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Letonia, entre el arraigo europeo y la minoría rusa

Los letones consideran a la UE y la OTAN garantes de su independencia y se mantienen vigilantes frente a posibles interferencias del Kremlin. Uno de cada tres habitantes del pequeño país es rusoparlante

Rusoparlantes de Letonia celebran el 73º aniversario de la victoria soviética sobre los nazis en Riga el 9 de mayo de 2018.Vídeo: Ilmars Znotins (Getty) / Vídeo. Gaceta Wyborcza

En Letonia, que cuenta con casi dos millones de habitantes, una de cada tres personas pertenece a la minoría de habla rusa. En Riga, este porcentaje es aún más alto: más de la mitad de los habitantes hablan ruso. Sin embargo, es inútil buscar aquí nombres de calles en ruso o rótulos escritos en cirílico en las oficinas municipales. El Estado le habla al ciudadano solo en letón. Las personas que no conozcan este idioma no podrán arreglárselas para gestionar el empadronamiento, ni para darse de alta como emprendedores o solicitar la prestación para desempleados. El intento de establecer el ruso como idioma oficial fracasó hace unos años en un referéndum. 

La lengua del ocupante

“Nuestra ventaja sobre los letones es que hablamos al menos dos idiomas. Pero no nos tratan como iguales”, afirma Laura, una estudiante rusoparlante de logística en una de las universidades de Riga. Sus amigos y conocidos solo hablan ruso. Se indigna porque en la tienda en el centro de la ciudad, donde trabaja desde hace dos semanas, los letones la miran disgustados cuando les habla en ruso. “He escuchado en varias ocasiones a los clientes decir que soy una ocupante y que ellos, por tanto, se niegan a hablar el idioma del ocupante. Lo mismo ocurre en la universidad. Tan pronto como alguien ve que escribo algo en cirílico en el móvil, deja de dirigirme la palabra. Estoy planteándome irme de Letonia porque el Estado no nos da nada”, se lamenta, y reconoce que lo que más influye en su decisión de marcharse son los bajos salarios en el país. Laura gana 2,5 euros por hora que, mensualmente, equivale al sueldo mínimo nacional (430 euros).

Ivars Belte, expresidente de la televisión pública letona, explica que las preocupaciones por la lealtad de la gran minoría rusa han existido en Letonia desde que el país ganó la independencia en 1991. Sin embargo, cobraron fuerza después de la anexión de Crimea por parte de Moscú en 2014. “Parte de la generación más mayor sueña con la entrada de su Ejército en el país. Estarían encantados con la presencia de los hombres de verde. Pero es algo poco realista. La mayoría de los rusos no piensa de esta manera, especialmente los jóvenes”, asegura Belte.

Para calmar los agitados estados de ánimo como consecuencia de una posible intervención rusa, el Ejército letón organizó el año pasado un seminario exclusivo para periodistas. “Me convencieron diciendo que cuentan con una estrategia razonable en caso de un ataque, que nos permitiría defender Riga durante dos días. En ese tiempo nuestros aliados de la OTAN deberían haber hecho su entrada en la ciudad. Hasta ahora había pensado que no teníamos ningún plan razonable en caso de ataque. Afortunadamente, no es así”, remacha Belte. 

La propaganda del Kremlin

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Letonia intentó también que se estableciera en el país una sección de Stratcom, un centro militar afiliado a la OTAN que estudia la influencia de la propaganda rusa. Los analistas de Stratcom llevaron a cabo no hace mucho pruebas a través de las cuales demostraron que resulta fácil manipular a los soldados en el campo de batalla utilizando la información falsa que se sube a las redes sociales. Del análisis del centro se desprende también que, en los países limítrofes con Rusia, la propaganda del Kremlin se realiza a diario y, además, a gran escala. No solo los empleados de las llamadas fábricas de trolls, sino también los programas informáticos denominados bot, así como los voluntarios, propagan la desinformación, y además, por decisión y voluntad propia. 

