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Josep Borrell: “La UE durmió durante mucho tiempo bajo el paraguas protector de Estados Unidos”

El jefe de la diplomacia europea señala que la política ambiental y sobre Irán de Biden “cambiará por completo la escena internacional”

El Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común, Josep Borrell, en octubre. En vídeo, Borrell desea una "transición sin baches" en EE UU durante el debate del Parlamento Europeo de este miércoles.Foto: EFE | Vídeo: YVES HERMAN / REUTERS
Lluís Pellicer

Bruselas se ha fijado como objetivo recomponer las relaciones transatlánticas, que se degradaron a golpe de desplante o arancel. La Comisión Europea ya ha contactado con el equipo de transición del presidente electo, Joe Biden, para fijar una agenda que se empiece a desplegar a partir de enero de 2021. El Alto Representante de la UE para la Política Exterior y la Seguridad Común, Josep Borrell (La Pobla de Segur, 73 años) espera un cambio en la lucha contra el cambio climático y el acuerdo nuclear con Irán. “Solo esas dos cosas cambiarán por completo la escena mundial”, señala en una entrevista por videoconferencia con los medios que forman parte de la alianza LENA, entre ellos, EL PAÍS.

Pregunta. Cuando su antecesora, Federica Mogherini, regresó de su primer viaje a Washington tras la investidura de Donald Trump admitió que la relación con EE UU sería “a la carta” desde entonces. ¿Europa recuperará con Joe Biden un compromiso sistemático?

Respuesta. ¡Quién sabe! Estoy convencido de que Biden no verá Europa como un adversario, sino que vamos a ser amigos, aliados y socios. Y creo que tendremos una relación estructural. Pero debemos ser realistas: en estos años ha habido grandes cambios en las raíces de la sociedad americana que permanecerán después de Trump. La primera línea de Estados Unidos ya no es Europa, está en el Pacífico. Y Estados Unidos miran mucho más hacia adentro. Eso significa que nuestro papel deberá ser completamente distinto al que estábamos jugando desde después de la Segunda Guerra Mundial y para mirar hacia lo que llamamos autonomía estratégica.

P. Los socios de la UE han exhibido diferencias respecto a Donald Trump. ¿Puede ese objetivo de autonomía estratégica cohesionar a los Veintisiete?

R. La autonomía estratégica no es algo extraordinario. Simplemente es la edad adulta de la UE, que durante mucho tiempo ha dormido bajo el paraguas protector de Estados Unidos. Pero es un error pensar que esa autonomía tiene solo una dimensión militar. Europa debe poder defender sus intereses y valores. Cuando sea posible, con sus aliados. Pero cuando no lo sea, por su cuenta. Y muchas amenazas están fuera del marco de la OTAN. Europa debe ser autónoma en áreas como la tecnología, el comercio, el tipo de cambio, el control de los flujos migratorios…

P. Durante la era Trump, la UE ha tratado de buscar su sitio entre Estados Unidos y China. ¿Es el momento de tejer una estrategia común con Washington sobre el gigante asiático?

R. No hemos esperado a la nueva administración. En las últimas semanas he tenido un diálogo con el secretario de Estado [Mike] Pompeo para acercar nuestras posiciones sobre China. En ambos lados del Atlántico entendemos que hay que nivelar el terreno de juego, con más reciprocidad en nuestras relaciones con Pekín. El problema es cómo abordarlo. Nosotros no queremos guerras comerciales porque también debemos cooperar con China. Trump se equivocó al abrir una guerra comercial que no ha ganado, porque su déficit se ha incrementado. Creo que habrá un cambio en las formas, pero en el fondo, la actitud respecto a China es una cuestión de consenso en EE UU.

P. Con la derrota del American first, ¿será más viable la cooperación en el terreno del covid-19?

R. El punto de partida es completamente distinto. Hasta ahora ha habido una Administración que rechazaba que tenía que hacer frente a un peligro. Era una administración negacionista, que decía que el problema no existía o que ya se había ganado la batalla. Y no se va a ganar hasta que tengamos la vacuna. En cambio, Biden fue muy claro en el debate electoral en que es un problema que afrontar.

