La proeuropea Maia Sandu gana las presidenciales en Moldavia con promesas contra la corrupción
La victoria de la ex primera ministra contra el actual mandatario Igor Dodon, apoyado explícitamente por Moscú, es otro varapalo para el Kremlin
La candidata de la oposición Maia Sandu ha ganado este domingo las elecciones presidenciales en Moldavia. La decisiva victoria de la ex primera ministra, que aboga por vínculos más estrechos con la Unión Europea, sobre el actual mandatario, Igor Dodon, prorruso (57,7% frente a 42,2%), es otro golpe para el Kremlin, que había dado su apoyo explícito al veterano político en la carrera electoral. Sandu, de 48 años, execonomista del Banco Mundial que se convertirá en la primera presidenta del país, ha ganado con un fogoso discurso contra la corrupción, que lastra todavía más la economía de esta antigua república soviética, uno de los países más pobres de Europa y profundamente afectado por la pandemia de coronavirus.
Encajada entre Ucrania y Rumania (miembro de la UE), Occidente y Rusia compiten por la influencia en Moldavia (3,5 millones de habitantes que hablan mayoritariamente rumano, pero también ruso), sacudida desde hace una década por la inestabilidad política. Las presidenciales del domingo suponen otro capítulo más de esa batalla geopolítica. Muestran también, como sucedió en los recientes comicios de Kirguistán, que el apoyo del presidente ruso, Vladímir Putin, no es una carta ganadora en el espacio post soviético.
Tampoco ha pesado suficiente en la balanza el apoyo enviado desde Rusia en forma de asesores políticos a Dodon, según reveló el medio de investigación Rise. Ni las advertencias de Moscú, que hace unas semanas, antes de la primera vuelta electoral —que también ganó Sandu—, acusó a Estados Unidos de conspirar para derrocar al presidente prorruso y de alentar las protestas contra su Gobierno, y ha calificado de injerencia los apoyos de figuras políticas europeas, como el expresidente del Consejo Europeo Donald Tusk, a Sandu.
Dodon (Partido Socialista), que hizo campaña por la “estabilidad” y “los valores cristianos” y que había cargado contra Sandu calificándola de “histérica”, prometió mantener las buenas relaciones con la UE y Rusia y lograr préstamos económicos de Moscú. Ha recibido un apoyo abrumador en la región separatista de Transdniéster (donde Rusia tiene soldados) pero no ha sido suficiente. Su caída es otro contratiempo para el Kremlin en un momento en el que varios de sus aliados están en serias dificultades políticas y una ola de malestar se extiende por otras repúblicas exsoviéticas, desde Bielorrusia a Kirguistán.
El socialista ha reconocido la derrota y pedido a sus seguidores “calma”. Desde hace días, en las redes sociales moldavas bulle la insinuación de grandes manifestaciones en la capital, Chisinau, si Dodon no vencía. También el presidente ruso, Vladímir Putin, ha felicitado a Sandu este lunes y la ha instado a mantener “relaciones constructivas” con Rusia.
Pero la victoria de la opositora, que cursó estudios en la Universidad de Harvard, va mucho más allá de la división entre Rusia y Occidente. Sandu, que ocupó el cargo de primera ministra cinco meses el año pasado al frente de una frágil coalición junto al Partido Socialista de Igor Dodon, para derrocar al Partido Demócrata del oligarca Vladimir Plahotniuc, fugitivo actualmente en Turquía, ha sabido captar el voto con su agenda reformista.
La economista también ha prometido que obtendría más apoyo financiero de la UE, unida ya con el país del este con un acuerdo sobre vínculos comerciales, pero profundamente crítica con su falta de reformas. Moldavia, dominado durante años por los grupos de oligarcas, todavía no se ha recuperado del esquema de fraude bancario de más de mil millones de dólares (el equivalente al 15% de su producción económica mundial) que, directamente, desaparecieron del sistema bancario moldavo en 2014 y 2015. Un caso conocido como “el robo del siglo” que mermó todavía más la confianza de los aliados occidentales y prestamistas internacionales hacia el país.
La enorme diáspora moldava ha sido fundamental en el triunfo de Sandu, que ha tratado de alejar del debate las cuestiones geopolíticas y centrarlas en la necesidad de cambios del país. También de alejarse de otros políticos proeuropeístas que hicieron poco por detener la mala gestión económica o las corruptelas oligárquicas. Estas elecciones, avisó Sandu hace unos días, son una “encrucijada” para Moldavia. “O se convierte en un Estado funcional con liderazgo competente, o se convierte en un estado fallido”, remarcó.
No lo tendrá fácil para emprender las reformas prometidas. Su partido, Acción y Solidaridad, no obstante carece de mayoría parlamentaria para emprender las reformas prometidas y los analistas apuntan que Sandu buscará forzar elecciones legislativas anticipadas.
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