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Cristina Kirchner suma al moderado Sergio Massa a su frente electoral

Lavagna y Urtubey crean en el último minuto una candidatura centrista para las elecciones argentinas

Enric González
Sergio Massa, al centro, reunido el martes pasado con dirigentes del peronismo en la sede de su partido, el Frente Renovador.
Sergio Massa, al centro, reunido el martes pasado con dirigentes del peronismo en la sede de su partido, el Frente Renovador.Telam
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Ya está. Las coaliciones argentinas quedan cerradas para las decisivas elecciones de octubre. El frente capitalista y liberal de Mauricio Macri ha incorporado a un peronista conservador, Miguel Ángel Pichetto, como candidato a vicepresidente, y el frente populista y sindical de Alberto Fernández y Cristina Fernández ha captado a un moderado como Sergio Massa. Del naufragio de la “tercera vía” quedan dos supervivientes, Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey. Finalmente, Lavagna y Urtubey compartirán candidatura y cuyo caudal de votos, salvo desastre, decantará de un lado u otro la victoria en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de noviembre.

La lógica frentista, en un país esencialmente dividido como Argentina, se impuso hasta el penúltimo minuto. El macrismo y el kirchnerismo despedazaron a Alternativa Federal, la “tercera vía” del peronismo moderado, con el objetivo de captar peones centristas que atenuaran el rechazo que suscitan ambos. Casi la mitad del país (45%) no soporta a Cristina Fernández de Kirchner y casi la mitad del país (45%) no soporta a Mauricio Macri. En el intento de tranquilizar al votante, la expresidenta movió ficha primero y se colocó como aspirante a la vicepresidencia detrás de un pragmático como Alberto Fernández. El actual presidente respondió con una jugada audaz: convenció a Miguel Ángel Pichetto, peronista de derechas y rey del Senado, para que le acompañara en la fórmula electoral como vicepresidente.

Casi en el último minuto, horas antes de que expirara el plazo para formalizar coaliciones, lo que quedaba de Alternativa Federal se puso en pie. Roberto Lavagna, el viejo ministro de Economía que capitalizó el relanzamiento económico en los primeros años de Néstor Kirchner (2003-2005) tras el colapso financiero de 2001 y 2002, y Juan Manuel Urtubey, el joven gobernador saliente de Salta, armaron a toda prisa una candidatura conjunta que tiene el valor de lo insólito. Su fórmula, llamada Consenso Federal 2030, carece de posibilidades de victoria. Pero ofrece un refugio al votante que no aprecia ni el liberalismo (con un mandato económicamente desastroso) de Macri, ni el populismo (con la memoria del autoritarismo sectario y la corrupción) de Kirchner. Los sondeos les atribuyen hasta un 10% de los votos: lo suficiente como para decantar la balanza en la segunda vuelta electoral de noviembre.

Pichetto y Macri, reunidos este miércoles en la residencia oficial de Olivos.
Pichetto y Macri, reunidos este miércoles en la residencia oficial de Olivos.AFP

Mauricio Macri, a la vista de que no cuadraban los números para su reelección, ha hecho lo impensable: aliarse con un peronista y sacrificar su rechazo a la “vieja política” que, según él, condenaba a Argentina a un eterno círculo vicioso. Nadie encarna mejor que Miguel Ángel Pichetto la “vieja política”: nunca tuvo electores pero siempre estuvo en el poder. Le llaman “el Frank Underwood argentino” y quien haya visto la serie House of cards entenderá qué tipo de personaje es Pichetto. Peronista de derechas, de los de Saúl Menem, pero capaz de manejar el Senado con mano de hierro en beneficio de Néstor y Cristina Kirchner, y también de garantizar la gobernabilidad durante una presidencia en minoría parlamentaria como la de Macri, Pichetto inició la declaración con que anunció su pase al bloque macrista con una frase que le define: “Las emociones no forman parte de mi temperamento”. En la práctica eso se traduce en su voto a favor tanto de los presupuestos de Macri, a finales de 2018, como de la legalización del aborto, que el Senado rechazó en agosto pasado.

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Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner movieron ficha a su vez captando a Sergio Massa, que fue líder de Alternativa Federal (y su principal activo como captador de votos) hasta que la “tercera vía” crujió ante los embates a derecha e izquierda. Massa, antiguo primer ministro de Cristina Kirchner, quiere ser presidente. Esta vez no lo será. Tiene 47 años y todavía puede esperar. Entretanto, necesita mantener su bloque de parlamentarios. Eso es lo que le garantiza su alianza con el kirchnerismo, que aborrecía hasta hace unas semanas.

La concreción de las fórmulas ha tranquilizado la meteorología financiera. Alberto Fernández, como moderador de Cristina Fernández de Kirchner, y Miguel Ángel Pichetto, como sherpa político de Mauricio Macri, parecen agradar a los mercados financieros. En una Argentina atenazada por la inflación y la recesión y con una moneda fragilísima, los inversores internacionales pueden provocar un desastre nacional en una sola jornada. Sin embargo, las noticias han sido acogidas con tranquilidad.

El alza del dólar se ha frenado. Eso, de momento, favorece al Gobierno. Pero se trata de una hoja de doble filo. Una victoria clara del kirchnerismo en la primera vuelta podría hundir de nuevo el peso y marcar el epitafio de la presidencia de Mauricio Macri.

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