Las protestas contra el Gobierno de Iván Duque se reactivan en Colombia
Bogotá vive enfrentamientos esporádicos pese a la apuesta de la alcaldesa Claudia López por rebajar la tensión
Las arengas están de regreso. Las protestas que a finales del año pasado mantuvieron una considerable presión sobre el Gobierno de Iván Duque se reactivaron en las calles de las principales ciudades de Colombia, bajo el mando de sus nuevos alcaldes posesionados el primero de enero. El llamado paro nacional que ha sostenido el pulso a las políticas del Ejecutivo desde el pasado 21 de noviembre amainó durante las fiestas de fin de año, pero volvió este martes con marchas y bloqueos a lo largo del día, así como enfrentamientos esporádicos que terminaron en un cacerolazo que se hizo sentir al atardecer en el centro de Bogotá.
La movilización suponía un desafío a la propuesta de manejo de la alcaldesa Claudia López, que privilegia el diálogo. En la Plaza de Bolívar, el corazón político de Colombia donde está ubicada la sede de la Alcaldía, un grupo tranquilo de manifestantes se reunía para hacer escuchar las cacerolas, pero en las calles aledañas se libró durante pocos minutos una batalla campal de piedras y gases lacrimógenos entre manifestantes y la policía antidisturbios. El grito de “a parar para avanzar” se cruzó con los sonidos de las bombas aturdidoras y las piedras.
Desde el comienzo, el malestar social se ha traducido en una amplia amalgama de reclamos que incluyen desde la implementación de los acuerdos de paz y mayores fondos para la educación pública hasta la desigualdad o los asuntos ambientales. A diferencia de otras convocatorias centradas en las políticas económicas del Gobierno, la de este martes fue convocada bajo el lema de la “defensa de la vida”, con la idea de rechazar en particular el incesante asesinato de líderes sociales y los recientes escándalos de escuchas ilegales que involucran al Ejército. La jornada, en cualquier caso, se anticipaba como un termómetro de las protestas que enfrentará el Gobierno Nacional en este 2020.
Todos los focos estaban puestos sobre la capital, donde López, la primera alcaldesa elegida en las urnas, tiene un talante marcadamente más progresista que el de Duque. La jornada era la prueba de fuego para el nuevo protocolo del Gobierno local, que busca evitar la violencia en las movilizaciones, de manera que el cuestionado Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) solo intervenga como último recurso. Antes de activar el uso progresivo de la fuerza policial, la nueva Alcaldía contempla dos instancias de diálogo y negociación con los manifestantes. “Una marcha no es un problema de orden público, es una manifestación democrática que debemos respetar y garantizar, no queremos que haya estigmatización a la protesta social, debemos confiar en nosotros y en que podemos expresarnos libremente sin dañar al otro”, ha enfatizado López, del partido Alianza Verde, en un contraste con las voces más conservadoras.
Así le fue ayer #21E a Bogotá comparado con #21N .
— Claudia López Hernández (@ClaudiaLopez) January 22, 2020
Ayer no hubo muertos como Dilan Cruz, estigmatización, militarización ni toque de queda.
lLa protesta social per se no es un problema de orden público ni la intervención legitima del ESMAD una violacion de derechos humanos. pic.twitter.com/29lUW6BG08
En la capital hubo desde primeras horas de la mañana bloqueos del tráfico y enfrentamientos esporádicos cerca de estaciones de Transmilenio, el transporte masivo de buses articulados. De las 19 concentraciones donde se aplicó el nuevo protocolo, en solo tres casos tuvo que intervenir la fuerza pública, según el balance que hizo con corte a las 5.00 de la tarde el secretario de Gobierno, Luis Ernesto Gómez, que a lo largo del día estuvo concertando personalmente con diversos grupos de manifestantes. Los enfrentamientos se saldaron con ocho heridos, cinco policías y tres manifestantes, según el balance de la Alcaldía. La Campaña Defender la Libertad elevaba a 12 el número de personas heridas.
Duque ha respondido a la oleada de protestas con el lanzamiento de una gran “conversación nacional” que irá hasta el 15 de marzo. Sin embargo, el Gobierno también se apresuró a aprobar a finales de diciembre en el Congreso la resistida reforma tributaria en la que buena parte de los manifestantes centraban sus reclamos. Junto a los sindicatos, el movimiento estudiantial ha sido uno de los grandes motores de las protestas. El Ejecutivo, que atraviesa una profunda crisis de popularidad, ha intentado responder en las semanas de tregua en la agitación social con un aumento del salario mínimo y el anuncio de medidas para modificar las políticas de créditos educativos y combatir el desempleo entre los jóvenes. Esos anuncios no han calmado a los líderes sindicales y estudiantiles agrupados en el comité nacional del paro, que advierten que solo a finales de enero se conocerá la agenda formal de movilizaciones para el nuevo año.
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