La presidenta electa de Moldavia reclama la retirada de tropas rusas de la región separatista de Transdniéster
El Kremlin afirma que un cambio de escenario podría “desencadenar una gran desestabilización”
La presidenta electa de Moldavia, Maia Sandu, quiere a los soldados rusos fuera de la región separatista de Transdniéster. La política proeuropea, que ganó las presidenciales el 15 de noviembre frente al presidente prorruso Igor Dodon, ha reclamado este lunes a Moscú la retirada de los militares que tiene en ese territorio y sustituirlos por observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). En Transdniéster, región reconocida como parte de Moldavia por la comunidad internacional (incluida Rusia) que se autoproclamó independiente en 1990, hay unos 500 soldados rusos que forman parte de un contingente de pacificadores y alrededor de un millar que custodia antiguos polvorines, según distintos informes. El Kremlin, algo molesto con la idea, ha recalcado que cualquier alteración en el status quo de Transdniéster podría “desencadenar un gran desestabilización”.
“Hay un grupo operativo de tropas rusas en territorio de Moldavia sin ningún documento oficial. No hay acuerdo sobre la presencia de estas tropas ni consentimiento de Moldavia para que permanezcan en nuestro país. Deben ser replegadas y retirar las armas y municiones que custodian”, ha pedido Sandu en Chisinau, en su primera rueda de prensa oficial como presidenta electa, retransmitida por Internet. La líder moldava ha pedido además disolver el grupo de pacificadores destacados en el Transdniéster, según acuerdos de 1992, en el que además de unos 500 militares rusos y ucranios hay, desde este verano, soldados de la región, y convertir ese contingente en una misión civil internacional bajo el mandato de la OSCE.
“Vemos que Rusia tiene una opinión diferente. Tendremos un diálogo, negociaciones, discutiremos. Somos un país independiente que no quiere tropas extranjeras en su territorio”, ha recalcado Sandu, una antigua economista del Banco Mundial que el año pasado y durante unos meses ocupó el cargo de primera ministra de Moldavia, el país más pobre de Europa.
El del Transdniéster, una zona industrial entre la orilla izquierda del río Dniéster y Ucrania, es uno de los conflictos legados por la desintegración de la Unión Soviética. De mayoría eslava (ucranios y rusos) reivindicó su carácter soviético cuando las élites moldavas adoptaron un rumbo prorrumano (comparten vínculos lingüísticos y culturales con la vecina Rumania) durante la Perestroika. En 1992 fue escenario de una breve guerra cuando Moldavia intentó recuperar el control del territorio, operación que impidieron las tropas rusas. Desde entonces, el de Transdniéster es uno de los conflictos enquistados de la zona. En 2006, esta región celebró un referéndum que reclamó además la integración futura en Rusia.
El Kremlin ha manifestado este lunes que Sandu no ha discutido con Moscú su propuesta de reemplazar las fuerzas de paz rusas por observadores de la OSCE. “Esperamos que prevalezca la actitud constructiva, que se asegure cierto tipo de continuidad y que tengamos en cuenta todas las posibles consecuencias negativas de cualquier movimiento brusco”, dijo Dmitri Peskov, portavoz del presidente ruso, Vladímir Putin.
Para Rusia la elección de Sandu y su discurso europeísta han sido un varapalo, ya que aleja Moldavia de su esfera de influencia. El Kremlin apoyó directamente a Igor Dodon (partido socialista moldavo y presidente desde 2016). Y más en un momento caliente para el espacio post-soviético y con sus aliados en Bielorrusia o Kirguistán con serias dificultades. “Existe una gran necesidad de un enfoque más equilibrado en el contexto de nuestras relaciones bilaterales [con Moldavia]. Como saben, el diálogo con [Igor] Dodon está en curso, y ha sido mucho más constructivo a este respecto”, ha señalado Peskov.
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