Las horas aciagas del rey del cemento mexicano
Las autoridades mexicanas investigan a Guillermo Álvarez, el director general de la Cooperativa Cruz Azul, por un cóctel de cargos como lavado de dinero y delincuencia organizada
De la piedra caliza nació el gran negocio de la Cooperativa Cruz Azul. Las minas de ese tipo de roca han servido a esta sociedad para fincar el imperio del cemento en México durante casi 90 años. El éxito del grupo permitió diversificarse en distintos negocios en 27 empresas: desde el fútbol, la hostelería hasta servicios financieros. Pero la prosperidad empresarial ha desvelado también un malestar entre los socios. Un grupo de ellos ha denunciado la falta de transparencia y desvío de recursos por parte de Guillermo Álvarez, su líder desde hace 32 años. El caso ha escalado hasta los despachos de la Hacienda mexicana, que investiga a la cúpula de la cooperativa por lavado de dinero, delincuencia organizada y sospechosas transacciones de fichajes de futbolistas en su equipo, en la primera división mexicana.
La tormenta se desató en la Cooperativa Cruz Azul, con más de 760 socios, en marzo de 2019. Una investigación periodística de la organización Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad develó que Guillermo Billy Álvarez desvió recursos a paraísos fiscales y que usó dinero de la sociedad para destinarlo a servicios de consultoría de empresas fantasma, que habían sido señaladas por el fisco mexicano por realizar operaciones simuladas. El grupo disidente de trabajadores llevó sus protestas ante el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y el mandatario se comprometió a seguir el caso. En los primeros meses de 2020, el Consejo de Administración de la cooperativa presentó una denuncia ante la Procuraduría de Justicia de Ciudad de México. La Fiscalía mexicana abrió una investigación y el 29 de mayo la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) congeló las cuentas de Guillermo y Alfredo Álvarez, además de Víctor Garcés.
Las autoridades fiscales detectaron un desvío de recursos entre 2016 y 2017 a través de un esquema de pagos a 15 empresas fantasma de servicios de consultoría que la Cooperativa Cruz Azul contrató. El director general Guillermo Álvarez, de 74 años, firmó y aprobó facturas con valor de hasta 300 millones de pesos (13 millones de dólares), según informa la UIF. Guillermo Álvarez evadía los protocolos de la cooperativa para autorizar los servicios de consultoría de empresas fantasma. “El señor Álvarez ha sido protegido durante muchos años por las cúpulas de poder en otros sexenios. El anterior Gobierno federal [el de Enrique Peña Nieto] tuvo conocimiento de algunas carpetas de investigación como transferencias altas al extranjero, cuentas en Suiza. Y de la noche a la mañana se archivaban”, cuenta a EL PAÍS Guillermo Barradas, abogado del Consejo de Administración de la cooperativa.
Guillermo Álvarez y su círculo cercano han negado que las denuncias tengan fundamento. “El grupo de disidentes ha manipulado jurídicamente y mediáticamente información privilegiada”, sostiene Jorge Hernández, vocero de la cooperativa. Los opositores en la sociedad, afirma Hernández, son alrededor de 30 socios y fueron quienes filtraron la información para el reportaje de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad con la intención de “mantener cotos de poder y afectar a la institución”. Las denuncias del Consejo de Administración de la cooperativa y el consejo de vigilancia de la cooperativa buscan que Álvarez deje la cooperativa y que afronte las consecuencias legales, informa Barradas.
Las turbulencias en el grupo Cruz Azul también se han generado por una pelea entre hermanos. Guillermo y Alfredo Álvarez se disputaron el control de la cementera en 2009. Alfredo reveló el esquema de desvío de dinero de la cementera a paraísos fiscales y eso, en vez de lograr un cambio en la dirección general, terminó con su suspensión por siete años de la cooperativa en 2010. Volvió para enrolarse en la directiva del equipo de fútbol y todo indicaba que la disputa familiar se había zanjado. O eso parecía.
Alfredo Álvarez, también bajo investigación junto a su hermano, se deslindó de las acusaciones y testificó en contra de su hermano ante la Fiscalía mexicana. Allí aseguró que el club de fútbol Cruz Azul contrató a al menos cuatro futbolistas a sobreprecio en los últimos años. El reglamento de la Federación Mexicana de Fútbol establece en su artículo 66 que si un miembro incurre en “actos delictivos o de dudosa reputación” puede ser desafiliado. La norma puede referirse al equipo Cruz Azul como a su representante, Guillermo Álvarez. Este miércoles, el presidente de la Liga mexicana, Enrique Bonilla, cerró filas en el caso. “El club no está siendo sujeto de investigación y don Guillermo está dando la cara y presentando las pruebas de descargo”, dijo Bonilla.
Guillermo Álvarez, a la par de su gestión empresarial, también fue diputado local del PRI en el Estado mexicano de Hidalgo en 1994, aunque su carrera política no progresó. Billy Álvarez asumió el puesto de director general en 1988, diez años después de que su padre falleciera de un súbito infarto. Desde entonces no ha soltado el timón de la cooperativa. En 2011, un tribunal en materia civil determinó que la figura del director general no es está prevista por la Ley General de Sociedades Cooperativas, una figura que debe estar supeditada al Consejo de Administración. “Hubo requerimientos a Álvarez para que respetara el Consejo de Administración, pero no lo ha hecho”, comenta el abogado Barradas.
En 1931 se instituyó la Cooperativa Cruz Azul cuando 192 trabajadores de una fábrica de origen británico de cemento decidieron comprar, con el apoyo del Gobierno del Estado de Hidalgo, su lugar de trabajo. Su club de fútbol, que al principio era recreativo para los empleados, llegó a la Primera División mexicana en 1964. El equipo se volvió el estandarte de la familia Álvarez. La intención de la sociedad cementera era que el equipo publicitara a la empresa. En la Federación mexicana les impedían nombrar a un club como una marca comercial, por lo que la cooperativa logró el cambio del nombre de su sede, Jasso, para llamarle Ciudad Cooperativa Cruz Azul. Bajo ese truco legal, pudieron llamar Cruz Azul FC al conjunto deportivo, uno de los más populares del país y que se ha estancado en los últimos 22 años sin ganar la Liga. La mala fortuna del equipo también se le ha achacado al patrón. Pero Álvarez no encuentra sosiego ni en el fútbol ni en las ruidosas fábricas de cemento.
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