Muere el periodista colombiano Herbin Hoyos, creador del programa radial ‘Las voces del secuestro’
El comunicador dirigió por cerca de 20 años el programa donde los familiares mandaban mensajes a los secuestrados en Colombia
El periodista y activista colombiano Herbin Hoyos, creador del programa radial Las voces del secuestro, ha muerto este martes por complicaciones respiratorias derivadas del coronavirus, según ha confirmado su familia. Hoyos, de 53 años, permanecía internado desde enero en la Clínica Shaio de Bogotá. Era recordado por dirigir durante cerca de dos décadas el espacio de Caracol Radio al que acudían de madrugada los familiares de personas secuestradas, muchas veces mantenidas en cautiverio por las guerrillas en las profundidades de la selva, para enviarles mensajes de aliento a sus seres queridos.
El propio Hoyos sufrió en carne propia el drama del secuestro en 1994, cuando la extinta guerrilla de las FARC lo mantuvo 17 días en cautiverio, y en 2009 tuvo que refugiarse en España ante las amenazas de los insurgentes. Periodista de la Universidad Complutense de Madrid, fue reconocido con el Premio Ondas en ese año y Las voces del secuestro llegó a emitirse por la Cadena SER. El secuestro marcó su carrera como reportero y conductor. En los últimos años se había convertido en una suerte de activista contra las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, hoy desarmadas y convertidas en un partido político, así como representante informal de un sector radicalizado de víctimas del conflicto armado de más de medio siglo.
Sus campañas lo acercaron al uribismo, el movimiento conservador creado en torno al exmandatario Álvaro Uribe (2002-2010), mentor político del presidente Iván Duque y férreo opositor a los diálogos con las FARC. El comunicador incluso fue una suerte de portavoz de los fallidos esfuerzos para derogar la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), surgida de los acuerdos que selló el Gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018).
“Duele la muerte de nuestro amigo, el periodista Herbin Hoyos. Luchador incansable por la libertad y valiente denunciante de atrocidades del terrorismo” expresó en su cuenta de Twitter el presidente Duque. “Su legado en contra del secuestro estará vivo para siempre. Gran periodista; extraordinario ser humano. Acompañamos a su familia”, señaló el mandatario como parte de una sucesión de mensajes de colegas y figuras públicas para lamentar su muerte.
“Ha fallecido un campeón de la libertad”, lo secundó el expresidente Uribe, “un protector inigualable de la ciudadanía martirizada por el narco terrorismo secuestrador”. El Centro Democrático, el partido de Gobierno fundado por el exmandatario, manifestó en un comunicado que Hoyos fue “un héroe en la vocería de las víctimas del secuestro y de sus familias. Siempre adelante en la denuncia de los atropellos del ELN, de las FARC y de la delincuencia común. Siempre adelante en la búsqueda de una paz sin impunidad”.
Las voces del secuestro adquirió gran notoriedad al comienzo del siglo, cuando el tema estaba en el tope de la agenda pública tanto por los numerosos secuestros extorsivos por parte de distintos actores armados como por los prolongados plagios de políticos perpetrados por las FARC –entre ellos el de Ingrid Betancourt–. Esa estrategia se intensificó en el ocaso del gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002), tras las fallidas negociaciones de El Caguán. Las familias de secuestrados que pasaron largos años en cautiverio presionaron al Ejecutivo de Uribe, su sucesor entre 2002 y 2010, para conseguir un acuerdo humanitario que nunca se concretó.
Ha sido uno de los crímenes más crueles y repudiados por la sociedad colombiana en medio del dilatado conflicto armado. El mes pasado, al imputar a la antigua cúpula de las FARC por una serie de crímenes de guerra y de lesa humanidad relacionados con esa práctica, la JEP apuntó a que fue “sistemática y masiva” durante al menos 30 años, entre 1982 y 2012, con un saldo de más de 21.000 víctimas. El tribunal de justicia transicional calificó el secuestro en su histórica decisión como “una política que convertía a los seres humanos en cosas cuyo valor no radicaba en la dignidad humana, sino en el valor de intercambio por el dinero que tenían y que podían reportar a la organización armada”.
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