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La participación electoral es la gran incógnita del plebiscito constitucional en Chile

La última elección convocó a menos de la mitad de los chilenos, una cifra que puede poner en cuestión la representatividad de la consulta del domingo

Rocío Montes
Dos personas caminan en Santiago de Chile delante de una pintada que llama a votar por la reforma constitucional el próximo domingo, en Santiago de Chile.
Dos personas caminan en Santiago de Chile delante de una pintada que llama a votar por la reforma constitucional el próximo domingo, en Santiago de Chile.MARTIN BERNETTI (AFP)

Chile llega a su plebiscito constitucional del domingo con una gran incógnita: qué cantidad de gente acudirá a las urnas. Están convocados 14,7 millones de ciudadanos, pero se trata de un país donde la participación electoral disminuye desde la llegada la democracia en 1990: en las presidenciales de 2017, no superó el 50%.

Chile tiene de las tasas de abstención más altas de la región junto con Colombia, un fenómeno que se agudizó desde que en 2012 debutó el voto voluntario. Ni la pandemia de la covid-19, que no ha sido controlada, ni la violencia registrada el domingo pasado, a una semana del referéndum, son elementos que ayudan a predecir lo que sucederá con el que es considerado el proceso electoral más importante y simbólico que se haya registrado en Chile desde 1988, cuando un plebiscito decidió sobre la continuidad del Augusto Pinochet.

“Una de las principales interrogantes del domingo es el nivel de participación. Por una parte, las encuestas indican que hay mayor predisposición a votar en comparación a otras elecciones, pero en general los sondeos con voto voluntario no son buenos predictores de comportamiento”, opina Marcela Ríos, representante asistente en Chile del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). “Se vota en el contexto de una pandemia y, por otro lado, la participación en general tiende a ser un poco menor en los plebiscitos si se compara con las elecciones regulares. En esta ocasión, en Chile no se votará por personas, sino por preferencias”, explica Ríos, que por todos estos elementos asegura que “resulta difícil predecir el nivel de convocatoria”.

El domingo, los ciudadanos mayores de 18 años decidirán si aprueban o rechazan la idea de cambiar la Constitución vigente de 1980, redactada en la dictadura de Augusto Pinochet, que ha tenido una cincuentena de reformas en las últimas tres décadas, en democracia. A la ciudadanía se le preguntará, al mismo tiempo, por el órgano que la redactará: si una convención constitucional compuesta por 155 ciudadanos especialmente elegidos para ese fin o una convención mixta de 172 miembros, integrada en partes iguales (50% y 50%) por parlamentarios.

Se ha abierto en Chile la discusión sobre la legitimidad de este referéndum si no alcanzara determinados niveles de participación. Tiene importancia: aunque en el acuerdo que alcanzaron en noviembre la mayoría de los partidos en el Congreso no se estableció el requisito de una participación mínima ­–por lo tanto, el referéndum sería válido, en cualquier caso–, fue el camino que la clase política chilena le ofreció a la ciudadanía para canalizar el descontento, en medio de las semanas complejas de las revueltas sociales de octubre de 2019, hace un año. Lo que ocurra el domingo respecto a la concurrencia a las urnas dará cuenta del ánimo de la sociedad para sumarse al camino institucional. Sobre todo de los jóvenes, que iniciaron las protestas y han sido la punta de lanza de las movilizaciones.

La representante asistente en Chile del PNUD indica que la mayoría de las personas convocadas a las urnas “nunca ha votado en un plebiscito”. El organismo internacional indica que, de las personas en edad para votar hoy, 57,9% no podía sufragar en 1988. Ríos habla además de un “abstencionismo estructural”. La participación cayó desde el 87% en 1989 hasta el 50% en la segunda vuelta presidencial de 2017, con un mínimo histórico del 36% en las elecciones municipales de 2016. Según el PNUD, Chile destaca por su baja participación electoral comparada con otros países de la región y de la OCDE e incluso si se lo compara con el promedio de participación en países con voto voluntario, que llega a un 59%.

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Votantes en riesgo sanitario

“Las condiciones de la crisis sanitaria no son necesariamente las mejores, porque las personas mayores, en riesgo por la pandemia, son los que más votan en Chile. Si estos electores frecuentes y disciplinados dejan de ir a las urnas podría afectar a la participación total, a menos que se compense con un aumento importante en los jóvenes, que estaban votando poco”, explica Ríos. De acuerdo al PNUD, quienes tienen entre 50 y 64 años participaron en un 62% en las parlamentarias y presidenciales de 2017, mientras quienes tienen entre 65 y 79 concurrieron en un 67%. En cambio, solo un 35% de los ciudadanos entre 18 y 24 años fue a las urnas hace tres años. “Será importante saber si los jóvenes le dan un voto de confianza a este proceso y salen a votar de manera masiva, a diferencia de lo que lo habían estado haciendo”, asegura.

Para el analista político Kenneth Bunker, director de Tres Quintos, que estudia las elecciones y la política, “mirando el último año, al principio las encuestas mostraban entre un 70% y un 90% de personas que iban a participar en el proceso y, a medida que ha pasado el tiempo, ese número ha bajado y está estancado hace un par de meses entre el 50% y el 60%”. “Es decir –añade–, el nivel de participación en el plebiscito debiera estar levemente por sobre la mitad del padrón, que componen todos los chilenos en edad de votar”. Esta baja la explica tanto por el efecto de la pandemia como con la postergación que sufrió el referéndum desde abril pasado a octubre por la crisis sanitaria.

Aunque con voto voluntario se debilita del poder predictor de las encuestas, los sondeos indican que la opción de quienes quieren cambiar la Constitución ganaría entre un 69% y un 85,4%, de acuerdo a Tres Quintos. Para la convención constitucional, el rango estaría, de acuerdo a la misma fuente, entre un 57,6% y un 70,5%. Junto con darle una importancia central a la participación de los jóvenes, justamente los que salieron a las calles en los últimos meses, el analista habla de la barrera del 50%: “Simbólicamente, si tenemos un plebiscito en que participa menos gente que en la presidencial pasada, daría cuenta que a los ciudadanos no les gusta mucho este proceso constitucional y que no consideran que será la solución a los problemas”.

El voto en pandemia

Daniel Zovatto, director regional de IDEA Internacional, uno de los organismos que ha seguido en detalle los procesos electorales del mundo en medio de la crisis de la covid-19, “la pandemia en América Latina no ha venido asociada necesariamente con una caída generalizada de la participación electoral”. “Por el contrario, o se ha mantenido a niveles muy altos o ha aumentado un poco”, añade Zovatto.

De acuerdo a los datos de IDEA Internacional, en el contexto de la pandemia se han celebrado cuatro elecciones en la región. La primera, las presidenciales de República Dominicana del 5 de julio, donde hubo un 55,29% de participación, cuando en 2016 fue de 69,60%. La otra presidencial fue en Bolivia, del domingo pasado, donde se mantuvo en el 88%, pero bajo un régimen de voto obligatorio. En Uruguay, el 27 de septiembre se celebraron las municipales y departamentales, con un 85% de participación (fue de 88,18% en 2015). En las elecciones locales de Coahuila e Hidalgo, en México, en tanto, la concurrencia incluso creció el 18 de octubre: de un 45% de media a 49% de participación.

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Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.

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