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La UE relega la lucha contra el cambio climático en sus acuerdos con Mercosur

Greenpeace denuncia que el pacto político, mantenido en secreto desde hace dos años, no incluye cláusulas vinculantes sobre protección medioambiental

Activistas de la organización ecologista Greenpeace desplegaron en septiembre una gran pancarta en el edificio de la Comisión Europea en Bruselas.
Activistas de la organización ecologista Greenpeace desplegaron en septiembre una gran pancarta en el edificio de la Comisión Europea en Bruselas.Tim Dirven (EFE)

El acuerdo de Asociación entre la UE y Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) potenciará previsiblemente las relaciones comerciales y políticas entre ambos bloques pero difícilmente contribuirá a salvar la Amazonia u otros ecosistemas amenazados en los países firmantes. El texto negociado, mantenido en secreto desde hace dos años, deja la protección del medioambiente fuera de los “elementos esenciales” cuya violación conllevaría a la suspensión del acuerdo. El Tratado solo reserva el control más estricto al respeto de los principios democráticos, los derechos humanos, las libertades fundamentales o la proliferación de armas de destrucción masivas.

La organización Greenpeace tiene previsto difundir este viernes un borrador del Acuerdo de Asociación, que se anunció en junio de 2019 tras 20 años de negociaciones, en el que no aparece ninguna cláusula que garantice el carácter vinculante del respeto a los compromisos internacionales en el área de medioambiente. El documento, de 58 páginas, menciona el Acuerdo de París y recoge la importancia de un desarrollo económico sostenible. Pero no prevé ninguna medida de presión en caso de que alguno de los Estados perteneciente al área de libre comercio se aleje de los criterios sobre protección de la naturaleza o de la reducción de emisiones de dióxido de carbono.

La filtración del texto llega en un momento muy delicado porque el Acuerdo de Asociación se encuentra en proceso de ratificación y varios socios de la UE se resisten a su entrada en vigor definitiva. El descarrilamiento del Acuerdo podría frustrar uno de los mayores ejercicios de liberalización comercial acometidos por Bruselas, cuya negociación se prolongó durante 20 años (1999-2019). La entrada en vigor del Acuerdo es una prioridad para la mayoría de los socios europeos, sobre todo, para aquellos que, como España, impulsaron su puesta en marcha y contribuyeron decididamente al pacto final.

Ambas partes confían en multiplicar un comercio bilateral que supera los 80.000 millones de euros al año, pero que está lastrado por barreras tarifarias. La parte comercial del Acuerdo suprimiría el 91% de los aranceles que gravan las exportaciones de bienes de un bloque a otro.

El pacto levanta sin embargo inquietud en algunos sectores europeos, como el agrícola y el ganadero. Y preocupa a las organizaciones medioambientales, por su presunta falta de rigor en esa materia.

Los países reacios a ratificar el acuerdo, como Francia, también se aferran a esa laxitud en materia medioambiental como posible argumento para intentar evitar la ratificación. Francia considera que el acuerdo no ofrece a la UE las medidas de presión necesarias ante Gobiernos como el del presidente brasileño Jair Bolsonaro, a quien París acusa de no haber respetado sus compromisos internacionales sobre lucha contra el cambio climático y protección de la biodiversidad. El presidente francés, Emmanuel Macron, y Bolsonaro mantuvieron un duro rifirrafe diplomático en el verano de 2019 a cuenta de los incendios de esa época en la selva amazónica.

Bruselas insiste desde hace dos años en que el Acuerdo de Asociación recoge los compromisos de ambas partes con el Protocolo de París (que fija los objetivos de lucha contra el cambio climático) y que Brasil, como parte firmante, asume esos compromisos y la lucha contra la deforestación. Pero la Comisión Europea solo ha publicado la parte comercial del acuerdo y mantiene la confidencialidad de la parte política donde, presuntamente, aparecerían los compromisos de Brasil y el resto de firmantes.

El borrador facilitado por Greenpeace señala que el Acuerdo podrá suspenderse si alguna de las partes incumple sus obligaciones en cuanto a los puntos considerados “elementos esenciales”. Pero el Tratado solo coloca en esa categoría de máxima protección a los puntos relacionados con derechos fundamentales o con la proliferación del armamento más mortífero. Las posibles violaciones en otras áreas, incluida la medioambiental, se someterían a un proceso de conciliación y arbitraje. Y solo en casos extremos se podría llegar a la suspensión de ciertas partes del Acuerdo pero no de todo el conjunto como en el caso de los elementos esenciales.

Jürgen Knirsch, experto en Comercio de Greenpeace, considera que “el acuerdo aceleraría la destrucción del Amazonas, desencadenando un caos climático y la aniquilación de un gran número de especies”. Knirsch cree que “en pleno siglo XXI, los acuerdos internacionales deben incluir como parte esencial la protección de la naturaleza y de los pueblos y no como algo simplemente deseable”.

El Acuerdo de Asociación establece el marco de diálogo y cooperación política entre la UE y los cuatro socios de Mercosur. El texto, en su parte política, fue pactado en junio de 2018. Y un año después se logró también cerrar el capítulo comercial, base de la mayor área de liberalización comercial creada por la UE en el ámbito internacional. Los dos bloques se encuentran en proceso de ratificación de los acuerdos, un proceso imprescindible para su entrada en vigor definitiva.

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