Una colaboradora en activo de Cuomo se suma a la lista de mujeres que le acusan de acoso sexual
El gobernador de Nueva York es objeto de tres investigaciones diferentes
Poco ha durado el paréntesis de silencio informativo en torno al gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, y las acusaciones de acoso sexual que amenazan con arruinar su carrera política. Tras el rosario de denuncias de excolaboradoras de su Gabinete, una ayudante que aún trabaja para él ha sido la última mujer en sumarse al coro de voces que denuncian abusos verbales y comportamiento inadecuado por parte del veterano político demócrata, en su tercer mandato consecutivo.
Según informa el diario The New York Times, Alyssa McGrath es la primera colaboradora en activo del gobernador que da un paso al frente ― como habían pedido sus excompañeras, para romper la supuesta ley del silencio imperante en Albany, la sede del Gobierno estatal ― y denuncia públicamente los supuestos excesos de Cuomo. Estos habrían consistido en preguntas demasiado personales, de tipo íntimo (por ejemplo, por la ausencia de alianza matrimonial o acerca de los trámites de su divorcio), en dedicarle piropos en italiano o mirar su pecho fijamente mientras hacía comentarios sobre el colgante que la mujer llevaba puesto.
La abogada de Cuomo, Rita Galvin, ha explicado al diario que Cuomo “ha saludado a hombres y mujeres con abrazos y un beso en la mejilla, la frente o la mano”. “Sí, ha posado para fotografías con el brazo alrededor de sus hombros. Sí, usa frases en italiano como ciao bella”, ha agregado la abogada del político italoamericano. “Nada de esto es excepcional, aunque pueda ser anticuado”, dijo Galvin. El propio acusado ha admitido en dos ocasiones que su comportamiento ha podido ser “malinterpretado”, pero que nunca ha pretendido incomodar a nadie.
Mientras prosigue la investigación del Estado de Nueva York sobre las acusaciones formuladas por las mujeres, el testimonio de McGrath, de 33 años, confirma el supuesto patrón de comportamiento de Cuomo, de 63 años, en su abordaje a sus colaboradoras, todas ellas varias décadas más jóvenes. Con siete testimonios en su contra -aunque no se hayan formulado como denuncias formales-, el gobernador ha reiterado al menos en tres ocasiones que no tiene intención de dimitir ni de ceder a la “cultura de la cancelación”, una forma de acusación grupal y pública de comportamientos degradantes popularizada a raíz el movimiento MeToo. También ha recalcado que está en la diana porque no pertenece al “club político”, una afirmación que ha sido motivo de hilaridad al salir del hijo de un antiguo gobernador del Estado, a cuya sombra se inició en la política siendo casi un adolescente.
Algunas de las denunciantes continúan en el anonimato, pero las tres con mayor exposición pública hasta ahora han sido llamadas a declarar por los responsables de la investigación, que también están analizando si los altos funcionarios del Gobierno estatal permitieron el comportamiento de Cuomo, cómo la administración gestionó las denuncias y si tomó medidas para intimidar a quienes le acusaban, según las mujeres y sus abogados. De una de ellas, el círculo más afín a Cuomo ha filtrado en los últimos días documentos confidenciales que revelarían quejas de algunos subordinados y sobre su trabajo, así como su cercanía a conspicuos trumpistas. La maniobra de distracción ha sido objeto de críticas por parte del cada vez más abundante coro demócrata que pide la renuncia del gobernador o que sea sometido a un impeachment.
Incluso el presidente Joe Biden, que en un primer momento había pedido dejar trabajar a los investigadores antes de formular una opinión al respecto, señaló en una entrevista televisiva el pasado fin de semana que el gobernador debe dimitir sin ninguna duda si la investigación confirma los hechos. Biden también dijo que las acusaciones en su contra parecen serias.
En poco menos de un año, Cuomo ha pasado de héroe nacional de la lucha contra la pandemia -la antítesis de Trump, por su empeño en los datos y la transparencia informativa- a un paria de la política y de su propio partido, el demócrata. Las mujeres que le acusan lamentan también un estado de cosas en Albany proclive a la cosificación femenina, como la obligatoriedad, para hacer carrera, de lucir tacones y maquillaje, propiciada por el gobernador y su entorno. También una omertá o ley del silencio sobre algo más amplio que las tentativas de acoso sexual: sobre el abuso de poder en sí mismo.
De hecho la última denunciante relata su conversación con una excolaboradora cuyo caso está siendo investigado por la policía de Albany por si pudiera ser constitutivo de delito, al existir tocamiento. McGrath ha declarado al New York Times que esta joven, compañera suya de trabajo, le contó cómo Cuomo le tocó los pechos tras convocarla una noche a su residencia para solucionar una avería del móvil. “Se quedó helada cuando le empezó a hacer eso”, contó McGrath. “Pero, ¿a quién se lo vas a decir?”.
El gobernador ordenó supuestamente a la joven que no hablara del incidente, añadió McGrath, para quien la actitud del gobernador, sus charlas insinuantes y comentarios personales, pueden traducirse como acoso sexual. Cuomo también fomentaba la competitividad entre las empleadas de su gabinete, dijo la mujer.
Las acusaciones de acoso sexual han hecho que una larga lista de compañeros de partido de Cuomo le hayan dado la espalda y hayan pedido su renuncia, mientras que tanto la fiscal general de Nueva York, Letitia James, como el comité judicial de la Asamblea Legislativa Estatal están llevando a cabo sendas investigaciones, la última de las cuales abre teóricamente la vía a un juicio político en su contra. En paralelo, hay otra investigación en curso, a cargo del FBI y de un juez de distrito de Nueva York, sobre el supuesto falseo de las cifras de ancianos muertos por coronavirus en las residencias del Estado.
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