Portugal asume el mando de la UE en pleno arranque de la recuperación
Lisboa se fija como retos la salida de la crisis, la política social y el cambio climático
Tras los grandes acuerdos llegan sus difíciles despliegues. Portugal, que el pasado 1 de enero asumió la presidencia de turno de la UE para los próximos seis meses, se propone que a lo largo del primer semestre se concreten los planes de recuperación económica y sanitaria para evitar que descarrile la vuelta a la ansiada normalidad. El primer ministro portugués, António Costa, quiere enfatizar el carácter social que debe tener la salida de la peor crisis que atraviesa la Unión desde su fundación con una cumbre en mayo para relanzar el llamado pilar europeo de derechos sociales.
Al finalizar su presidencia de 2007, el entonces embajador portugués en Bruselas entregó un astrolabio a su homólogo esloveno. Desde entonces, los representantes permanentes ante la UE se han ido pasando ese antiguo instrumento de navegación para, con mayor o menor acierto, mantener el rumbo de la Unión. El objeto regresa ahora a Lisboa, que se ha fijado como objetivo asegurar el despliegue de los grandes acuerdos logrados bajo la presidencia alemana: el fondo de recuperación contra la pandemia, los nuevos objetivos climáticos o las nuevas directivas para hacer frente a los gigantes tecnológicos.
Angela Merkel deja la presidencia con una imponente lista de logros. Entre ellos, la UE logró superar el debate de la austeridad y sacar adelante un paquete de recuperación de 750.000 millones de euros. Ahora llega el tiempo de cumplir. De ahí el lema portugués: time to deliver. A la vuelta de las vacaciones, los Veintisiete deben enfilar la recta final de sus planes de recuperación, con las inversiones y reformas estructurales que deben sacarles del hoyo. No es un mero trámite. De la calidad de esos programas dependerá también que los inversores sigan respaldando la enorme emisión de bonos europeos que prepara la Comisión Europea.
La recuperación económica, no obstante, dependerá también del éxito en la contención de una eventual tercera ola de contagios en la UE. El ministro de Exteriores, Augusto Santos Silva, anunciaba en una entrevista en FT que su país se propone impulsar “el pleno desarrollo de la estrategia de la UE de vacunación gratuita y universal”. La tarea es esencial como compleja. La primera semana de campaña de vacunación ha puesto de manifiesto los problemas logísticos o de organización con los que se topan los países. Sin embargo, desde París o Roma crece la certeza de que el fondo de recuperación se quedará corto si las restricciones a la actividad económica persisten durante un largo periodo.
Después de que los Veintisiete vayan asumiendo que serán necesarios meses —tal vez varios trimestres— hasta que la UE pueda recuperar la normalidad previa a la pandemia, el Gobierno socialista portugués quiere impulsar también las campañas en los países de rentas bajas y medias bajas. La llegada de la vacuna a esos países no solo responde a criterios humanitarios, sino que la UE difícilmente recobrará el pulso si su frontera exterior sigue cerrada a cal y canto.
Sin embargo, ese no es el único asunto en el que Portugal deberá emplearse a fondo. Berlín logró un acuerdo sobre elevar los objetivos de reducción de emisiones de dióxido de carbono hasta 2030, rompiendo las reticencias de Polonia. A cambio, los países admitieron que volverían a verse las caras cuando la Comisión tuviera que trasladar esas metas en medidas concretas el próximo mes de junio. Portugal, que ha respaldado con efusividad que Europa prescinda de combustibles fósiles en 2050, deberá procurar que el llamado Eje de Visegrado —Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia— no vuelva a poner palos a las ruedas a los planes de la UE, poniendo incluso en riesgo su liderazgo mundial en la lucha contra el cambio climático.
Política exterior
La presidencia portuguesa, que se presenta como un “mediador honesto”, también deberá empezar a guiar la tramitación de las propuestas de la Comisión sobre las leyes de Servicios Digitales y Mercado Digital. Nadie espera que ambos textos legales, que han intensificado la actividad de los lobbies en Bruselas, salgan adelante en solo seis meses. Sin embargo, Portugal deberá encargarse de que emprenden un camino, tanto en la Eurocámara como en el Consejo, que se antoja tortuoso.
El último gran reto que se propone Portugal tiene que ver con la llamada autonomía estratégica europea. Lisboa ya organizó la primera y segunda cumbre de la UE con África y la primera del bloque con Brasil. Después del acuerdo de inversión con China que Angela Merkel deja como legado a Europa, el Gobierno de Costa organizará un gran encuentro UE-India.
Tras constatar la dependencia de sus cadenas de suministro respecto a China, la UE mira hacia otros rincones del mundo para diversificar su cartera de productos esenciales, en especial los farmacéuticos. E India es el mayor exportador de genéricos del mundo, además de estar desarrollando candidatas a vacuna para la covid-19.
La llegada de Joe Biden al Despacho Oval este mes, además, será la ocasión para que la UE dé un empujón a las instituciones multilaterales, en particular la OMC, bloqueada por la negativa de EE UU a la renovación de sus jueces. Además de devolver a Washington a la gobernanza mundial, Portugal quiere relanzar en la UE la mirada hacia América Latina, en especial a México y a los países de Mercosur, para acelerar la puesta en marcha de esos tratados.
La gran patata caliente ue recibe el país es el Pacto Migratorio, que consta en la lista de fracasos de la presidencia alemana. Algunos diplomáticos consideran que los resultados en ese frente —calificado como el debate “más tóxico” de todos— podrían tardar años, dadas las profundas divisiones que hoy existen entre los socios de la UE. Ni la tragedia de Moria (Grecia) ni los episodios en Arguineguín, en Canarias, han provocado movimiento alguno en entre los Veintisiete. Sin que haya grandes expectativas al respecto, los socios de la UE esperan que Portugal sí ponga algo más de empeño para lograr algún avance en esa carpeta.
Una cumbre de carácter social en Oporto
El Gobierno socialista de António Costa quiere imprimir un carácter social a su presidencia. Por ello, ha convocado una Cumbre Social en Oporto para el mes de mayo que dé un “impulso político” a la implementación del llamado pilar europeo de los derechos sociales. En concreto, Portugal piensa en dar contenido social a la salida de la crisis y en abordar desde ese punto de vista los tres grandes retos de la UE: el climático, el digital y el demográfico. La presidencia portuguesa planea una cumbre en dos fases: una a alto nivel, con una amplia participación, y un encuentro de los líderes políticos que aborde en especial las áreas de empleo, calificaciones profesionales y protección social. Entre otros asuntos, se tratará la instauración de un salario mínimo europeo, aunque modulado por países.
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