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La gestión del coronavirus enfrenta a Erdogan con los ayuntamientos opositores

El alcalde de Estambul exige medidas más drásticas para frenar la pandemia mientras las asociaciones de médicos creen que Ankara está ocultando datos

Andrés Mourenza
Trabajadores de la Sanidad durante el minuto de silencio por la muerte del profesor Cemil Tascioglu, primer sanitario muerto por COVID-19 en Turquía, en el exterior del Hospital de la Facultad de Medicina de la Universidad de Estambul, donde trabajaba.
Trabajadores de la Sanidad durante el minuto de silencio por la muerte del profesor Cemil Tascioglu, primer sanitario muerto por COVID-19 en Turquía, en el exterior del Hospital de la Facultad de Medicina de la Universidad de Estambul, donde trabajaba.SEDAT SUNA

La gestión de la epidemia provocada por el coronavirus en Turquía ha aumentado la tensión entre el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan y los ayuntamientos de las principales ciudades del país, en manos de la oposición. El alcalde metropolitano de Estambul, Ekrem Imamoglu, al que algunos sitúan como contendiente del presidente turco en las elecciones de 2023, ha exigido medidas más drásticas para detener el contagio -que se concentra en la ciudad del Bósforo-, mientras Erdogan insiste en mantener abierta la producción para evitar mayores daños a la frágil economía turca. Además, el Ministerio de Interior ha bloqueado las cuentas bancarias establecidas por varios ayuntamientos opositores para recoger donaciones que permitan hacer frente a los efectos de la pandemia.

El pasado lunes, los ayuntamientos de Estambul, Ankara y otras ciudades anunciaron que empezarían a recibir donaciones para ayudar a la población más desfavorecida. “Dada la magnitud de la crisis, hemos predicho que [la respuesta] podría exceder nuestros presupuestos”, explicaron 11 alcaldes opositores en un comunicado. Sin embargo, horas después, el presidente Erdogan puso en marcha su propia campaña de “solidaridad nacional”, que en apenas tres días ha recaudado más de 150 millones de euros a través de donativos de políticos y empresarios. El mandatario islamista acusó a los alcaldes opositores de pretender crear “un Estado dentro del Estado” y de llevar a cabo una campaña ilegal que excede sus competencias.

“Se nos han bloqueado las cuentas en media docena de bancos, con 6,4 millones de liras [unos 880.000 euros], lo cual es una violación de las leyes sobre las competencias de los ayuntamientos”, denuncia Eren Sönmez, consejero legal del Ayuntamiento Metropolitano de Estambul, que ha abierto un juicio contra los bancos y el Ministerio del Interior ante el Consejo de Estado: “Estas cuentas ya estaban abiertas a donaciones antes incluso de que nosotros accediésemos a la alcaldía, nosotros nos limitamos a recordar que estaban allí y que los fondos se utilizarían para la lucha contra el coronavirus”.

Esta es solo la última de una larga lista de enfrentamientos entre Imamoglu y el Ejecutivo central, que ya el año pasado puso en marcha un proceso legislativo para arrebatar competencias al Ayuntamiento de Estambul y poder llevar así a cabo macroproyectos como el faraónico Kanal Istanbul —un estrecho artificial para descongestionar el del Bósforo— a los que se opone el Gobierno municipal. La alcaldía también denuncia que se le está intentando estrangular financieramente desde Ankara. La llegada de Imamoglu al Ayuntamiento de Estambul insufló ánimo a una oposición acostumbrada a encajar derrota tras derrota frente a Erdogan, si bien la imagen del político socialdemócrata ha caído enteros desde entonces, entre otras cuestiones porque ha elevado el precio del transporte un 30% (al contrario de lo que había prometido) y porque apenas ha llevado a cabo proyectos (en buena medida debido a que el partido de Erdogan controla la asamblea municipal y bloquea cualquier iniciativa).

