EE UU evalúa si tiene “capacidad tecnológica” para restablecer el internet bloqueado por el Gobierno cubano
El presidente Biden califica la isla de “estado fallido” y señala que está dispuesto a enviar vacunas si una agencia internacional lo administra
La Administración estadounidense está evaluando si tiene la capacidad tecnológica para restablecer la conexión a internet en Cuba, que el régimen ha cortado tras las movilizaciones del pasado domingo, según afirmó este jueves el presidente, Joe Biden, durante una rueda de prensa en la Casa Blanca con motivo de la visita de la canciller alemana, Angela Merkel.
Biden calificó Cuba de “estado fallido” que está “reprimiendo a la población” y explicó que Washington está dispuesto enviar vacunas al país caribeño para aliviar los padecimiento de la población, pero solo con la garantía de que una agencia internacional gestione la distribución. En la misma línea de desconfianza hacia el régimen, explicó que no autoriza el envío de remesas por el riesgo de que las autoridades las confisquen.
“Han cortado el acceso a Internet, estamos considerando si tenemos la capacidad tecnológica para restaurar ese acceso”, señaló Biden. El presidente fue preguntado por su opinión sobre el socialismo, término que en Estados Unidos se asocia al comunismo, aunque el ala izquierda del Partido Demócrata defiende a veces en su versión democrática. “El comunismo es un sistema fallido y no creo que el socialismo sea un sustituto muy útil, pero esa es otra historia”, respondió. Por otra parte, descartó enviar tropas a Haití, otro país con graves turbulencias tras el asesinato de su presidente, más allá de los efectivos necesarios para proteger la embajada. “No está en la agenda”, dijo, pese a que el Gobierno interino lo ha pedido para evitar el caos en el país.
Washington y Berlín abrían este jueves una nueva etapa de su relación con la visita de Merkel a la Casa Blanca. Se trata de la primera con Joe Biden como presidente de Estados Unidos y, muy probablemente, la última de Merkel al frente de la gran potencia europea, pero, a pesar de esa sensación de eventualidad, el marco en el que ambos países se van a desenvolver ha quedado dibujado. Sin las tiranteces de trato de su predecesor, el republicano Donald Trump, Biden aprovechó el encuentro para pedir a Alemania más mano dura ante China y para reiterar su preocupación por el proyecto de gaseoducto Nord Stream 2, que aumentará notablemente la dependencia energética de los germanos respecto a Rusia.
Las discrepancias sobre el gasoducto que va de Rusia a Alemania resultaron explícitas. Merkel reconoció que ambos países tienen “visiones diferentes” y Biden resaltó la necesidad de impedir que el Kremlin utilice “la energía como arma” respecto a los países vecinos. Respecto a China, otro asunto en el que estos dos países difieren -Berlín opta por un tono más pragmático ante la escalada autoritaria de Pekín-. Merkel aseguró que tanto Alemania como Estados unidos comprenden que la potencia asiática “es un competidor” y aseguró que siempre levantarán la voz ante las violaciones de derechos humanos.
Merkel, de 66 años, y Biden, de 78, se sentaron en el Despacho Oval pasadas las dos de la tarde (hora de Washington) y se dedicaron palabras cordiales. El presidente estadounidense, que recordó sus citas previas en la cumbre del G7 y la OTAN el pasado junio, calificó a la canciller de “amiga personal” y “amiga de Estados Unidos”. Merkel, por parte, expresó su deseo de “profundizar la relación de nuevo”. Merkel ha trabajado con hasta cuatro Administraciones: las de dos republicanos, George W. Bush (2001-2009) y Donald Trump (2017-2020), y las de dos demócratas, Barack Obama (2009-2017) y Joe Biden, que comenzó su presidencia este enero. Con ninguna mantuvo una relación tan agitada como con Trump, pese a los desencuentros con Bush sobre la guerra de Irak y sobre la prisión de Guantánamo.
La jornada comenzó con una de esas imágenes que reflejan la evolución de la historia. Merkel fue recibida por la vicepresidenta, Kamala Harris, en el Observatorio Naval, la residencia oficial de los números dos del Gobierno de los Estados Unidos. “Estoy encantada por esta oportunidad de reunirme con la primera señora vicepresidenta de los Estados Unidos de América y creo que cooperaremos muy bien a la hora de impulsar nuestros valores”, dijo la canciller. Un instante antes, Harris le había dado la bienvenida destacando su “extraordinaria carrera”.
No había que esperar esta vez que el presidente norteamericano califique a Alemania de “cautiva” de Rusia, como hizo Trump hace tres años en una cumbre de la OTAN sentado a la vera de la propia Merkel. Pero el controvertido gaseoducto sigue preocupando en Washington y así se lo expresará el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Biden decidió dejar sin efecto las sanciones relativas a esta infraestructura para dar una oportunidad a la diplomacia trasatlántica en la búsqueda de una solución, pero nadie esperaba esta semana en Washington que este jueves se pudiese anunciar algún acuerdo. La primera muestra del cambio de ciclo en la política hacia Berlín fue la decisión de parar la retirada de los 12.000 soldados estadounidenses desplegados en suelo alemán, que había dispuesto Trump como castigo por lo que calificaba de bajas contribuciones a la OTAN.
El presidente también abordó con Merkel las crecientes amenazas a la ciberseguridad. Washington ve responsabilidad en Moscú no solo por las operaciones de espionaje informático que atribuye al Kremlin, sino por la actividad de cibercriminales que se dedican a penetrar en sistemas de empresas para secuestrar la información y pedir rescates económicos por devolverla (ataques ransomware). Biden se despidió de Merkel con elogios. “Le echaré de menos en las cumbre”, dijo.
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