Un cuarto de siglo de impunidad
Los familiares de las víctimas del atentado contra la AMIA en Buenos Aires reclaman que se avance sobre la presunta responsabilidad de Hezbolá y los sospechosos iraníes
La sirena produce escalofríos. Y no es un giro poético. A las 9.53 de cada 18 de julio, un sonido agudo recorre el cuerpo, mientras cientos de personas levantan fotos con rostros en el lugar donde un coche bomba cargado con 400 kilos de explosivos destruyó en 1994 la sede de siete pisos de la AMIA. La intensidad de la escena hace brotar lágrimas: hay que estar en el lugar para imaginar la dimensión trágica de aquella mañana de invierno en Buenos Aires. La calle Pasteur es aún hoy una ratonera angosta llena de comercios que hace un cuarto de siglo se llenó de polvo y gritos de desesperación. 85 personas murieron en el ataque terrorista, el mayor jamás producido en Argentina. El país sudamericano acusó formalmente al partido-milicia chií Hezbolá y al gobierno de Irán de ejecutar y planear la masacre, pero 25 años después sigue sin haber detenidos y el de AMIA permanece como un atentado impune.
Como cada año, la comunidad judía y los familiares de las víctimas reclamaron justicia. La ceremonia inició con la lectura de los nombres de cada una de los muertos y su edad. Luego hubo discursos, fuertes como otros años, pero esta vez cargados de emotividad por la cifra redonda. Un cuarto de siglo permite ya que los hijos pequeños de los muertos sean adultos y los padres, ancianos. Corrieron lágrimas y hubo nudos en el estómago. "Nos preguntamos, con una sensación de impotencia que no puede describirse, cómo es posible que 25 años más tarde no haya un solo responsable preso cumpliendo condena por este delito de lesa humanidad. El dolor permanece igual que en 1994", dijo el presidente de la AMIA, Ariel Eichbaum.
La causa AMIA tal vez sea el mayor fracaso de la justicia argentina. Semanas después del atentado, los investigadores apuntaron a la responsabilidad de Hezbolá e Irán. Determinaron además que el operativo con coche bomba había sido calcado del que dos años antes destruyó la sede de la embajada de Israel en Buenos Aires, donde murieron 29 personas. A esos avances iniciales le siguieron años de caos, corrupción y encubrimientos.
En febrero de este año, la justicia condenó al primer juez a cargo de la investigación, Juan José Galeano, y al exjefe de los servicios de inteligencia de entonces, Hugo Anzorreguy, a seis y cuatro años de prisión por encubrimiento. El escándalo estalló cuando se descubrió que Galeano había pagado por información 400.000 dólares Carlos Telleldín, un conocido ladrón de autos que había vendido la camioneta bomba a los terroristas. Valga la condena como muestra del descalabro. En 2001 inició en Buenos Aires el juicio contra la llamada “conexión local” del atentado, integrada por el propio Telleldín y cuatro policías. En 2004, fueron todos absueltos, con el argumento de que la acusación había sido un desastre. Hasta el expresidente Carlos Menem estuvo sospechado de interferir en la investigación, pero fue sobreseído.
Los familiares de las víctimas recordaron este jueves en la calle Pasteur la sumatoria de errores. Solo rescataron al fiscal Alberto Nisman nombrado por el expresidente Néstor Kirchner como fiscal a cargo de la causa AMIA. Nisman acusó formalmente a Hezbolá y a Irán y pidió la captura internacional de nueve exaltos cargos iraníes, entre ministros y diplomáticos asignados a Buenos Aires durante los años noventa. Interpol aceptó el pedido contra cinco de ellos y las alertas están vigentes desde 2007, sin éxito. “En Irán hay hombres que ordenaron matar a nuestros familiares y están libres, guardados. Están libres porque los países terroristas protegen a terroristas. A las víctimas del atentado las siguen matando cada día con una justicia indiferente”, dijo Sofía Guterman, que perdió a su hija en el ataque.
Nisman mereció aplausos. Su investigación fue la que más se acercó a la verdad, pero quedó trunca en enero de 2015, cuando apareció muerto en su casa con un disparo en la sien. Cuatro días antes había terminado un largo texto en el que acusaba a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner de encubrir a los iraníes vinculados al atentado. El fiscal apuntó contra el memorando firmado con Teherán para la formación de una comisión de la verdad que tomase declaración a los acusados en su país, a salvo de la justicia internacional. Guterman recordó el repudio que el memorando mereció en la comunidad judía, entre abucheos a la expresidenta y gritos de “gracias” a la memoria de Nisman.
La causa AMIA cobró facturas políticas a todos los gobiernos que siguieron al atentado. Mauricio Macri participó en 2016 en el primer homenaje a las víctimas que coincidió con su presidencia, pero esta vez envió a sus ministros. En la víspera, firmó un decreto que declara a Hezbolá organización terrorista, un gesto que fue celebrado durante el acto. El reclamo, sin embargo, va mucho más allá. Tanto AMIA como los familiares quieren que Argentina pida a la ONU que impulse un reclamo formal a Irán, algo que no ha sucedido hasta ahora.
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