Así que la crisis del coronavirus se ha convertido en un nuevo terreno de lucha política entre ambos. Turquía, como otros países, detectó con retraso el inicio del brote -notificó el primer caso el 10 de marzo pero se cree que desde inicio de ese mes ya había contagios-, si bien tomó medidas de distanciamiento social como el cierre de escuelas y la prohibición de actos multitudinarios antes que otros países. No han sido tan drásticas como España e Italia: el confinamiento se “recomienda” a toda la población pero solo es obligatorio para los mayores de 65 años, menores de 20 años y enfermos crónicos. Eso sí, se ha prohibido la entrada y salida de más de 30 provincias (excepto al transporte de productos de primera necesidad) y se ha puesto en cuarentena a más de 10.000 peregrinos regresados de La Meca y unos 3.000 estudiantes repatriados desde países europeos. También medio centenar de pueblos y barrios con brotes han sido completamente bloqueados.

Turquía hace unos 15.000 test al día. Ya ha detectado más de 27.000 infectados por coronavirus y la curva de contagio sigue una evolución similar a la de España en sus primeros 17 días desde el inicio del brote. Las muertes, en cambio, son 574, menos de un tercio de las registradas en España en las mismas fechas. Sin embargo, algunos sectores ponen en duda esas cifras. Por ejemplo, el sábado 28 de marzo el Ayuntamiento de Estambul anunció la muerte de 21 personas por la Covid-19 mientras que el Ministerio de Sanidad daba, para todo el país, solo 16 fallecimientos. Al día siguiente, estas muertes habían sido borradas del registro electrónico.

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“Sabemos que hay muchos más casos y más muertes de los que dice el Ministerio y que no se están haciendo suficientes test. Estamos tratando a pacientes que creemos sospechosos de la Covid-19 por las tomografías, ya que los resultados de los test tardan días en llegar. Y si, entre tanto, el paciente muere, no se le cuenta como fallecido por Covid-19”, lamenta Fadime Kavak, presidenta de distrito del Sindicato de Trabajadores Sanitarios y enfermera del Hospital de Okmeydani (Estambul): “El 80 % de las plazas de UCI en Estambul están ocupadas y se podría llegar al límite en poco tiempo. Creo que si se diesen las cifras reales, la gente se daría cuenta del riesgo y no saldría tanto de casa”. Otras asociaciones y sindicatos médicos han hecho denuncias similares, además de criticar la falta de protección de los trabajadores de hospital (ya hay más de 600 sanitarios infectados y dos han fallecido).

El ministro de Salud turco, Fahrettin Koca, anunció que en toda Turquía hay 1.381 infectados por coronavirus en cuidados intensivos y que la ocupación de las UCI supera el 60 % en el ámbito nacional, la mayoría por otras enfermedades. En Turquía hay 25.000 camas para cuidados intensivos y 17.000 de ellas están equipadas con respiradores mecánicos, aunque se ha ordenado la compra de 5.000 más.

La epidemia se centra en Estambul, que concentra el 60% de los casos y la mayoría de las muertes. “Esto demuestra, como habíamos pedido anteriormente, que es necesario declarar cuanto antes un confinamiento obligatorio, al menos en Estambul”, tuiteó el alcalde Imamoglu. Sin embargo, el presidente Erdogan dejó claro que “no se tomarán más medidas” en caso de que las actuales funcionen y solo se hará si “se ignoran las precauciones y la pandemia se extiende”. Según varios análisis en la prensa local, confirmados por una fuente gubernamental, dentro del propio Ejecutivo hay debates sobre cómo enfrentar la crisis. La parte económica -con el yerno de Erdogan y ministro de Finanzas, Berat Albayrak, a la cabeza- presiona por no detener la producción para aprovechar el cierre de otros países competidores y evitar un descalabro de la frágil economía turca, cuya divisa ha perdido un 10% de su valor frente al dólar en el último mes.

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