Bruselas y Washington sellarán la reconciliación con una intervención de Biden en la cumbre europea
El primer contacto del presidente estadounidense con la UE llega apenas dos meses después de asumir el cargo y anticipa una relación mucho más estrecha que con Trump
La Unión Europea y Estados Unidos sellarán este jueves su reconciliación definitiva después de los cuatro años de desencuentros durante la era de Donald Trump. El nuevo presidente de EE UU, Joe Biden, ha aceptado la invitación del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, para intervenir en la primera jornada de una cumbre europea que se prolongará hasta el viernes. El reencuentro será necesariamente por pantalla interpuesta, como tantas citas internacionales desde que en marzo de 2020 se declaró la pandemia de covid-19. Pero en Bruselas se interpreta como un caluroso gesto de amistad transatlántica que marca el inicio de una nueva etapa.
“El medio es el mensaje”, señala una fuente diplomática parafraseando al célebre teórico de la comunicación Marshall McLuhan. La invitación de Michel y la aceptación de Biden son “una señal de Bruselas y de Washington sobre la importancia de la colaboración entre la UE y EE UU”, añade la misma fuente.
La breve intervención de Biden (prevista a las 20.45 del jueves, hora peninsular española) coincide con la presencia en la capital europea del secretario de Estado de EE UU, Antony Blinken. Y llega poco después de que el enviado de la Administración estadounidense para el clima, John Kerry, fuera recibido con alfombra roja en la Comisión Europea. La renovada atención de Washington hacia sus aliados europeos contrasta con la indiferencia rayana en el desdén del anterior presidente, Donald Trump. E incluso se aleja de la actitud del predecesor demócrata de Biden, Barack Obama, cuyos intereses se concentraron en el Pacífico, sobre todo, durante su primer mandato.
“Sabemos que nuestro regreso despierta una gran expectación”, ha señalado Blinken en Bruselas tras asistir este martes y miércoles a la reunión de ministros de Exteriores de la OTAN. “Nos alegra”, ha añadido Blinken. Y ha asegurado que “EE UU está comprometido con la Alianza, ahora y en el futuro”. “He venido a Bruselas para consultar con nuestros aliados porque tenemos la intención de trabajar con ellos y nuestros socios en todo momento y lugar que podamos”, ha destacado.
Las dos partes reconocen que esta nueva sintonía no supone una coincidencia total ni el final de posibles roces comerciales o disputas diplomáticas. Las propias campañas de vacunación para contener la pandemia están generando ciertas tensiones ante el riesgo de que el proteccionismo estadounidense golpee a la producción europea. El comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, trabaja desde hace semanas con la Administración de Biden para garantizar que las cadenas transatlánticas de suministro se mantienen abiertas y fluidas en el sector farmacéutico.
Washington tampoco disimula su rechazo a la construcción del gasoducto Nord Stream 2, impulsada por el Gobierno de Angela Merkel en cooperación con la Rusia de Vladímir Putin. “Alemania es uno de nuestros estrechos aliados, pero tenemos una discrepancia real en cuanto al Nord Stream 2; no es un secreto para nadie”, ha reconocido Blinken, que ha recordado que para Biden, como antes para Trump, “el gasoducto es una mala idea”. Washington, como muchos países europeos, teme que la nueva tubería a través del Báltico refuerce la dependencia europea del gas ruso.
Entre algunos países europeos, en cambio, inquieta la beligerancia de Biden tanto contra Rusia como China. El presidente de EE UU propuso durante la campaña electoral la convocatoria de “una cumbre de democracias” que, según sus críticos, podría acabar en una división global entre distintos regímenes políticos. “La dinámica confrontacional y de enseñar los dientes es peligrosa”, señala una fuente comunitaria.
Bruselas cree que ese choque geoestratégico podría arrojar a la Rusia de Putin en brazos de la China de Xi Jinping, un acercamiento que ya se había iniciado y que podría acelerarse en el nuevo escenario. La misma inquietud anida en el lado estadounidense del Atlántico.
En un reciente informe estratégico publicado por el centro de estudios Atlantic Council, el autor defiende que “EE UU debe reequilibrar su relación con Rusia, le guste o no le guste”. Y advierte que el haber permitido el acercamiento de Moscú hacia Pekín durante la última década “quedará como el mayor error geoestratégico de las sucesivas Administraciones estadounidenses”. El artículo se ha comparado con el llamado “largo telegrama” del diplomático George Kennan que a partir de 1946 marcó la política de contención y convivencia vigilante de EE UU con la URSS. De manera excepcional, Atlantic Council ha aceptado publicar el artículo sin revelar la identidad del autor, “dada la extraordinaria importancia de sus apreciaciones y recomendaciones”.
Fuentes europeas también desconfían de la posible emergencia de una alianza de democracias. “Lo que necesitamos es una cumbre sobre la democracia, porque nuestras democracias también tienen problemas, como hemos visto sin ir más lejos en EE UU, y necesitamos reformarlas y fortalecerlas”, apunta una fuente diplomática.
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