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Camisetas blancas de algodón que valen 500 euros: la última vuelta de tuerca del lujo silencioso

Pagar cientos de euros por la prenda más básica tiene sentido para quienes desean disponer del código de adhesión a una élite silenciosa. Así es el precio de la calidad, del minimalismo y ante todo, de pertenencia

Camisetas blancas de algodon
FX Networks / HULU
Marita Alonso

Pocas prendas son tan “básicas” como una camiseta blanca, pero el emblema del minimalismo textil se ha convertido en una suerte de símbolo de estatus en el que lo básico no debe ser desdeñado. Aunque el poder indumentario de una camiseta inmaculada es tan viejo como las películas de James Dean o Marlon Brando y actrices como Katharine Hepburn, Jane Birkin en incluso la princesa Diana se las pusieran para conseguir el equilibrio perfecto entre informalidad y elegancia es cierto que en los últimos tiempos el interés por la prenda ha aumentado, entre otras cosas, gracias a la fiebre que desató ‘The bear’, la saga sobre el atormentado cocinero Carmi Berzatto, interpretado por Jeremy Allen White. En la primera temporada, que se emitió en 2022, el protagonista se nos presenta como un coleccionista de vaqueros vintage, tan conocedor del mercado de ropa de segunda mano, que sabe perfectamente que algunas de las prensas que atesora tienen tanto valor que puede canjearlas por una pieza de carne valorada en varios miles de dólares. Ese autoarrogado papel de ‘fashionista’ hizo que, en el momento en el que la serie se convirtió en un éxito de audencia, los comentaristas de estilo de muchas de las cabeceras más prestigiosas del mundo (de la revista New York, a The Guardian, pasando por GQ) intentaran seguir el rastro de la camiseta blanca que luce en absolutamente todos los capítulos, también en los de las temporadas 2 y 3 (la cuarta se supone que llega este 2025). Y la camiseta en cuestión era de Merz b. Schwanen, una firma alemana que data de 1911 y se especializa en producir camisetas con históricas máquinas tubulares del siglo XX. ¿Su precio? 95 euros. Cristina Spiridakis, responsable de vestuario, explicaba en X el motivo por el que esta camiseta ha generado semejante revuelo. “Cuando la ves en persona e interactúas con esta prenda te das cuenta de que es diferente. Está hecha de forma distinta, y creo que la gente se empieza a dar cuenta de esas cosas”. Precisamente el poder que encierran ahora las camisetas blancas, así como la historia que hay tras ellas, son algunos de los argumentos que aportan algunas marcas para que las camisetas blancas de marca que se han convertido en símbolos de estatus pueden superar tranquilamente los 500 euros.

Una escena de 'The Bear', con Jeremy Allen White luciendo camiseta blanca.
Una escena de 'The Bear', con Jeremy Allen White luciendo camiseta blanca.Chuck Hodes / FX on Hulu / Everett Collection

El precio del estatus

“Si bien la camiseta blanca ya tenía un valor simbólico consolidado desde hace muchos años, es más bien ahora cuando los precios acompañan a ese estatus. Pero cuando hablamos de “camisetas blancas de lujo” incluimos productos con una gama de precios muy variada. Desde los 100 euros de Merz b. Schwanen hasta los 500 de Loro Piana, o una media entre los dos, que podría ser Brunello Cucinelli. Una camiseta de estas marcas es un código de pertenencia a una élite silenciosa, if you know, you know (si lo sabes lo sabes). Desde un punto de vista puramente funcional, una camiseta de alta gama ofrece una calidad superior en términos de materiales, confección y durabilidad. Su precio también responde a esto”, asegura a SModa Rocío Elizaga, profesora de ISEM Fashion Business School (Universidad de Navarra). Ella señala que el uso de este tipo de camiseta en la serie ha contribuido a la idea de que la prenda más sencilla puede ser también la más sofisticada si está confeccionada con materiales de alta calidad y un patronaje impecable. En la moda femenina, firmas como The Row y Loro Piana han seguido la misma estrategia, convirtiendo la camiseta blanca, además de la camisa, en una pieza clave de sus colecciones.

Camiseta de Loro Piana (500 euros).
Camiseta de Loro Piana (500 euros).

Comenta que aunque algunos ven en este precio una exageración innecesaria, incluso en el mercado masivo, marcas como Uniqlo o Zara han identificado la creciente demanda de básicos bien confeccionados y han elevado la calidad y el número de opciones de sus camisetas blancas, incorporando mejores algodones y refuerzos en el cuello. “Esto demuestra que la obsesión por la camiseta blanca perfecta no es exclusiva del lujo, sino que se ha convertido en una categoría en sí misma dentro de la moda contemporánea”, matiza.

