Alerta de una dirigente laborista en la campaña: “En Israel las mujeres estamos retrocediendo”
Eynat Kalish-Rotem, alcaldesa de Haifa : "Mi ciudad es un mosaico social sin guetos religiosos"
La galería de retratos de regidores de Haifa resume un siglo de historia a lo largo de un corredor de la sede del Ayuntamiento. Comienza con el último alcalde otomano de la ciudad portuaria y prosigue con una docena de cuadros, todos de hombres. “No me gustan los carteles electorales de la actual campaña. No se ven candidatas”, critica Eynat Kalish-Rotem, arquitecta urbanista de 48 años. Fue elegida hace seis meses alcaldesa de la urbe del norte del país, de 300.000 habitantes, y es la primera mujer que está al frente de un gran municipio de Israel.
“Eso es de la vieja escuela. La hegemonía masculina implica también la supremacía de un modo de pensar”, sostiene esta política laborista en el salón de plenos del consistorio durante una entrevista celebrada en vísperas de los comicios legislativos que celebra este martes el Estado judío. “Me parece preocupante que pueda haber menos mujeres en la nueva Kneset (Parlamento) porque los partidos hayan situado menos candidatas y en peores puestos en sus listas”, censura. “Creo que Israel va marcha atrás y está retrocediendo en muchos aspectos”.
Casada y con dos hijos, Kalish-Rotem estudió Arquitectura en el Technion, la prestigiosa universidad politécnica de Haifa, antes de especializarse en rehabilitación urbanística en Europa. Barrió a su predecesor en las urnas, un veterano regidor que acumulaba tres lustros de experiencia en el poder, con el 56% de los votos. Cinturón negro de karate, practica artes marciales dos veces a la semana. “Viene bien en política: para saber encajar y también para responder sin temor”, ironiza.
“Entré en política para ayudar en la renovación de mi ciudad, no para dar el salto a la arena nacional. ya me lo propusieron hace años y dije que no me interesaba”, aclara de entrada. “Haifa es una ciudad contaminada por la industria petroquímica que puede ser algún día un buen lugar para vivir. Acabamos de aprobar un plan para sacar las industrias de la bahía y convertirla en una riviera urbana sostenible”, explica. “Tendremos que librar una dura batalla con las grandes empresas, pero quienes vivimos aquí no tenemos por qué pagar con nuestra salud sus negocios”.
“Nuestro modelo es Barcelona. He estudiado su proceso de renovación. Tenemos que recuperar el centro urbano y conectarlo con el mar, con las playas. Necesitamos resituar las infraestructuras, el puerto y el ferrocarril para rehabilitar el frente marítimo”, concluye. “Con ese programa gané las elecciones locales. La gente no suele imaginarse el futuro, pero ese es precisamente el trabajo de los urbanistas”.
La alcaldesa destaca que Haifa es un “mosaico social”: “En Jerusalén o Tel Aviv judíos y árabes viven separados. Aquí no hay guetos; en un mismo edificio se pueden encontrar personas de distintas religiones Es algo natural en esta ciudad”.
Reconoce que la singularidad de su ciudad se debe tanto a razones históricas––en Galilea permanecieron decenas de miles de palestinos tras la creación del Estado de Israel en 1948––, y porque se trata de una urbe liberal y de mentalidad abierta. Un 12% de sus habitantes son árabes, musulmanes y cristiano; un 13%, judíos religiosos; un 25% proceden de la inmigración de la extinta URSS, conservadores pero seculares, y el resto son laicos progresistas.
“Vista desde fuera, Haifa parece una burbuja dentro de Israel, por la gran diversidad de su estructura poblacional”, matiza la regidora laborista. “Pero además está su atmósfera tolerante su ADN progresista. Hasta los ultraortodoxos son aquí más abiertos: muchos me votaron”.
Los tenientes de alcalde que capitanean la coalición municipal que sostiene a Kalish-Rotem son tan opuestos como un ultrarreligioso askenazi y un rabino reformista de Meretz (izquierda pacifista), o un afiliado a Haddash (partido árabe de izquierdas) y un militante de Israel, Nuestra Casa (que agrupa a inmigrantes rusos ultraconservadores). “Haifa debe ser uno de los pocos sitios en Israel en los que el Likud de Netanyahu está en la oposición”, señala Kalish-Rotem.
El primer ministro le pidió en diciembre que destituyera al teniente de alcalde árabe del partido Haddash, quien había efectuado unas declaraciones contrarias a la ocupación de los territorios palestinos desde 1967. “Fue una provocación. Es el estilo de Netanyahu, pero no me impresiona”, relata. “Le dije que me dejara llevar los asuntos de Haifa a mí, y que no se entrometiera. Esta es una ciudad con una mentalidad diferente de otros lugares de Israel. Cree que “los malos vientos que vienen desde Jerusalén no deben llegar hasta Haifa, donde no se respira odio en las calles”.
– ¿Cree que es posible un acuerdo de paz con los palestinos?
– Me resulta difícil dar una respuesta. Diga lo que diga, voy a ser cuestionada en Israel. Solo espero que dentro de pocos años Haifa pueda mostrar cómo gente muy diferente puede vivir junta un vida normal.
– ¿Con la fórmula de un solo Estado o la de dos Estados?
– Una solución sin muros, como Haifa.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.