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Erdogan niega que el Ejército turco haya violado el alto el fuego en el norte de Siria

La falta de concreción del acuerdo cerrado entre Ankara y Washington revela la fragilidad de la tregua

Andrés Mourenza
Un soldado turco asegura una carretera antes de que un tanque del Ejército avance hacia la frontera turco-siria, en Ceylanpinar.
Un soldado turco asegura una carretera antes de que un tanque del Ejército avance hacia la frontera turco-siria, en Ceylanpinar.Burak Kara (Getty Images)

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, insistió este viernes en que Turquía se ha comprometido a parar el avance de sus tropas y de sus milicias aliadas durante 120 horas (cinco días) y a detener todos sus ataques —excepto aquellos de “carácter defensivo”— para permitir que las milicias kurdas se alejen de la frontera turco-siria. Según afirmó una fuente del Ejecutivo de Ankara a este diario, ya se han detectado movimientos de los combatientes kurdos en este sentido, “si bien son todavía escasos porque estamos en las primeras horas del acuerdo”. Desde la otra parte, las milicias se quejan de que Turquía ha violado repetidamente el alto el fuego, algo que Ankara niega. “Esta mañana he hablado con el ministro de Defensa y me ha asegurado que todo va según lo planeado: 'No hay ningún problema', me ha dicho. No ha habido violaciones; en caso de que las hubiera me informaría”, declaró este viernes Erdogan en un encuentro con periodistas extranjeros.

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Asimismo, Erdogan ha insistido este viernes en que el acuerdo de alto el fuego alcanzado el jueves con Estados Unidos incluye una zona tapón o “zona segura” a lo largo de todo el norte de Siria, que será controlada por las Fuerzas Armadas de Turquía. En el punto 10 de la declaración publicada el jueves tras la reunión entre Erdogan y el vicepresidente de EE UU, Mike Pence, se establece que el Ejército turco será el encargado de “ejecutar” dicha “zona segura” y que “las dos partes aumentarán la cooperación en todas las dimensiones de su implementación”, pero no se dan detalles concretos sobre su extensión o localización geográfica.

En este sentido, Erdogan defendió este viernes que esa zona se extenderá a lo largo de 444 kilómetros “desde Ain al Arab [Kobani] hasta la frontera iraquí”, es decir, ocupará toda la frontera turco-siria, y se internará “20 millas [32 kilómetros]” en territorio de Siria. “Esto lo hemos dejado claro en todas nuestras conversaciones [con EE UU]”, aseguró Erdogan. Además, añadió que se establecerán “12 puntos de observación” de los militares turcos a lo largo de este área.

La operación Manantial de Paz iniciada por Turquía la semana pasada controla ya una extensión de cerca de 1.500 kilómetros cuadrados en la parte central del norte de Siria, fundamentalmente entre las localidades de Tal Abyad y Ras al Ain. Y, según Estados Unidos, es esa zona a la que se refiere el documento pactado el jueves en Ankara, que también exige la retirada de las milicias kurdas YPG (Unidades de Protección Popular, principal componente de las Fuerzas Democráticas Sirias o FDS) fuera de la “zona segura”. Turquía considera terroristas a las YPG por sus lazos con la guerrilla kurda del PKK, que actúa en Turquía y está incluida en la lista de grupos terroristas de EE UU y la Unión Europea.

“La tregua se ha pactado en las áreas controladas por los turcos, porque es ahí donde pueden llevar a cabo un alto el fuego. Las YPG deben retirarse de esas áreas”, matizó el jueves James Jeffrey, representante especial de EE UU para Siria. Por su parte, las milicias kurdas entienden que sólo deben replegarse 32 kilómetros de la frontera en aquellos lugares donde se están produciendo enfrentamientos directos con las fuerzas turcas y no a lo largo de toda la frontera.

La precipitación con que se desarrollaron las conversaciones del alto el fuego —“los estadounidenses tenían mucha prisa en conseguir algo de nosotros debido a cuestiones de política interna”, apunta una fuente turca involucrada en las negociaciones— ha dejado demasiados flecos sueltos, pues cada parte entiende algo diferente del escueto comunicado pactado por las delegaciones turca y estadounidense.

Turquía insiste en que Washington ha aceptado su plan de “zona segura”, el mismo por el que inició su intervención en Siria, y que, según Erdogan, tiene dos objetivos: “Alejar a los terroristas de la frontera turca” y permitir la repatriación de “entre uno y dos millones de refugiados” que actualmente residen en territorio turco y que serían instalados en nuevas ciudades construidas al sur de la frontera turco-siria. Pero Ankara tampoco parece tener muy claro cómo se implementará esa “zona segura”, teniendo en cuenta que buena parte de las áreas fronterizas de Siria, fuera de las controladas por Turquía, están en manos de las fuerzas de seguridad del régimen sirio tras el pacto alcanzado entre Damasco y la administración kurda del norte y este de Siria. El presidente sirio, Bachar el Asad, ya ha dejado claro que su Gobierno tiene pensado “hacer frente a la agresión” turca “por todos los medios legítimos”.

Preguntado acerca de si las tropas turcas deberán enfrentarse al Ejército regular sirio para crear su “zona segura”, Erdogan respondió: “No creo que el régimen cometa ese error”. Con todo, reconoció que esta será una de las cuestiones que centrará su reunión con el presidente ruso, Vladímir Putin, en Sochi el próximo 22 de octubre, ya que Rusia es el principal valedor del Gobierno de Damasco. “También Rusia y el régimen están incómodos por la presencia de organizaciones terroristas. Con ellos trataremos este tema, y creo que en breve limpiaremos la zona”, dijo Erdogan.

Será el Kremlin, y no Washington, cuyas tropas han sido retiradas del norte de Siria en una huida precipitada, el que finalmente tendrá la última palabra sobre lo que ocurra en la región: si se detendrá finalmente la ofensiva turca —que Erdogan está dispuesto a reanudar si las YPG no se retiran antes de finalizar el martes— y si Ankara logra imponer su tan deseada “zona segura”.

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