Un destructivo huracán Iota devasta e inunda Nicaragua
Los damnificados autogestionan sus evacuaciones ante la lenta respuesta del Gobierno de Daniel Ortega
La pequeña casa de Marisol Villavicencio está repleta de gente desesperada. Son los vecinos, que le ayudan a evacuar sus enseres antes de que el desbordado río El Guineo, en el Caribe Norte de Nicaragua, termine de inundar la vivienda este martes. Las intensas lluvias provocadas por el huracán Iota han dejado severas inundaciones en este país centroamericano, así como seis personas fallecidas y al menos 63.000 evacuados. Villavicencio es una mujer joven y, a juzgar por su actitud frente a la inundación de su casa, un tanto estoica. Es la única del grupo de voluntarios que no está desesperada. Metódicamente indica qué pertenencias empacar en bolsas de plástico para trasladarlas a un colegio público que funciona como albergue.
“Vamos a salvar lo que se pueda… lo que sea la voluntad de Dios”, dice Villavicencio. Para ella, la inundación es algo más manejable que las ráfagas que la noche anterior la aterrorizaron, cuando el ciclón Iota tocó tierra en el litoral caribeño nicaragüense convertido en un huracán de categoría 4 con vientos sostenidos de 250 kilómetros por hora. Iota resultó ser más potente y destructivo que Eta en Nicaragua, su predecesor, que hace menos de 15 días golpeó esta misma zona rica en recursos naturales, pero muy pobre y marginada a la vez, en especial sus pueblos indígenas Miskitos y Mayagnas.
La primera ciudad en ser embestida por el fenómeno natural fue Bilwi, en Puerto Cabezas, una localidad que no había empezado a recuperarse del embate de Eta cuando Iota zarandeó con más intensidad viviendas y comunidades enteras. Sin embargo, en esta ocasión no se degradó con la misma rapidez en tierra firme. Las ráfagas de Iota prosiguieron hasta llegar el llamado Triángulo Minero de Nicaragua, conformado por los municipios de Bonanza, Rosita y Siuna, este último donde vive Villavicencio.
EL PAÍS viajó a la zona de impacto de Iota en Siuna este lunes, y constató el poder del huracán con vientos sostenidos que arrancaban de raíz enormes árboles maderables. Aunque Iota tocó tierra sobre las 10.30 de la noche, fue a partir de las 3.30 de la madrugada del martes cuando sus vientos estremecieron las comunidades y el casco urbano de Siuna, Rosita y Bonanza.
Poca asistencia gubernamental
El vendaval abofeteaba con tal magnitud que arrancaba los techos y ventanas de las casas o derribaba árboles que aplastaron pequeñas viviendas. La comunidad La Bomba fue una de las más afectadas en Siuna, una ciudad cruzada por la fiebre del oro y la producción agropecuaria. En la mañana de este martes, los estragos del ciclón eran la representación literal de su nombre: una especie de estallido huracanado con árboles partidos en las laderas de las montañas, champas (chabolas) desechas, deslaves, láminas de zinc esparcidas por el piso, cerdos comiéndose los plantíos arrastrados por la corriente, y ríos que se extendían más allá de sus caudales.
En La Bomba, más de 46 familias fueron evacuadas, según Germán Leiva García, secretario político del Frente Sandinista en el lugar. Él es una de las figuras usadas por el Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo en los territorios como caporal para ejercer el control político del partido. Aunque en ocasiones quienes desempeñan esos cargos tienen terminantemente prohibido hablar con la prensa independiente, Leiva García se muestra accesible y realiza un recorrido para mostrar los daños causados por Iota.
En el albergue que funciona en La Bomba, algunos comunitarios comenzaron a buscar sus casas ante la falta de pertrechos, sin importar que la alerta roja provocada por Iota siga activa debido a las inundaciones. La ausencia del Gobierno en la organización de las evacuaciones también se repitió en comunidades como la de Marisol Villavicencio o la del Bodegón en Siuna, donde los pobladores con recursos lideran los traslados a los albergues. Algo parecido ocurre en otros departamentos, según las noticias locales. No obstante, el Gobierno asegura que han acompañado a los damnificados.
Sigue por el norte con dirección a Honduras
Iota se degradó a tormenta tropical este martes, avanza por el norte de Nicaragua y se prevé que impacte en Honduras, en la zona del departamento de Cortés, también devastada por Eta. El mayor peligro de Iota para Nicaragua, Honduras, Guatemala y El Salvador son sus copiosas lluvias ante un suelo que no absorbe más agua después del paso de dos ciclones en tan solo dos semanas.
Al menos en Siuna, todos los ríos principales, riachuelos, ciénagas y quebradas están desbordadas. En la tarde de este martes, con Iota adentrándose en el istmo, las principales ciudades del Pacífico nicaragüense (Rivas, Carazo y la capital Managua), así como otras localidades norteñas sufrían graves inundaciones. Aunque no hay aún un balance de daños, la acumulación de agua, que ya acabó incluso con un puente en el sector del municipio de Wiwilí y Siuna amenaza con convertirse en catástrofe si los aguaceros persisten.
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