La justicia rusa condena a duras penas a un grupo antifascista por terrorismo
Los investigadores aseguran que los siete jóvenes planeaban actos para derrocar al Gobierno. Las organizaciones de derechos civiles denuncian que el caso se ha fabricado
Un tribunal militar ruso ha condenado este lunes a un grupo jóvenes activistas antifascistas y anarquistas a duras penas por terrorismo. El caso, rodeado de polémica y acusaciones de tortura contra el servicio de inteligencia ruso, ha movilizado a las organizaciones de derechos civiles, que lo consideran fabricado. Los siete jóvenes, de entre 23 y 30 años, estaban acusados de crear una organización y planear futuros ataques en varias partes de Rusia para derrocar al Gobierno. Tendrán que cumplir penas de entre seis y 18 años a cumplir en colonias penales. Las defensas de los jóvenes recurrirán la sentencia.
El tribunal de Penza (a unos 600 kilómetros de Moscú) ha condenado al grupo por formar una organización llamada Set (que se traduciría como La Red) y planear ataques durante las elecciones presidenciales de marzo de 2018 y durante el mundial de fútbol de ese año, que se celebró en Rusia. Todo con el objetivo de derrocar al Gobierno de Vladímir Putin, aseguran. La fiscalía había acusado además a los jóvenes de comprar ilegalmente armas y explosivos y realizar ejercicios de entrenamiento como parte de ese complot; también de posesión de drogas.
Aunque, según la defensa y las organizaciones de derechos humanos, los investigadores no han presentado evidencias de nada de ello durante el juicio; tampoco de cómo y cuándo iban a producirse esos ataques “contra el orden constitucional”, para “desestabilizar la situación del país”.
Entre el material que maneja la acusación hay un ejemplar de Capital de Karl Marx, un manual de capacitación de pequeñas empresas, un libro de texto de las fuerzas especiales del servicio de inteligencia militar rusa (GRU) y varias publicaciones anarquistas, según el portal Mediazona. La Red fue declarada organización terrorista el año pasado —en medio del proceso—, el mismo nivel que el autodenominado Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés).
Algunos de los acusados, como Dmiri Pchelinstsev, de 27 años, considerado el líder y uno de los que ha recibido la condena más alta —18 años a cumplir en un centro penitenciario en régimen severo— se declararon inicialmente culpables de varios cargos. Después, aseguraron que habían firmado la confesión tras ser torturados mediante descargas eléctricas, palizas y amenazas de violación. Además, los activistas de izquierdas insisten en que la organización La Red no existe y que los “ejercicios de entrenamiento para el combate” de los que habla la investigación son en realidad juegos de airsoft.
El veredicto ha sido recibido este lunes en el tribunal de Penza con gritos de “vergüenza” y “libertad para los presos políticos” en apoyo a los condenados. “Este es un caso de libro. El veredicto trata de mostrar que existe una amenaza de terrorismo real en Rusia, y es un gesto hacia los jóvenes, una orden de ‘siéntate, no te muevas”, critica Svetlana Ganuchkina, activista histórica de derechos humanos, citada por AFP. “Es obvio que el encauzamiento de los activistas antifascistas de Penza son parte de las medidas represivas contra los anarquistas y antifascistas, que ha aumentado drásticamente desde 2017”, escribió Memorial en un comunicado hace unas semanas, en el que pedía que se retirasen los cargos contra los siete jóvenes.
Otras organizaciones y miembros de la oposición creen que los hombres han sido perseguidos por su activismo político. El bloguero anticorrupción y opositor Alexei Navalni definió el veredicto contra los activistas de izquierda como “horrible y monstruoso” y se mostró convencido de que el testimonio de los jóvenes se había conseguido mediante tortura.
Las organizaciones de derechos civiles y los activistas denuncian que las acusaciones por terrorismo o extremismo contra grupos políticos, activistas jóvenes o grupos religiosos se han multiplicado en Rusia. Denuncian que se están desarrollando procesos judiciales y detenciones arbitrarias para tratar de acallar la protesta. Al caso de La Red se suma otro polémico, el conocido como Nueva Gloria, en el que un grupo de jóvenes moscovitas están acusados de extremismo y de planear derrocar al Gobierno.
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