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Londres endurece las restricciones y prohíbe las reuniones en interiores de personas que no convivan

La ciudad de Manchester se resiste a imponer las restricciones sociales impuestas por el Gobierno de Johnson. Irlanda impone la misma limitación en todo el país

El Puente de Londres, este jueves.
El Puente de Londres, este jueves.DANIEL LEAL-OLIVAS (AFP)
Rafa de Miguel

La capital del Reino Unido, Londres, entrará a partir de la medianoche del viernes (una de la madrugada del sábado en horario español) en el nivel 2 de alerta frente al coronavirus. La incidencia de transmisión se ha acelerado en los últimos días vertiginosamente, a pesar de que hasta ahora la ciudad (más de nueve millones de habitantes, sin contar el área metropolitana) se mantenía alejada de las elevadas cifras del norte de Inglaterra. El alcalde, Sadiq Khan, ha advertido de que se alcanzará muy pronto la cifra de 100 infectados por cada 100.000 habitantes en los últimos siete días (la incidencia era ya de 97 hasta el pasado 10 de octubre), y de que en algunos barrios ya se ha superado ese umbral. En España, este mismo dato es de 128 por cada 100.000 habitantes, 265 si se mira la incidencia a 14 días. “Nadie quiere más restricciones, pero las medidas son necesarias para proteger a los londinenses”, ha dicho el político laborista. “Debo advertir a los ciudadanos de que tenemos por delante un invierno muy difícil, pero sé que saldremos todos juntos de este tiempo tan oscuro”.

Bajo las nuevas medidas de distanciamiento social, quedan prohibidas las reuniones tanto en domicilios como en espacios interiores públicos o privados de personas procedentes de dos o más núcleos habitacionales. Podrán seguir reuniéndose en parques o espacios exteriores, siempre que no superen el número de seis personas. Los bares, pubs y restaurantes mantienen el toque de queda, y deben cerrar sus puertas a partir de las diez de la noche. El transporte público seguirá en funcionamiento, pero se recomienda a los ciudadanos que lo usen lo menos posible.

El condado de Essex (al este de Londres), con un millón y medio de habitantes, también subirá al nivel 2 de alerta. En algunos de sus distritos el índice acumulado de transmisión se acerca ya a los 90 infectados por cada 100.000 habitantes en siete días. La ciudad de York, junto a algunos distritos de los condados de Derbyshire, Surrey y Cumbria, también suben del nivel medio (1) al nivel alto (2) de alerta.

Khan se ha unido a las voces que reclaman al Gobierno de Boris Johnson que ponga en marcha un “confinamiento-cortocircuito” de al menos dos semanas que afecte a todo el país. Esa fue la sugerencia puesta sobre la mesa por el comité de asesores científicos de Downing Street el pasado 23 de septiembre, y que el primer ministro descartó. La oposición laborista exige ahora a Johnson que adopte esta medida drástica antes de que las cosas empeoren, pero de momento el Ejecutivo se resiste a abandonar su estrategia regional de distintos niveles de alerta. Hasta ahora solo la ciudad de Liverpool y su región colindante han entrado en el nivel 3, el más alto. Junto a la prohibición de reuniones entre miembros de domicilios diferentes, sus bares, pubs, gimnasios o peluquerías permanecen cerrados.

El virus ha golpeado duramente a las zonas del norte y centro de Inglaterra, y solo la rebelión de algunos alcaldes había evitado hasta el momento que Johnson impusiera en otras regiones como Manchester el nivel 3. La ciudad, junto a su area metropolitana (el conocido como Greater Manchester), reúne una población de casi tres millones de personas. La insistencia del asesor médico jefe del Gobierno, Chris Whitty, que este miércoles por la noche volvió a alertar de la peligrosidad del virus en esas zonas del país, ha hecho que el Gobierno esté cada vez más decidido a imponer allí finalmente el nivel 3 de alerta, aunque la decisión no ha sido aún anunciada. Johnson, que tiene en su mano la decisión última, se enfrenta a una rebelión en toda regla justo en la región donde los conservadores confiaban en consolidar su poder, después de la victoria electoral de diciembre. El alcalde laborista de Manchester, Andy Burnham, ha encabezado la revuelta contra las medidas. Se niega a trasladar a sus vecinos, dice, la catástrofe económica que provocarían unas restricciones que, ha afirmado, ni siquiera los científicos del Gobierno están seguros de que sean eficaces. “La gente está ya harta de ser tratada así, y no lo va a permitir. El norte esta a punto de volver a la situación de la década de los ochenta, cuando fuimos completamente abandonados”, ha dicho este jueves Burnham en una rueda de prensa en plena calle, rodeado del apoyo de algunos vecinos. “Claro que queremos controlar el virus, pero queremos hacerlo como una sola nación, sin hacer de nuevo del norte el chivo expiatorio de una estrategia mal concebida desde Downing Street”.

En Irlanda, el Gobierno ha prohibido las reuniones en domicilios o jardines privados de personas procedentes de dos hogares distintos. Las únicas excepciones afectan al cuidado de menores o de personas mayores vulnerables. En algunas regiones del país, como Cavan, Monaghan y Donegal, las restricciones serán aún más duras, y supondrán el cierre de comercios que no sean de primera necesidad. Sin embargo, bares, pubs y restaurantes se mantienen abiertos, con las medidas de distanciamiento ya establecidas. No ocurrirá así en Irlanda del Norte, perteneciente al Reino Unido, donde el Gobierno autónomo ha impuesto un confinamiento de cuatro semanas en toda la región que supone el cierre absoluto de todos los establecimientos hosteleros.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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