Los indultos de Maduro agitan el debate de la oposición de cara a las elecciones en Venezuela
Las medidas de gracia y el avance de las negociaciones con el sector de Capriles aumentan la posibilidad de que un sector de la oposición acuda a las parlamentarias
Con la decisión de Nicolás Maduro de otorgar el indulto presidencial a 110 venezolanos, entre ellos dirigentes políticos, diputados exiliados, activistas civiles y periodistas, el Gobierno de Venezuela concreta una astuta maniobra en la cual, como en algunas artes marciales, se busca neutralizar al enemigo valiéndose del uso su propia fuerza. Las medidas de gracia y el avance de las negociaciones con un sector de la oposición abocan a esta a la participación en las elecciones previstas para final de año.
El chavismo trabaja a toda prisa para organizar unas elecciones legislativas que le permitan estabilizar su piso político y reanudar, así sea parcialmente, sus relaciones con la comunidad internacional en medio de un grave marasmo económico y social que ya se prolonga por cinco años. En este contexto, Nicolás Maduro lleva toda esta semana formulando declaraciones en torno a la paz, la reconciliación y la democracia.
El Palacio de Miraflores ha adelantado negociaciones con algunos dirigentes opositores, como el dos veces excandidato presidencial Henrique Capriles, concretando una medida de gracia que no tiene precedentes en dos décadas de chavismo y de una magnitud mucho mayor a la esperada en torno a la abultada lista de prisioneros políticos en el país. Procura con ello comprometer a algunos de sus adversarios para que rompan filas en detrimento de lo que ha dispuesto el líder opositor Juan Guaidó, reconocido aún como presidente interino de Venezuela por gran parte de la comunidad internacional y se animen a participar en las elecciones parlamentarias, cuya legitimidad democrática necesita a toda costa.
El chavismo ofrece esta inusual muestra de largueza en un momento particularmente crítico para las fuerzas opositoras, cuya estrategia central viene ofreciendo claras señales de agotamiento desde hace meses. Negados a asistir a la consulta parlamentaria en estas condiciones, Juan Guaidó y el grueso de la plataforma opositora que lo acompaña ha tenido problemas estas semanas para diseñar una estrategia alternativa consistente frente al señuelo electoral chavista.
Guaidó ha procurado ensanchar su espacio político consultando la opinión de otros liderazgos del campo democrático, críticos de su gestión, como María Corina Machado y el propio Capriles. Los desacuerdos y las agendas paralelas no han producido resultados, y han abonado en el desaliento.
Capriles y Guaidó tenían previsto celebrar un encuentro que suspendieron después del indulto presidencial, un golpe a la línea de flotación de Guaidó. Los partidos que lo apoyan están esperando que Capriles asuma públicamente su autoría en las negociaciones que han producido estas liberaciones de presos y termine de formalizar su decisión de asistir a los comicios parlamentarios de Maduro. Dentro de la agenda de Capriles estaría incluida la posibilidad de persuadir al chavismo para posponer –no suspender—las elecciones, en pro de mejores condiciones.
A pesar de las dificultades para acordar con sus críticos y a su pérdida de tracción como líder, Juan Guaidó recibió, de nuevo, el respaldo expreso de los Estados Unidos en estos días. El secretario de negocios de la Embajada de Estados Unidos en Caracas, James Story, y el propio encargado del Departamento de Estado para la crisis venezolana, Elliott Abrams, han asumido como propia la ruta de Guaidó y han criticado veladamente a María Corina Machado por su empeño en promover una intervención militar en el país. Sobre los planteamientos de Capriles, no obstante, no se han posicionado. Sí se han saludado el indulto tanto la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, como el Alto Representante de la Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell.
Luis Vicente León, economista, analista político y director de la firma Datanálisis, piensa que la de Maduro “es una medida que busca hacer más potable una elección parlamentaria controlada por el Gobierno, con la cual busca validarse frente a su propio mercado político y agregar además un puntillazo en la fractura existente en la oposición”.
Conscientes de las diferencias y la dificultad para presentar una respuesta alterna consistente en este nuevo contexto –acentuadas ahora, gracias a la inesperada medida chavista—el liderazgo opositor vinculado a Guaidó lleva días celebrando reuniones a puerta cerrada, expandiendo en lo posible su espectro de consultas sobre los pasos a dar.
Cercado por el discurso de sectores moderados y radicalizados, Guiadó se posicionó sobre los indultos a través de las redes sociales, varias horas después de la decisión presidencial: “Hoy el régimen liberó rehenes, y con ello reconoció una larga lista de presos y perseguidos políticos, prueba de que es una dictadura y del ataque contra la Asamblea Nacional”. “Todos quisiéramos que esto abonara a la reconciliación”, prosigue, “pero eso solo pasará con respeto al Parlamento, la designación constitucional del CNE, restituir a los partidos e independencia de poderes. Ese es el camino. Luchando juntos es como sacaremos de Miraflores al usurpador.”
Los indultos de Maduro han incrementado las voces del frente crítico que tiene Guaidó en sus propias filas, según las cuales su diagnóstico está lleno de abstracciones y debería ceder paso a una política más realista, que comporte necesariamente hacer algunas concesiones y se anime a transitar una ruta electoral.
Michael Penfold, especialista en ciencias políticas y consultor internacional, opina que los últimos eventos del país “son el resultado de una disyuntiva que tanto Maduro como la oposición están enfrentando. Para el régimen, ir a una elección similar a la de 2018 puede no ser aceptada, incluso en el sector interno. Guaidó está enfrentando el problema de no tener a la mano una opción realista, viable, a no ir a votar. Con esta decisión Capriles está obligando a crear un espacio de negociación, de ver si ciertas condiciones mínimas se abren, explorar la opción electoral. Tratando de obligar, también, al G-4, a modificar una política que en la práctica no está funcionando. La política de Capriles tiene riesgos altísimos, pero se abre en un momento de mucha inercia, y en ese sentido lo que ha hecho tiene un impacto relevante”.
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