Así gestionan nuestros vecinos europeos la expansión de Airbnb
París, Roma o Berlín optan por modelos diferentes para abordar las consecuencias en el mercado turístico e inmobiliario
En 2008, tres compañeros de piso en San Francisco decidieron cobrar una pequeña suma por alquilar un colchón hinchable en su piso y así tener una ayuda para pagar el elevado precio del alquiler de la ciudad. Es la historia de la fundación de Airbnb. Hoy, la plataforma cuenta con más de 100.000 ofertas en todo el mundo y cada noche dos millones de personas duermen en habitaciones que han alquilado a través del portal.
Las plataformas de alquiler turístico estaban en un principio destinadas a producir una ganancia extra a particulares. Hoy, más de diez años después de la creación de Airbnb, la persona que ostenta el récord de anuncios tiene hasta 1.457 ofertas. Esta actividad sube el precio de los alquileres, lo que obliga a los habitantes del centro a trasladarse a las afueras.
El neoyorquino Murray Cox fue uno de los primeros en reparar en las irregularidades relativas al funcionamiento de Airbnb, que tiene un valor de 30.000 millones de dólares (27,6 millones de euros). Desde hace cinco años recaba datos sobre las ofertas que aparecen en la plataforma y los publica en el portal Inside Airbnb: Adding Data to the Debate (Dentro de Airbnb: añadiendo datos al debate). De los datos recogidos por Cox se extrae que en ciudades de todo el mundo se cometen infracciones y que, cada vez más, los grandes inversores gestionan cientos de inmuebles de alquiler que permanecen al margen de la ley.
En vez de habitaciones compartidas o individuales para alquilar aparecen cada vez más pisos y casas enteras, especialmente en los barrios céntricos e históricos de las ciudades, lo que provoca que no haya inmuebles para alquiler de larga duración. Airbnb protege férreamente los datos de los arrendadores, algo de lo que también se quejan las autoridades de algunas ciudades europeas. Al no tener acceso al funcionamiento de la plataforma no pueden saber quién está ganando con el alquiler turístico y, por lo tanto, no pueden aplicar la legislación local.
Un número cada vez mayor de ciudades acusa a la plataforma de tener un impacto negativo en el mercado inmobiliario. Diez países europeos cuentan con que la Unión Europea les ayude. En una carta, firmada entre otras ciudades por Ámsterdam, Barcelona, Berlín, París y Cracovia, las urbes piden una regulación europea que permita a las autoridades locales ejercer control sobre las actividades de empresas que, como Airbnb, modifican el mercado inmobiliario y contribuyen a un turismo demasiado intensivo.
París cuenta con una legislación especialmente estricta en lo que respecta al alquiler turístico. Únicamente se puede alquilar la vivienda personal a turistas un máximo de 120 días al año. La persona que tenga en propiedad más de una vivienda en la ciudad debe, o bien alquilarla por un periodo de un mínimo de un año a un único inquilino o registrarla como local comercial y hacer la misma declaración que un empresario. Infringir estas normas puede suponer una multa de hasta 25.000 euros.
Millones de turistas visitan Roma cada año. En Airbnb pueden elegir entre casi 30.000 ofertas. Prácticamente la mitad de estas son pisos y habitaciones de alquiler en el centro de la ciudad, y en la mayoría de ellas no vive nadie de manera permanente. Según datos del portal Inside Airbnb, más del 60% de las ofertas pertenecen a propietarios que tienen un mínimo de dos inmuebles en la ciudad, aunque la mayoría regenta más de 100. En las localidades colindantes con Roma, el número de habitantes está creciendo a un ritmo del 10% anual.
Berlín es una de las ciudades con regulaciones de alquiler de corta duración más estrictas. Desde abril de 2016, no es posible alquilar apartamentos enteros, solo habitaciones y siempre que el propietario del apartamento esté presente. La vulneración de las normas puede implicar una multa de hasta 100.000 euros. Con motivo de la prohibición, cerca de 2.500 apartamentos han vuelto al mercado de alquiler tradicional. En 2018, se levantó esta restricción y hoy los propietarios pueden alquilar el apartamento de su propiedad a turistas para estancias de corta duración y otras propiedades hasta un máximo de 90 días al año. No obstante, es necesario obtener un permiso especial de las autoridades locales. La máxima sanción por violar las reglas se ha quintuplicado. probablemente a causa de la norma, el porcentaje de apartamentos o inmuebles enteros ha caído en beneficio de las ofertas que se corresponden con la idea original de Airbnb. El número de anuncios es también relativamente bajo comparado con otras ciudades europeas.
Traducción: Irene Green Quintana
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