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El agujero presupuestario provocado por el Brexit desafía la unidad de la UE

El fracaso de la cumbre para fijar las cuentas tras la salida del Reino Unido revela la profundidad de la división entre los socios

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, el viernes en Bruselas.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, el viernes en Bruselas.OLIVER HOSLET (EFE)
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Hacia la división o la irrelevancia. La mezquina batalla presupuestaria desencadenada en la cumbre europea de este jueves y viernes ha puesto en peligro la convivencia en un club comunitario que había resistido con firmeza la salida del Reino Unido el pasado 31 de enero.

Los 27 han comprobado que la cacareada unidad frente a Londres se ha resquebrajado tan pronto como ha habido que afrontar las primeras consecuencias económicas del Brexit, que ha dejado un agujero presupuestario de 75.000 millones de euros. Y la primera cumbre para pactar las nuevas cuentas no solo se ha saldado con un rotundo fracaso. La cita también ha dejado claro que, sea cual sea el resultado de la negociación, el club se resigna a un presupuesto menguante aunque suponga condenar a la UE a la irrelevancia geoestratégica.

“Este proceso de negociación ha dañado la credibilidad política de la UE”, avisa Marta Pilati, analista del centro de estudios EPC, especializada entre otras cosas en el presupuesto de la UE. Pilati cree que el fracaso de la cumbre “ha mostrado la falta de unidad dentro de la UE incluso para un asunto tan crucial como el marco presupuestario plurianual”. Y, además, añade Pilati, "el futuro acuerdo probablemente tendrá una estructura que dejará infrafinanciadas a prioridades vitales como investigación, transición digital, cambio climático o seguridad”.

Fuentes diplomáticas restaban dramatismo de antemano al previsible fiasco. “La tradición manda que haya un fracaso para dar el paso definitivo después”, ironizaba antes del encuentro un diplomático de uno de los países que más recursos aportan.

El presidente del Consejo, Charles Michel, convocante de la cumbre, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, también relativizaban el tropiezo poco después de producirse. “Al fin y al cabo, solo es la primera vez que hemos tenido oportunidad de debatir en detalle todos los temas en el ámbito del Consejo Europeo”, indicaba la presidenta de la Comisión.

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Pero más allá de la previsible falta de acuerdo, la cumbre ha visualizado una funesta división que anticipa las dificultades que pueden surgir en los próximos meses y años. Los 27 tienen previsto iniciar en marzo la segunda parte de la negociación con Londres, que debe fijar la futura relación con Reino Unido. Y fuentes del equipo negociador europeo reconocen que se trata de una fase mucho más delicada que la anterior, en la que el riesgo de enfrentamiento entre los socios de la UE será mucho mayor porque afectará a sus intereses nacionales. Y el fracaso de la cumbre de esta semana supone un mal augurio

La reunión estalló en añicos al poco de comenzar, cuando los encuentros bilaterales de Michel con las diferentes delegaciones durante la noche del jueves pusieron en evidencia la enorme distancia entre las demandas de unos y otros.

En la mañana del viernes, el edificio del Consejo era ya un campo de trincheras enfrentadas. Y la fragmentación del club dejaba un mal sabor de boca entre muchos de sus participantes. “Creo que no es un buen método que los países se separen por grupos y formen minorías para bloquear todo”, lamentó el presidente francés, Emmanuel Macron, al término de la cumbre.

Los presidentes de Gobierno, incluido el español Pedro Sánchez, buscaban aliados de una delegación a otra, agrupándose a la carrera para la resistencia numantina de las diferentes posiciones. "Parecía que estábamos en un colegio mayor, corriendo de una habitación a otra para reunirnos con los más amigos", describen desde una de las delegaciones.

La semilla de la división fue sembrada por los cuatro países autodenominados frugales, que se perfilan como herederos del antiguo papel del Reino Unido como socio siempre dispuesto al portazo. Holanda y Austria, por un lado, con una opinión pública crecientemente euroescéptica. Y Suecia y Dinamarca por otro, con sus excepciones para mantenerse fuera del euro o del espacio común de justicia e interior.

Los cuatro alumnos de Londres dejaron claro desde el principio de la cumbre su nula intención de moverse de una posición inicial que aspira a un presupuesto del 1% y a cheques de descuento para cada uno de los países. “Me he comprado una manzana para aguantar la noche y la biografía de Chopin para leer un poco, ¿qué otra cosa se puede hacer aquí?”, señalaba el primer ministro holandés, Mark Rutte, a su llegada a la cumbre.

El enfado del bando contrario, en el que se encuentra España, fue en aumento a lo largo de la jornada. "No podíamos dejar que cuatro países que representan poco más del 8% de la población de la UE nos impusieran su criterio a sangre y fuego", señalan desde la delegación española.

Tras un primer encuentro con los llamados 17 Amigos de la Cohesión, entre los que se encuentran Polonia o Hungría, Sánchez buscaba también el contacto con los países fundadores, a excepción de Holanda. "Representamos más del 65% de la población europea y queremos un presupuesto que responda a las necesidades reales de los ciudadanos", tuiteaba Sánchez tras reunirse con los líderes de Alemania, Francia, Italia, Bélgica y Luxemburgo en un encuentro al que también asistieron Grecia y Portugal.

Pero esa suma de población es algo ficticia, porque la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, no estaban en la reunión como aliados sino como potenciales mediadores. Poco antes también se habían reunido con los cuatro frugales, en aras de buscar vías de acuerdo. Ni Merkel ni Macron se involucraron demasiado, sin embargo, dada su escasa prisa por llegar al pacto. Ambos están mucho más pendientes de la delicada coyuntura política que afrontan en sus países, donde Merkel afronta una posible rebelión en su partido y Macron, unas significativas elecciones locales.

A la débil mediación francoalemana se unió la actitud de Michel y Von der Leyen, claramente sesgados hacia una posición de contención del presupuesto. Los sucesivos tanteos nunca apuntaron hacia un presupuesto del 1,11%, que hubiera sido la posición preferida de España, sino hacia abajo, con incesantes concesiones a los frugales (cheques, rebaja de gasto, permiso a Holanda para retener un mayor porcentaje de los aranceles que cobra en nombre de la UE...).

En el período actual (2014-2020), el presupuesto de la UE asciende al 1,16% de la Renta Nacional Bruta del club descontando Reino Unido. Al final de la cumbre del viernes, los recortes ya habían dejado sobre la mesa una propuesta presupuestaria equivalente ligeramente por debajo del 1,07%. “La UE parece incapaz de poner el dinero para las políticas que pregona”, apunta Pilati.

Y todo indica que la rebaja aumentará cuando Michel convoque en las próximas semanas o meses el partido de vuelta de una cumbre en la que todos los socios quieren ganar. La falta de generosidad de unos y la falta de flexibilidad de otros hará que, probablemente, acaben perdiendo todos.

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