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Columna
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El tráfico de armas en Colombia

En las grandes ciudades ha aumentado la oferta de armas largas

Ariel Ávila
Disidentes de las FARC en Guaviare, Colombia.
Disidentes de las FARC en Guaviare, Colombia.Raúl Arboleda (AFP)

En el 2019 han ocurrido varios hechos en materia de seguridad que tienen en alerta a las autoridades colombianas. En Medellín, la segunda ciudad del país, desde el año 2018 se han presentado balaceras en algunas zonas de la ciudad producto de la disputa entre bandas delictivas. Una guerra interna en La Oficina o antigua Oficina de Envigado desangra la ciudad hace varios meses. Igual ha sucedido en el municipio vecino de Bello, en varias de estas balaceras se han utilizado armas largas. De hecho, algunas de estas organizaciones criminales han revelado fotos donde se muestran fusiles de asalto. En Bogotá, la capital del país, se han presentado dos hechos en los últimos días. Por un lado, al sur de la ciudad, en la zona de Ciudad Bolívar, la policía fue atacada con armas largas a plena luz del día y unos días antes se asaltó una casa de valores, donde al menos seis de los criminales portaban armas largas.

En las grandes ciudades del país ha aumentado la incautación de estas armas y todo parece indicar que la oferta ha incrementado. También debe decirse que la situación es preocupante, ya que en los últimos años se ha presentado una reducción de la violencia homicida en las grandes ciudades. Bogotá está muy cerca de llegar a una cifra histórica de un solo dígito en su tasa de homicidio. En Cali, si bien tiene una tasa de 40 por cada 100.000 habitantes, hace seis años la cifra llegaba a los 80 por 100.000 habitantes. Las incautaciones recientes hacen temer lo peor.

El aumento en la oferta de armas largas en las grandes ciudades obedecería a tres razones. Por un lado, la dejación de armas de la principal organización ilegal que compraba armas. Las FARC durante años fueron el principal cliente de los traficantes de armas. Hasta el Gobierno de Alberto Fujimori en el Perú vendió cerca de 10.000 fusiles AK47 por un valor superior a los 15 millones de dólares. Hasta hace pocos años la frontera entre Colombia y Ecuador era la principal ruta de entrada de armas. Además, cuando los cárteles mexicanos lograron el monopolio de la entrada de droga hacia los Estados Unidos, estos comenzaron a pagar la droga con armas. Los grupos posdesmovilización paramilitar colombianos como el Clan del Golfo o en su momento los Rastrojos recibieron armas de punta a cambio de toneladas de droga. Las FARC también se beneficiaron de este negocio.

Con el abandono de armas de las FARC el mercado se inundó de armas y los precios bajaron en el mercado negro. Incluso, grupos que nacieron luego de la dejación, como el Frente Oliver Sinisterra, al mando de alías Guacho, responsable del homicidio de los periodistas ecuatorianos en la frontera, tenían fusiles M24. Bastante caros en el mercado. Con la salida de las FARC de la guerra y el aumento de la oferta, una parte de ese mercado ha comenzado a llegar a las ciudades.

La segunda explicación, es que en la medida en que Colombia, actualmente, tiene cerca de 200.000 hectáreas de hoja de coca, una cifra igual a la que se tuvo en los peores años del mercado entre 1995 y 1999, la consecuencia no solo es que Estados Unidos y Europa están inundadas de cocaína, también el mercado interno ha comenzado a ampliarse. La situación se complica si se hace un análisis regional pues Perú también ha aumentado el área sembrada y en Bolivia no hay una reducción pronunciada. Tal aumento de la oferta de drogas ha llevado a que las estructuras criminales busquen ampliar el mercado interno. En Bogotá, por ejemplo, luego de la intervención de una de las principales zonas de expendido de droga conocida como el Bronx, el mercado se pulverizó, causando el famoso efecto “cucaracha” y ahora se cuentan por centenares estas zonas de expendido de tamaño pequeño. En Medellín, gran parte del turismo, por lo menos un 60%, es un turismo que se fundamenta en marcados ilegales: el turismo de la explotación sexual y la venta de drogas. Hasta por la web se pueden encontrar paquetes turísticos que incluyen una visita a la tumba de Pablo Escobar. Esta expansión del mercado ha llevado a que estallen disputas criminales en algunas zonas de estas ciudades y por ende la demanda de armas va en aumento.

Por último, hay una explicación aún más complicada. El desgobierno en Venezuela ha llevado a un aumento de la corrupción, sectores de la Fuerza Armada venezolana han llenado de armas a Colombia. Aún no se sabe las cifras exactas, pero lo que sí se sabe es que la disponibilidad de estas armas en el mercado negro es bastante alta.

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Estas tres razones explican la posesión de armas largas en pequeñas organizaciones criminales. En algunas zonas del país, esto podría causar verdaderas batallas por el control de mercados y en algunos casos por el control territorial.

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