China: la esperanza de dejar atrás lo peor
El país levanta con cautela las restricciones. Un 75% de las pequeñas y medianas empresas ha retomado la actividad, pero las escuelas permanecen cerradas
Con el levantamiento, a mediados de esta semana, de la cuarentena en la provincia de Hubei, el foco inicial de la pandemia de coronavirus, China ha dado un paso de gigante para tratar de pasar página y volver a la normalidad. Si todo sigue el camino previsto y no hay reveses, la reapertura de Wuhan, la ciudad de 11 millones de habitantes donde se detectaron los primeros casos, será el próximo paso el 8 de abril. La señal definitiva llegará con la vuelta a la escuela de los alumnos de primaria en todo el país.
Las escenas callejeras se parecen ya, cada vez más, a lo que solían ser. En las calles de Pekín, hace dos meses completamente desiertas, han vuelto la circulación pesada e incluso los atascos, antaño denostados y ahora un símbolo muy bienvenido de que las cosas vuelven a su cauce. Hay ganas de recuperar el tiempo perdido: en las entradas de parques y atracciones turísticas que ya reabren, largas colas —no siempre con la distancia reglamentaria de un metro entre persona y persona— aguardan para poder entrar, controlados por vigilantes que comprueban que nunca se supere el cupo máximo establecido. Con el buen tiempo, las familias vuelven a salir a pasear, con la mascarilla cuidadosamente puesta. La mayor parte de las tiendas en el centro ha retomado la actividad; cautelosamente, más restaurantes vuelven a colgar el cartel de abierto, aunque con limitaciones legales en su aforo y la distancia entre comensales.
La actividad comercial aún está lejos de ser plena —solo un 75% de las pequeñas y medianas empresas ha retomado ya el negocio—, pero los vendedores hablan de una recuperación de las ventas. Con cautela, eso sí, y preferentemente vía Internet: el amor de los consumidores chinos por el comercio electrónico se ha acentuado durante la epidemia, y el miedo a un contagio disuade aún a muchos de entrar en una tienda física.
Porque preocupa aún, y mucho, la posibilidad de una segunda oleada de contagios que haga volver a la casilla de salida y eche a perder dos meses de esfuerzo en este país en el que han enfermado 82.000 personas y han muerto más de 3.200 por la Covid-19. El drástico deterioro de la situación en Europa y Estados Unidos ha impelido a muchos ciudadanos chinos en el extranjero a regresar, y las autoridades sanitarias han detectado más de 500 casos “importados”, con cifras diarias cada vez más altas. Para atajar la posibilidad de una segunda vuelta, desde este sábado se han cerrado las fronteras a los extranjeros, salvo muy limitadas excepciones, y se han reducido en un 90% los vuelos internacionales.
Ha habido pasos atrás: después de reabrir 600 salas en todo el país, la Oficina Nacional de Cine emitía el viernes una orden para cerrarlas de nuevo, según la revista Caixin, en una señal de que la confianza en que todo ha quedado atrás no está completamente asentada.
Y la reapertura de Hubei no ha estado libre de incidentes. Varios vídeos en redes sociales chinas han mostrado los disturbios ocurridos en un puente que separa esta provincia de su vecina Jiangxi cuando grupos de personas de la provincia hasta ahora en cuarentena intentaron cruzarlo y los residentes del otro lado se lo quisieron impedir, por miedo a posibles contagios.
Aumento en Japón
Si China ya espera despedirse de la epidemia, en Japón, donde hasta ahora se ha continuado con la vida normal y no se han dejado de ver escenas de aglomeraciones callejeras, la situación es menos clara. Han cerrado colegios y recomendado no celebrar eventos multitudinarios, y se han registrado relativamente pocos casos, 1.630 hasta el sábado. Es algo que algunos médicos atribuyen a la “distancia social” de la cultura japonesa: escaso contacto físico, saludo con una inclinación de la cabeza y no un apretón de manos o besos; abundante lavado de manos y costumbre de llevar mascarilla.
Pero en los últimos días, y al tiempo que se ha visto obligado a posponer la celebración de los Juegos Olímpicos de Tokio, el número de nuevas infecciones detectadas ha ido en aumento. Solo en la prefectura de Chiba, junto a la capital, se han detectado 57 casos en una residencia de ancianos, según ha informado la cadena de televisión NHK. Para este fin de semana la gobernadora de la capital, Yuriko Koike, pidió a los ciudadanos que no salieran de casa a menos que fuera imprescindible, un llamamiento al que se unieron los responsables de las prefecturas colindantes.
El propio primer ministro nipón, Shinzo Abe, ha pedido a su población intensificar los esfuerzos para evitar una subida descontrolada de los casos similar a las registradas en Europa o EE UU, en una rueda de prensa celebrada el sábado. “Japón podría verse en la misma situación en poco tiempo, por eso pido a la ciudadanía que tome conciencia”, declaró.
Corea del Sur, mientras tanto, continúa registrando un número relativamente estable de nuevos contagios, en torno al centenar diario, con un total de casi 10.000 infecciones desde el comienzo de la pandemia. Ante el temor a que los ciudadanos puedan confiarse, y con las escuelas aún cerradas por precaución al menos hasta el 6 de abril, el Ministerio de Sanidad ha lanzado un llamamiento a mantener las precauciones. “La distancia social no puede tener éxito cuando solo la cumplen algunos individuos, debe ser toda la comunidad”, han insistido las autoridades sanitarias.
Hong Kong reactiva medidas para evitar un rebrote
El territorio autónomo chino de Hong Kong ha cerrado también fronteras de manera drástica tras constatar un aumento gradual, pero incesante, del número de contagios importados en su territorio. El viernes registró el mayor salto en un solo día, 65 casos, que elevaron la cifra total a 560 infecciones confirmadas. La mayor parte de los nuevos casos eran importados, aunque la ciudad también ha detectado un foco incipiente en locales que ofrecen música en vivo.
Para erradicar una posible segunda ola de infecciones, el Gobierno autónomo encabezado por Carrie Lam ha puesto en marcha medidas como retomar el teletrabajo, prohibir reuniones públicas de más de cuatro personas —en los restaurantes, no podrán sentarse juntos a la mesa grupos de comensales que superen ese número— y cerrar durante dos semanas cines, gimnasios y otros locales donde puedan coincidir un gran número de personas al mismo tiempo. A comienzos de esta semana ya había implantado un cierre de fronteras para los extranjeros no residentes que incluía la prohibición de tránsitos en su aeropuerto.
Pese a lo que se había apuntado en un primer momento, el Gobierno autónomo no implantará la ley seca y seguirá permitiendo la venta de alcohol en bares y restaurantes. Estos comercios habían protestado enérgicamente contra esa posibilidad. Alegaban que ya están muy golpeados tras las protestas en favor de la democracia que sacudieron la antigua colonia británica el año pasado, pero que se han detenido temporalmente debido a la pandemia. El territorio ha aumentado también el número de camas disponibles en las unidades de cuidados intensivos de sus hospitales para adelantarse a una posible escalada en la cifra de infecciones.
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