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La profesora universitaria que fingía ser negra

Jessica A. Krug dimite de su puesto en la Universidad George Washington tras reconocer que llevaba años mintiendo sobre sus orígenes

Antonia Laborde
Jessica A. Krug , en una imagen de 2019.
Jessica A. Krug , en una imagen de 2019.Facebook de la Duke University Press.

Jessica A. Krug, de 38 años, llevaba décadas presentándose como una afrocaribeña. Contaba que había crecido en el Bronx neoyorquino, que sus padres eran drogadictos y que su hermano era una de las tantas víctimas de la brutalidad policial. Pero el pasado 3 de septiembre, esta profesora de Historia Latinoamericana y Africana de la Universidad George Washington, basada en la capital estadounidense, confesó en el blog Medium, en un texto titulado La verdad y la violencia contra los negros de mis mentiras, que no es quien tanto tiempo ha dicho ser. En la adolescencia, se inventó que era negra y su lugar de origen lo cambió varias veces. No creció en Nueva York. Su infancia fue la de una niña blanca judía en los suburbios de Kansas City, en la América profunda. A los que la conocen les pidió perdón, asegurando que no fueron “ingenuos": "Fui audaz con mis engaños”. La suya ha sido casi toda una vida adulta basada en el “suelo tóxico del napalm de las mentiras”, dice al comienzo de su escrito.

La profesora, que fue suspendida de su empleo nada más conocerse la confesión, dimitió el miércoles de su puesto en dicha universidad. El departamento de Historia, en el que trabajaba desde 2012, ya había reclamado su despido la semana pasada. “Con su apropiación de una identidad afrocaribeña, ha traicionado la confianza de innumerables estudiantes actuales y antiguos compañeros de estudios africanos”, entre otros, han señalado en un comunicado sus ya excolegas. “Es vergonzosa la falta de auténticos profesores negros y latinos en esta institución que dio lugar a una persona como Jessica Krug”, condenaron los miembros de la Unión de Estudiantes Negros. Cerca del 25% de sus profesores de tiempo completo son personas de color.

Krug atribuye en su texto su conducta “antiética”, “antinegra” y “colonial” a problemas de salud mental. Los profesionales que la están ayudando “tan tarde” le han dicho, según comenta en el mismo blog, que la apropiación de falsas identidades es una respuesta a los traumas que marcaron su niñez. Pero defiende que no quiere justificarse y que debe ser cancelada. “Las comunidades negras no tienen la obligación de albergar los desechos de las sociedades no negras. He hecho esto. Sé que está mal y lo he hecho de todos modos”, escribió.

Su comportamiento recuerda al polémico caso de Rachel Dolezal, una mujer que se identificaba como negra y que llegó a presidir la sección local en Spokane (Washington) de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP en sus siglas en inglés, la principal organización en favor de los derechos civiles de Estados Unidos) durante más de un año. En junio de 2015 sus padres reconocieron que nació blanca y que se había hecho pasar por negra.

Personas cercanas a Krug ya dudaban de ella. Yarimar Bonill, miembro del Centro Schomburg de Investigación en Cultura Negra de Nueva York, ha contado en Twitter que la profesora se hacía pasar por afrolatina proveniente del Bronx y que se vestía y actuaba de manera inapropiada. Por ejemplo, “se presentaba a un seminario de académicos a las diez de la mañana vestida para ir a un club de salsa”, escribe. Bonill ha planteado que la Universidad George Washington ponga en marcha un fondo de becas para académicos afrolatinos tras el escándalo.

El escritor Hari Ziyad tuiteó: “No tenía ningún deseo profundo de creer que Jessica era negra. El problema era (también) que no quería creer que ella no era lo suficientemente negra”. Las palabras de Ziyad inciden en un delicado debate sobre cómo se aborda la cuestión racial en Estados Unidos. Para este autor, Krug se alimentó de la debilidad de los “entiendo por qué sospechas, pero...” y el “algo está mal, sin embargo...”.

Entre los trabajos de Krug relacionados con la raza, destaca su libro Fugitive Modernities (2018), publicado por la Duke University Press, finalista del premio Harriet Tubman y el premio del libro Frederick Douglass. El celebrado ensayo se centra en la historia del siglo XVI de las comunidades de esclavos fugitivos en Angola. La plataforma RaceBaitr, dedicada a compartir escritores sobre la raza, eliminó de su web el trabajo de Krug: “Su farsa la ha llevado a muchos espacios sagrados negros, incluido este”.

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Sobre la firma

Antonia Laborde
Periodista en Chile desde 2022, antes estuvo cuatro años como corresponsal en la oficina de Washington. Ha trabajado en Telemundo (España), en el periódico económico Pulso (Chile) y en el medio online El Definido (Chile). Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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