenko, la atleta olímpica Kristsina Tsimanuskaia encontraba refugio en la Embajada de Polonia en Tokio. La deportista denunció un intento de llevarla de vuelta a Minsk por la fuerza tras criticar a su delegación y el comité olímpico bielorruso. El propio Lukashenko amenazó a todo el grupo antes de viajar a participar en los Juegos con que “sería mejor no volver” si no ganaban. El domingo se filtró una conversación de 19 minutos entre la deportista y dos funcionarios de la comitiva olímpica bielorrusa en la que la amenazaban de muerte si no regresaba a su país. “Tu orgullo dice que no lo hagas, probablemente estás bromeando, pero [el orgullo] te llevará al infierno. Desafortunadamente, así es como terminan los casos de suicidio”, se escuchaba en la grabación.

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