Covadonga García, analista de tendencias, considera que esta prenda tiene dos tipos de compradores. “El que no mira el precio y al que le satisface la calidad, para el que simplemente es una compra funcional, y el que es más esporádico y hace una inversión porque satisface una cuestión más aspiracional. El valor de la camiseta no justifica su precio, sin poner en duda la calidad. Pero es que el precio en el sector del lujo no responde a cuestiones funcionales. A la pregunta de si tiene sentido pagar tanto por una camiseta, contesto con otra pregunta. ¿Cuánto cuesta poder comprarte lo que nadie puede? Algunos contestarán que nada, y para otros, no habrá techo”, reflexiona.

Camiseta blanca de Zara (12,95 euros).
Camiseta blanca de Zara (12,95 euros).

Pedro Mansilla, sociólogo y crítico de moda, señala que una de las condiciones indisociables del lujo a lo largo de toda la historia, más allá de sus conocidos y reconocidos elementos objetivos, como los mejores materiales, las mejores manos artesanas y los mejores escaparates, son los elementos “irracionales”. “El más destacado es el del precio deliberadamente prohibitivo, porque eso le permite una barrera que solo pueden saltar los que pueden. Es una prodigiosa tautología que permite cerrar el círculo de los privilegiados. Ese precio excesivo -sin ningún sentido más allá de lo simbólico- ya lo teorizó el genial Veblen en su obra maestra Teoría de la clase ociosa. Si pagar por el oro no está al alcance de todo el mundo pero al menos está justificado, pagar por el humo no lo está… Quien paga por él lo hace solo para diferenciarse de quien no puede pagarlo. Es una extravagancia, pero que sirve para un fin superior, la distinción”, asegura. Y además indica que la camiseta blanca, como el esmoquin, muestra después de las elementales apariencias profundas diferencias. “No todas las camisetas blancas son iguales aunque lo parezcan. La distancia del poliéster a la seda natural de una se corresponde con la distancia de los diferentes algodones de la otra. La calidad del hilo, de la trama, del diseño, por no hablar de la marca secreta, hacen la diferencia. No haría falta explicar la diferencia para quien sabe, entre una buena camiseta y una mala, una camiseta vieja y una antigua, una camiseta impecable y una usada, de esas pequeñas diferencias está hecho el verdadero lujo. Estremece pensar lo insignificante que son las diferencias entre un cristal excelentemente tallado y un diamante para quien sabe y más aún para quien no sabe”.

1955:  American actor James Dean (1931 - 1955) in an emotional pose.
1955: American actor James Dean (1931 - 1955) in an emotional pose.John Kobal Foundation/Getty Images

Calidad, corte, textura y marca

En el caso de las mujeres, la camiseta blanca de lujo puede ser hoy equivalente al clásico little black dress, o la gabardina beige: una prenda atemporal que se puede llevar en múltiples contextos y que siempre proyecta una imagen refinada.

Mientras que Alejandra Echeverría, de la marca de camisetas de culto Frances De Lourdes, asegura a Wall Street Journal que la tendencia refleja las prioridades de la vestimenta post pandémica, Mansilla considera que tendencias minimalistas como esta aparecen en esas élites que ya se han cansado de la exuberancia. “Al old money le encanta dejar fuera de juego a sus imitadores y esta es una técnica recurrente para conseguirlo, aplicarse a sí mismos el famosísimo “menos es más” de Mies van der Rohe. La camiseta blanca, al renunciar a la tentación más fácil, aquella que caracteriza la necesidad de distinción de los “nuevos ricos”, permite mostrar un guiño, una señal cargada de sentido. Que solo saben descifrar los que están dentro, pero que ven también los que están fuera. Así funciona siempre la moda. Queremos pertenecer al grupo que nos “ennoblece” y hacemos todo lo necesario –incluso lo más absurdo- para ser admitidos en él. Una vez que lo hemos conseguido, queremos destacar por nuestras diferencias. En ese sentido, la camiseta se convierte en el instrumento perfecto de la distinción, porque efectivamente distingue a quien la lleva de todos los demás, que insisten en vestirse ‘más’”, explica.

Katie Holmes en Nueva York el pasado febrero, luciendo camiseta blanca con americana.
Katie Holmes en Nueva York el pasado febrero, luciendo camiseta blanca con americana.Gilbert Carrasquillo (GC Images)

Como señalaba Leticia García Guerrero, redactora jefe de moda S Moda, en un reportaje sobre cuánto está la gente dispuesta a pagar por una camiseta blanca de firma, esta prenda es el objeto de lujo por excelencia. “No hay logos, no hay tendencias pasajeras, no hay motivos superfluos. Importa la calidad, el corte, la textura y, sobre todo, la marca. Gastar más de lo habitual en una prenda de este tipo supone un gesto de identificación absoluta con el diseñador del que procede”, señalaba. Quizás el nuevo lujo sea, al fin y al cabo, disponer de diseños con los que abrazar una sensación de pertenencia que en tiempos en los que la soledad prima, se convierte en la más complicada de alcanzar y en la más placentera… Aunque haya que pagar unos 500 euros para experimentarla.

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Sobre la firma

Marita Alonso
Redactora especializada en cultura pop y estilo de vida. Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid. 
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