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Macron y Merkel rechazan los intentos de Johnson de buscar un acuerdo post-Brexit por encima de Bruselas

Los 27 socios de la UE se mantienen firmes a solo 20 días de una ruptura comercial con Londres

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, y la canciller alemana, Angela Merkel, el mes de julio en Bruselas.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, y la canciller alemana, Angela Merkel, el mes de julio en Bruselas.POOL (Reuters)

Llamada de Boris Johnson, no descolgar. La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, han acordado no responder a las llamadas del primer ministro británico, Boris Johnson, para buscar un acuerdo in extremis sobre el post-Brexit. El portazo telefónico, según una fuente europea, se pactó en una videoconferencia del pasado lunes, en la que participaron Merkel, Macron, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

El objetivo de la cita era preparar la cena de trabajo que el miércoles tendría Von der Leyen con Johnson en Bruselas para explorar la posibilidad de desbloquear el acuerdo comercial entre la UE y el Reino Unido, atascado por las discrepancias sobre normas de competencia y cuotas pesqueras.

Pero durante el encuentro virtual, París y Berlín informaron de que Johnson estaba buscando al mismo tiempo una conversación telefónica con Merkel y Macron, con el previsible objetivo de tejer un acuerdo trilateral al margen del equipo negociador europeo, dirigido por Michel Barnier. “Se tomó la decisión de no responder a sus llamadas para dejar claro que la UE habla con una sola voz a través de la Comisión Europea, representada por Von der Leyen o Barnier”, señala una fuente europea al tanto de la videoconferencia.

Johnson ha vuelto este viernes a la carga ante el silencio de las capitales europeas a sus ruegos a favor de alguna concesión que facilite un acuerdo para evitar el 31 de diciembre una brusca ruptura comercial que provocaría una grave caída del PIB británico. “Iré a Bruselas, a París, a Berlín, a cualquier parte, para intentar [el acuerdo] y traerlo a casa”, proclamaba el jueves el primer ministro británico, cuyo discurso y lenguaje corporal disimulan cada vez peor una creciente inquietud.

Londres confiaba en que las fallidas conversaciones sobre el post-Brexit dominasen la agenda de la cumbre europea celebrada el jueves y el viernes en Bruselas. Pero a solo 20 días de que expire el plazo transitorio del Brexit, que protege la relación comercial hasta el 31 de diciembre, los líderes europeos han ignorado olímpicamente el posible fracaso de las negociaciones de un nuevo acuerdo comercial.

“Ha sido un Consejo Europeo maratoniano, con un gran resultado para Europa”, se ha felicitado el presidente del Consejo, Charles Michel. El encuentro ha desbloqueado el mayor esfuerzo presupuestario de la UE en toda su historia (1,8 billones de euros para los próximos siete años), ha pactado acelerar la reducción de emisiones contaminantes del 40% al 55% en 2030, y ha logrado posiciones unánimes en temas tan espinosos como la respuesta a la agresividad de Turquía, la reorientación de las relaciones con EE UU cuando se produzca la marcha de Donald Trump, o la renovación de sanciones a la Rusia de Vladímir Putin. Todo ello durante 22 horas consecutivas de una reunión en la que solo se han dedicado 10 minutos a analizar la negociación con el Reino Unido.

Durante esos 10 minutos, la presidenta de la Comisión ha hecho un breve resumen de la delicada situación de los contactos y del riesgo evidente de llegar al 31 de diciembre sin un acuerdo. “La probabilidad de un no acuerdo es más elevada que la de un acuerdo”, ha resumido Von der Leyen en la mañana del viernes, en la rueda de prensa posterior a la cumbre europea.

Ese ambiente de pesimismo respecto al Brexit que se ha vivido en Bruselas es el mismo que comienza a extenderse en Londres. Johnson reconoció este jueves la “alta posibilidad” de que no haya acuerdo durante una reunión en Downing Street con todos sus ministros. “Creo que está muy, muy claro en estos momentos que la posibilidad más alta es la de tener con la Unión Europea una relación más a la australiana que a la canadiense”, aseguró el primer ministro, recurriendo a uno de los eufemismos geográficos para camuflar el peligro de un Brexit desordenado y acompañado de aranceles y cuotas a los intercambios comerciales.

Si los augurios pesimistas se confirman, la relación con el Reino Unido se regiría por las normas de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y las exportaciones de un lado hacia el otro del canal de la Mancha estarían sometidas a aranceles y a cuotas (limitaciones) de importación. Las dos partes sufrirían un fuerte impacto económico. Pero la dependencia del Reino Unido del mercado europeo (donde coloca el 46% de sus exportaciones) es mucho mayor que la europea en el sentido contrario (solo el 18% de las exportaciones de la UE se destinan al mercado británico).

Un último esfuerzo

Los negociadores europeos, dirigidos por Barnier, y los británicos, con David Frost al frente, aún no han tirado la toalla y continuarán el regateo al menos hasta el domingo. Ese día, según acordaron Von der Leyen y Johnson el pasado miércoles, se tomará la decisión sobre si merece la pena un último esfuerzo para llegar al acuerdo o se abandonan definitivamente las conversaciones. Algunas fuentes dudan, de todos modos, de que este fin de semana llegue el desenlace definitivo. “Ya hemos oído casi una decena de veces que estábamos ante la última oportunidad”, ironiza una fuente oficial europea. “No sabemos qué pasará el domingo”, confiesa la misma fuente.

Por si acaso, la Comisión Europea ya ha aprobado esta semana los proyectos de medidas de contingencia con objeto de amortiguar durante los primeros meses el posible caos en el tráfico aéreo y rodado entre la UE y el Reino Unido, siempre que haya reciprocidad. Los mercados, que prácticamente habían descartado un Brexit duro sin acuerdo, se han teñido este viernes de rojo no solo en Europa sino también en EE UU. La libra esterlina también ha acusado los nervios y su cotización frente al dólar ha caído un 1,5% en la última semana.

Las patronales a uno y otro lado del canal de la Mancha reclaman desde hace semanas un compromiso que evite la ruptura. Más del 90% del texto del tratado comercial está pactado por los negociadores, pero desde hace semanas no logran superar los tres puntos polémicos: las garantías que debe ofrecer el Reino Unido de que no se embarcará en una competencia desleal una vez que se le garantice el acceso de sus bienes al mercado europeo sin aranceles ni cuotas; el sistema de control y penalizaciones que velará por el cumplimiento de una competencia leal; y el acceso de las flotas pesqueras europeas a las aguas bajo control británico, en cuyos caladeros han faenado los pescadores europeos desde hace siglos.

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