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Condenado a un año de cárcel en Marruecos por insultos a un policía un rapero crítico con el rey

Amnistía Internacional denuncia que el motivo de su detención son sus comentarios sobre Mohamed VI en la canción 'Viva el pueblo'

Francisco Peregil
Mohamed Munir, en una imagen de su cuenta en Instagram.
Mohamed Munir, en una imagen de su cuenta en Instagram.

El rapero Mohamed Munir, conocido en el mundo artístico como Gnawi, ha sido condenado este lunes a un año de cárcel y 1.000 dirhams (unos 100 euros) de multa por un delito de injurias a la policía marroquí en las redes sociales. El artista, de 32 años, se encontraba arrestado en prisión preventiva desde el 1 de noviembre por desacato e injurias contra un agente del orden. Sin embargo, tanto Amnistía Internacional como la principal ONG del país, la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), consideran que su encarcelamiento se debe a una represalia de las autoridades tras la difusión en YouTube de una canción, junto a otros dos raperos, donde se critica al rey Mohamed VI, que además es Comendador de Creyentes, máxima autoridad religiosa del país.

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La canción se titula 3acha cha3b (Viva el pueblo, en el árabe dialectal marroquí). Y ya ha alcanzado en YouTube una repercusión descomunal, con más de 15 millones de visitas. La frase “viva el pueblo” se convirtió desde la primavera árabe de 2011 en el lema de las protestas sociales en Marruecos. También fue el cántico de muchas manifestaciones durante el llamado Hirak (Protestas, en Árabe) de Alhucemas, en 2017.

La canción menciona las protestas del Rif (“soy el hombre libre detenido detrás de las rejas”, en posible alusión a Nasser Zafzafi, el preso rifeño más carismático), las desigualdades económicas, (“¿quién explota los fosfatos y posee las más grandes empresas, quién posee todo el país y busca aún más riquezas?”, y la emigración (“si somos 40 millones, 30 millones se quedan contigo a la fuerza (…) No habrá más pobreza porque todo el mundo huirá en 2020”).

En algunos de los montes más estratégicos de Marruecos, situados a la entrada de ciudades, a menudo se puede avistar desde varios kilómetros a la redonda una frase gigantesca que domina el paisaje: “Dios, patria y rey”. Son las llamadas “tres constantes” del país, tres líneas rojas que casi nunca traspasan ni los más críticos con la política del Estado. Sin embargo, algunos versos de la canción muestran un cuestionamiento del monarca como pocas veces se ha visto en Marruecos: “Dios, patria, el tercero que se vaya…”. “Tengo miedo de un solo Dios, no de un dictador reprimido”.

Los versos más críticos contra el rey, sin embargo, no son pronunciados por el rapero Gnawi sino por su colega Lgriya, que no ha sido detenido. Este hecho hace que las autoridades policiales hayan declarado de forma anónima a diversos medios de comunicación que la detención no tiene nada que ver con la canción sino con un vídeo difundido el 24 de octubre en Internet donde Gnawi aparece ensangrentado. El cantante acusó a un agente de haberle maltratado y robado dinero tras darle el alto en un puesto de control esa misma noche.

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La activista Khadija Ryadi, miembro fundador de la AMDH, cree que lo que ha llevado a Gnawi a la cárcel es la canción. “No hace falta meter a los tres raperos en la cárcel”, indicó a este diario. “Con uno solo basta para transmitir el mensaje de que las líneas rojas siempre están ahí y que el Majzén [El Estado, en el árabe dialectal marroquí] está siempre ahí dispuesto a castigar a quienes las traspasan”.

“El procesamiento de Gnawi está plagado de vicios de forma”, añade Ryadi. “No hay ninguna denuncia por parte del funcionario. Los hechos son antiguos, pero los han puesto sobre la mesa tras la salida de la canción. Las acusaciones de derecho común contra disidentes son una práctica común de las autoridades. La justicia, que no es independiente, siempre está lista a colaborar con la policía sin escuchar a la defensa”.

El ministro de Cultura y portavoz del Gobierno, Hassan Abyaba, declaró el pasado 14 de noviembre: “Las canciones de todo género deben respetar a los ciudadanos, las constantes de la nación y los principios y valores que forman parte de la educación de los marroquíes”. Y añadió que todo comportamiento no conforme con la ley deberá responder ante la justicia.

El islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), que encabeza la coalición de Gobierno, ha salido en defensa del monarca y de las “tres constantes”. El secretariado de la organización difundió un comunicado el pasado jueves donde ensalza “el desarrollo notable” que ha conocido Marruecos bajo el reinado de Mohamed VI.

El jefe del Gobierno, Saadedín el Otmani, del islamista PJD, también alabó “la seguridad y la estabilidad” conseguidas mediante “las constantes nacionales”. “Todo ataque contra esas constantes es una línea roja”, concluyó El Otmani ante miembros de su partido, sin mencionar en ningún momento al rapero.

Mientras las autoridades salen en defensa del orden establecido tampoco faltan quienes defienden a los raperos. La canción Viva el pueblo se ha coreado en varios estadios de Marruecos. Entre los medios de comunicación destaca el semanario Tel Quel, cuyo director, Réda Dalil, escribió el 8 de noviembre: “Si [la canción] hace vibrar una cuerda sensible es porque ha tocado una realidad que aunque nadie ignora nadie parece encontrarle una solución: el malestar de los jóvenes”.

Réda Dalil mencionó a los 2,7 millones de marroquíes “expulsados del sistema y a menudo candidatos a la emigración irregular”. “Sin empleo, sin formación, sin becas. Son la cara B del Marruecos del progreso, de las grandes infraestructuras y de las IDE (Inversiones Directas del Extranjero). La mayoría de ellos no conocen del Estado más que la coerción de las fuerzas al salir de los estadios y un golpe de porra perdido”.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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