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Alberto Fernández se aleja de la línea dura del macrismo contra Maduro

El giro de Argentina en política regional tensa la relación con Brasil y Estados Unidos

El presidente argentino, Alberto Fernández.
El presidente argentino, Alberto Fernández.EFE

El presidente argentino, Alberto Fernández, ha optado por alejarse de la política de aislamiento hacia Nicolás Maduro que caracterizó a su predecesor, Mauricio Macri. El mandatario, que tomó el poder en diciembre, tampoco está dispuesto a ser un aliado incondicional del líder venezolano, a diferencia de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), ahora vicepresidenta. Con su nueva política exterior, Argentina apuesta, como México, por una tercera vía para hallar una solución pacífica a la crisis política y económica de Venezuela.

"El Gobierno argentino lamenta profundamente los episodios registrados en el día de la fecha en la República Bolivariana de Venezuela", ha dicho la Cancillería en un comunicado emitido la noche del domingo. Argentina ha rechazado el bloqueo del Parlamento y la maniobra oficialista que culminó con la autoproclamación del opositor disidente Luis Parra como presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela con el respaldo del chavismo.

"Resultan inadmisibles para la convivencia democrática los actos de hostigamiento padecidos por diputados, periodistas y miembros del cuerpo diplomático al momento de procurar ingresar al recinto de la Asamblea Nacional, para elegir a las nuevas autoridades de su junta directiva", ha agregado Exteriores, ahora encabezado por Felipe Solá.

El Gobierno de Fernández ha evitado hablar de un golpe en la Asamblea Nacional por parte de Maduro, pero ha instado a las fuerzas políticas venezolanas a recuperar el diálogo "en un marco de pleno respeto de las libertades y los mecanismos institucionales".

Debut en la cumbre de la Celac

El canciller argentino Felipe Solá participará el próximo miércoles en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), su debut internacional. Venezuela y Bolivia formarán parte de la agenda de debate, pero Argentina aspira también a usar los foros regionales como trampolín para la construcción de un rol de liderazgo progresista en la región junto a México.

El cambio de postura de Argentina ha dejado a Brasil como el principal defensor de la línea dura contra Maduro en el Grupo de Lima, creado en 2017 para acompañar a la oposición venezolana en la búsqueda de una solución a la crisis. Hace solo seis meses, bajo la Presidencia de Macri, los cancilleres de los países integrantes del bloque —entre los que figuran Perú, Colombia, Chile y Paraguay— se reunieron en Buenos Aires para respaldar a Guaidó y advertir que las violaciones a los derechos humanos "no dejan margen para que algunos países sigan apoyando al régimen ilegítimo de Maduro".

El macrismo, ahora desde la oposición, ha pedido a Fernández la convocatoria inmediata de una reunión del Mercosur para repudiar de manera conjunta la designación de nuevas autoridades parlamentarias, una propuesta que nada indica que vaya a prosperar. "El impedir el acceso a la deliberación del presidente a cargo [Juan Guaidó] y más de 40 legisladores por parte de las Fuerzas Armadas y policiales no solo deslegitima al fraudulentamente elegido, sino que, además, explicita un verdadero 'Golpe de Estado' que no puede ser apoyado ni consentido", ha destacado la alianza conservadora Juntos por el Cambio en un comunicado.

El cambio de agenda regional de Fernández no se limita a Venezuela sino que es visible también con los vecinos Brasil y Bolivia. Buenos Aires y Brasilia están condenadas a entenderse por su importante comercio bilateral, pero la falta de sintonía entre ambos mandatarios puede enturbiar la relación. Jair Bolsonaro hizo campaña por la reelección de Macri y se negó a felicitar al presidente electo por su victoria. Poco después, sugirió que si el Gobierno argentino se niega a adherirse al acuerdo de libre comercio firmado entre el Mercosur y la Unión Europea, "habrá que apartarlo" como socio del bloque regional, donde Fernández es actualmente el único líder que no es de derechas.

La relación con Bolivia está marcada por la decisión del Gobierno argentino de dar asilo a Evo Morales. Desde Buenos Aires, el expresidente boliviano, que renunció tras perder el apoyo de las Fuerzas Armadas, arremete a diario contra la presidenta interina de Bolivia, Jeanine Áñez, e intenta consensuar el candidato del Movimiento al Socialismo (MAS) que se presentará a las elecciones presidenciales del próximo 3 de mayo.

Estados Unidos, favorable a respaldar a Áñez y al proceso electoral, ha expresado su malestar por la postura adoptada respecto a Caracas y el refugio concedido a Morales. El pasado 10 de diciembre, un representante del Ejecutivo de Donald Trump voló a Buenos Aires para la asunción del presidente argentino pero no asistió a la ceremonia al enterarse de que un miembro del Gobierno de Maduro sancionado por la Administración de Trump estaba entre los asistentes. Algunos funcionarios estadounidenses han advertido hace unos días que la política exterior argentina puede poner en peligro el apoyo de su Gobierno al país sudamericano en las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional por el pago de la deuda y alejar eventuales inversiones en gas y petróleo no convencional en el yacimiento Vaca Muerta.

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