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La odisea de 31 ciudadanos de Bahréin por el coronavirus

Las dificultades para su repatriación desde Irán a través de Qatar evidencian la fractura entre las monarquías del Golfo

Ángeles Espinosa
Un avión de Qatar Airways, la única compañía extranjera que sigue volando a Irán.
Un avión de Qatar Airways, la única compañía extranjera que sigue volando a Irán.PASCAL PAVANI (AFP)

Treinta y un ciudadanos de Bahréin han estado dos semanas atrapados por la disputa diplomática que su país mantiene con Qatar desde 2017. Tras salir de Irán en uno de los escasos vuelos posibles para volver a su país tras el parón del coronavirus, llegaron a Doha, capital de Qatar, desde dónde las autoridades bahreiníes se negaron a aceptar su repatriación en un avión catarí. Aunque finalmente Bahréin contrató un aparato iraní que los recogió este domingo, el incidente pone de relieve que ni siquiera la pandemia ha logrado destensar las relaciones de Qatar con sus vecinos.

Los 31 bahreiníes viajaron a Irán y se quedaron bloqueados por la suspensión de vuelos que siguió al estallido de la Covid-19 en ese país. Hasta que surgió la posibilidad de salir con Qatar Airways, la única aerolínea extranjera que sigue volando a la República Islámica después de que se convirtiera en el epicentro de la enfermedad en Oriente Próximo. Dado que Doha se encuentra a 139 kilómetros de Manama, capital de Bahréin, en línea recta (450 por carretera), la decisión parecía acertada. Sin embargo, iban a toparse con la enemistad regional más absurda del planeta.

Bahréin, como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Egipto, cerró sus fronteras y su espacio aéreo a Qatar tras interrumpir sus relaciones diplomáticas y económicas en 2017. El cuarteto, como pasaron a conocerse los cuatro países del embargo, acusa a Doha de apoyar a los islamistas radicales, incluidos los Hermanos Musulmanes, y de mantener estrechos lazos con Irán, el archirrival de Arabia Saudí. Las autoridades cataríes niegan lo primero y el aislamiento de sus vecinos árabes ha reforzado sus relaciones con Teherán que desde el principio le facilitó tanto el uso del espacio aéreo como el abastecimiento comercial.

Aún así, ha sorprendido la dureza del Gobierno de Manama. El comunicado oficial advertía a las autoridades cataríes contra “la interferencia en los arreglos [para la repatriación] a través de vuelos comerciales que exponen a los pasajeros en esos vuelos a los peligros que resultan del brote de coronavirus”.

Sin embargo, lo que Doha había propuesto era un vuelo privado. “Como Bahréin no permite vuelos comerciales desde Qatar (…), Qatar se ofreció a trasladar a los ciudadanos bahreiníes en un vuelo privado sin coste para las personas afectadas o el Gobierno de Bahréin”, aseguraba el pasado sábado el comunicado catarí en el que daba cuenta del rechazo bahreiní. El texto indicaba además que los 31 bahreiníes iban a ser sometidos a la prueba de la Covid-19 y que pasarían la cuarentena “en un hotel sin coste alguno”; y también tratados de forma gratuita si daban positivo.

No hizo falta. Tras la preceptiva cuarentena y una vez que se filtró el asunto, Bahréin anunció que iba a enviar un vuelo para repatriar a sus nacionales, sin dar más detalles. “A pesar de tener muchos aviones y nuevos que no están volando por la Covid-19, ha decidido contratar un MD-82 iraní con casi 30 años de antigüedad que va a volar vacío desde la isla de Kish a Qatar para recoger a los bahreiníes y llevarles [a su país]”, escribió el analista de aviación Alex Macheras en su cuenta de Twitter. “Lo vi despegar”, confirmó a EL PAÍS en un intercambio de mensajes Macheras, según cuya información el aparato aterrizó a las 15.30 hora local del domingo.

La reacción de Manama no solo es un portazo a su vecino, y formalmente socio en el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), sino también un gesto con una inevitable lectura sectaria. Dos tercios de los nacionales de Bahréin (que tiene 1,5 millones de habitantes, la mitad de ellos extranjeros) son chiíes, pero están gobernados por una monarquía suní, y las tensiones entre ambas comunidades que estallaron en 2011, durante la llamada primavera árabe, están latentes. Numerosos bahreiníes chiíes viajan a Irán cada año para visitar los santuarios de Mashhad y Qom.

Hasta el domingo, Bahréin había confirmado 499 casos de coronavirus, incluidas cuatro muertes, en tanto que Qatar, con 590 casos diagnosticados, anunció la primera muerte el día anterior. Doha ha participado tanto en las reuniones de emergencia del CCG, que además de a Qatar y a Bahréin agrupa a Arabia Saudí, EAU, Kuwait y Omán, para tratar la pandemia. Los ministros de Finanzas del grupo mantuvieron una videoconferencia el lunes de la semana pasada y los titulares de Sanidad hicieron lo propio la semana anterior.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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