P. Estados Unidos regresará al Acuerdo de París, pero ante cambios de política tan abruptos ¿no le preocupa que los dejen de ser un socio fiable?

R. Por supuesto, hubiera sido mejor que no dejaran el acuerdo, pero lo hizo el lunes y volverá en 72 días. En términos prácticos, no ha sucedido nada. Por otra parte, algunos gobiernos tienen un punto de vista distinto al de sus predecesores o sucesores, de modo que un cambio de ejecutivo puede llevar a una revisión de los compromisos. Para nosotros no es bueno, pero es parte de las reglas de juego. España retiró las tropas de Irak [en 2004] cuando cambió de gobierno. ¿Eso hace de España un socio poco fiable?

P. ¿Espera un regreso de Estados Unidos al acuerdo nuclear de Irán?

R. Eso es más complejo y sensible. Irán siempre ha sido un asunto difícil para Estados Unidos. Creo que la nueva Administración entenderá que cambiar el acuerdo solo por cambiarlo es algo muy costoso. Y que gracias a este acuerdo, Irán hoy no es una potencia nuclear. Y nuestro interés común es que no lo sea. Ahora bien, Irán esperaba recompensas económicas a cambio de parar su programa nuclear que no obtuvo. Espero que la nueva Administración lo entienda. Veamos qué pasa y esperemos que comprendan que no es una cuestión de abandonar un acuerdo para construir otro. Se necesitaron 12 años para firmar este.

P. ¿La imposición de aranceles por la disputa de Boeing fue un “regalo de bienvenida” inteligente para Biden?

R. No es ni un regalo ni un castigo. Había un calendario y se llegó al final del procedimiento. Hubiera sido extraño no haberlos impuesto porque había ganado Biden. Se debía hacer, se ha hecho, y estamos preparados a hablar y levantar esos aranceles si ellos hacen lo mismo. Esos impuestos han sido una forma de sanciones y el comercio un arma. Y no queremos jugar a eso. No queremos armar el comercio.

P. El jefe de filas de los populares europeos, Manfred Weber, propuso un acuerdo comercial global. ¿Es el momento?

R. Hasta ahora, Estados Unidos ha rechazado un acuerdo comercial global. Incluso uno parcial. Tal vez la nueva administración esté más preparada, pero no creo que sea su prioridad.

En la entrevista participaron también Alberto D’Argenio (La Repubblica), Tomasz Bielecki (Gazeta Wyborcza), Stephan Israel (Tages-Anzeiger), Laura Mercier (La Tribune de Genève), Philippe Regnier (Le Soir) y Anne Rovan (Le Figaro).

Una nueva actitud respecto a Venezuela

Pregunta. Donald Trump mantuvo una política de mano dura con Venezuela. ¿Esperan un cambio de la Administración de Joe Biden?

Respuesta. En una negociación con alguien siempre debe haber un 'win-win'. Todos deben conseguir algo. En los últimos intentos de negociar con el régimen de Venezuela bajo el paraguas del Gobierno noruego, los americanos no tenían la voluntad de participar en ningún tipo de flexibilidad, ni de suavizar las sanciones, por ejemplo, como contrapartida a un mejor entendimiento entre Maduro y la oposición. No ofrecían nada, solo querían mantener la línea dura. Para negociar, hay que mostrar flexibilidad. Si no, eso no va a ninguna parte, que es más o menos lo que pasó. Espero que la nueva Administración, si hay un nuevo intento de negociación, mostrará más flexibilidad, teniendo presente que, como nosotros, continuará con el mismo objetivo de la democratización de Venezuela y de unas elecciones presidenciales y legislativas libres y justas.

P. En Europa sorprendió que Trump tomara la iniciativa en los Balcanes...

R. La única vía para solventar el gran problema entre Serbia y Kosovo es un proceso liderado por Europa. No es una competición: si ellos quieren ayudar, estaremos felices de que sea así. Pero la perspectiva de ambas partes para construir el futuro es la Unión Europea.


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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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