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La dramática sombra de la guerra saudí en Yemen

Cuatro años después de la intervención de Riad, el conflicto en el país vecino sigue causando dolor e inestabilidad

Milicianos Huthi durante una marcha el pasado marzo en Saná (Yemen).
Milicianos Huthi durante una marcha el pasado marzo en Saná (Yemen).M. HAMOUD (GETTY)
Ángeles Espinosa

La reacción de Arabia Saudí a los ataques a sus instalaciones petroleras del pasado sábado se ha centrado en asegurar que no habrá desabastecimiento de hidrocarburos, sin mencionar la guerra que hay detrás. Pero mientras recuperar el nivel de producción se presenta como cuestión de días, o como mucho semanas, su intervención en Yemen que refleja la rivalidad con Irán resulta más complicada de resolver. Incluso si la actual crisis no va a más, ya ha causado un grave problema a la imagen del reino como proveedor fiable de crudo.

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Que los rebeldes yemeníes hayan sido capaces de golpear el corazón de la industria petrolera saudí plantea hasta qué punto Irán está facilitando ayuda y tecnología a esa milicia. Pero más allá de si el ataque partió de suelo yemení o de otro lugar bajo control de grupos armados aliados de Teherán y de si se utilizaron drones o misiles, el bombardeo de Abqaiq y Khurais muestra la vulnerabilidad de unas instalaciones que no son solo clave para Arabia Saudí, sino para la economía mundial. En ese sentido, el daño diplomático está hecho.

Ahora la cuestión es cómo evitar que se agrave. Ni una improbable respuesta militar saudí (sugerida por el príncipe heredero, Mohamed Bin Salmán, en su conversación telefónica con el presidente estadounidense, Donald Trump), ni un bombardeo quirúrgico contra Irán como el que Trump contempló el pasado junio, solucionan la pesadilla en la que Yemen se ha convertido para Riad. Tampoco el más amplio problema del encaje de Irán en la región.

Desde que recién nombrado ministro de Defensa el entonces bisoño príncipe Mohamed decidiera intervenir en Yemen en 2015, todo su poderío aéreo y el apoyo terrestre de su vecino y aliado Emiratos Árabes no han sido suficientes para echar a los rebeldes Huthi de Saná. Al contrario, esa milicia se ha robustecido en el campo de batalla y ha logrado un nivel de asistencia por parte de Irán del que antes carecía. De hecho, sus proyectiles han ido mejorando tanto en alcance como en puntería. Sin embargo, la audacia y resultado de su último ataque lo colocan en otra magnitud.

Pero incluso si se confirman las alegaciones estadounidenses de que Irán lanzó casi una docena de misiles de crucero y una veintena de aviones no tripulados desde su territorio, Arabia Saudí, el mayor importador de armas del mundo, se enfrenta a algunas preguntas incómodas. “¿Para qué le han servido los sistemas de defensa que compra a Estados Unidos? ¿Cómo es posible que no dieran una señal de alerta?”, plantea Haizam Amirah Fernández, investigador del Real Instituto Elcano.

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“Irán apoya a los Huthi, pero responsabilizar de cada una de sus acciones a Teherán no resulta convincente. No siguen órdenes de nadie. Algunas de sus armas proceden de Irán, pero la mayoría de ellas las capturaron cuando el Ejército nacional de Yemen se desintegró”, opina Brian M. Downing, analista político-militar estadounidense.

Y sin embargo es posible que sin la ayuda de Irán, Arabia Saudí no pueda salir del laberinto yemení. El siempre oportunista régimen de Teherán ha ofrecido ahora su colaboración a la ONU para pacificar el más pobre de los países árabes. Considera su ascendiente sobre los Huthi como otra ficha para negociar con la comunidad internacional. Así que resulta improbable que dé pasos significativos mientras no se arregle la relación entre Irán y EE UU, algo que desborda la política regional, pero en lo que el Reino del Desierto y sus aliados árabes pueden colaborar.

De momento los ataques han conseguido llamar la atención del mundo, aunque los yemeníes lamentan que los cinco años de penurias que ellos llevan sufriendo no susciten tanto interés. “La coalición, y en especial Arabia Saudí, ha bombardeado escuelas, hospitales y zonas urbanas, matando a miles de civiles, sin que eso conmueva a los países que se llenan la boca hablando de libertades y derechos humanos; pesan más los intereses económicos que las vidas humanas”, se queja Mohamed D., un padre de familia muy crítico con el régimen Huthi y con las restricciones que ha impuesto desde que se hizo con el poder en Saná a finales de 2014.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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