“La estrategia de Rusia permanece invariable. Tratan de socavar la credibilidad, despertar la incertidumbre y forzar unas decisiones muy concretas. La baja participación es una amenaza para el resultado de las elecciones al Parlamento Europeo, institución que ha financiado este reportaje. Si llega más o menos al 30% o 35%, a la propaganda antieuropea le será más fácil afirmar que las elecciones no fueron representativas. Creo que Rusia concentrará su actividad solo en unos pocos países en los que tiene mayor influencia”, explica Janis Sarts, directora de Stratcom.

Martins Spravniks, asesor del partido de centroderecha Unidad, en el poder, no tiene dudas de que el tema recurrente de la campaña de este año antes de las elecciones al Parlamento Europeo será principalmente la amenaza rusa. “Quisiéramos tener en nuestro país el mayor número de soldados estadounidenses posible. Al mismo tiempo, estamos fuertemente arraigados en la Unión Europea. Si no fuera por los últimos años de trabajo en el Parlamento Europeo, no se podría hablar sobre la política de defensa común”, asegura Spravniks, quien hace solo dos años y medio era el ayudante de la eurodiputada letona Sandra Kalniete, del partido Unidad. Kalniete se hizo famosa por sus agresivos discursos en el Parlamento Europeo en los que condenaba, entre otras cosas, la agresión de Rusia a Ucrania.

Nils Ušakovs, alcalde de Riga.
Nils Ušakovs, alcalde de Riga.Ilmars Znotins (Getty Images)

“Recuerdo muy bien el momento de la anexión de Crimea. Sandra y yo estábamos aterrorizados, esperábamos una reacción inmediata de la OTAN. Pensábamos que tal vez enviarían los buques de guerra al Báltico para que no fuéramos los siguientes”, rememora Spravniks. “Ella es particularmente sensible en cuanto a los rusos, ya que nació en Siberia, adonde fueron enviados sus padres”, explica.

Actualmente, Spravniks dirige una pequeña empresa que creó desde cero dedicada a la exportación de muebles infantiles. Dejó la política a petición de su esposa, que no soportaba más sus continuos viajes entre Riga y Bruselas. Pero la política le reclamó antes de las elecciones al Parlamento Europeo. El partido Unidad le solicitó su apoyo durante la campaña electoral. Unidad está entre los cinco grupos que formaron la coalición después de las elecciones generales del pasado otoño. Lo cierto es que las ganó el partido prorruso Armonía, con casi el 20% de los votos, pero es algo ya habitual en Letonia que casi todos los demás partidos formen una coalición contra él.

Legado de la URSS

Nils Ušakovs es el presidente del partido Armonía, y también alcalde de Riga. Hace unas semanas se metió en serios problemas. La Fiscalía quiere acusarlo de negligencia profesional en relación con el enorme escándalo de corrupción que estalló en otoño de 2018. El motivo fueron las licitaciones públicas para la compra de material rodante para la flota de transporte público por un valor de 270 millones de euros. Según la sección letona de Transparencia Internacional, entre el 5% y 7% del valor de todo el contrato fueron supuestamente sobornos que pagaron a los letones los adjudicatarios de las licitaciones, entre ellos la Skoda checa y la Solaris polaca. La Oficina Central de Anticorrupción de Polonia detuvo a finales del año pasado a un miembro del consejo de administración de la empresa con sede en Poznań y a un director comercial, ambos relacionados con el caso.

“De no haber sido por la Oficina Central de Anticorrupción, no sé si este caso habría tenido este final”, señala Valdis Liepins, presidente de la junta anticorrupción de la organización Delna, la sección letona de Transparencia Internacional. Liepins duda del sistema de justicia letón. Afirma que ya se hablaba desde hace años sobre los trapicheos en la compañía de transporte público de Riga. Pero resultaba complicado probar nada porque la empresa denegaba el acceso a la documentación a las organizaciones no gubernamentales y a los periodistas. 

“Las instituciones que investigan los casos de corrupción en Letonia carecen de financiación y son débiles. Los inspectores que se ocupan de su detección se marchan a menudo al sector privado y desde allí trabajan para algunos personajes turbios”, explica Liene Gatere, jefa de Delna. “La corrupción en la ciudad sigue siendo un legado de la época de la Unión Soviética. Los excomunistas pasaron a llamarse socialdemócratas. La práctica de sobornar está especialmente extendida entre los políticos de habla rusa”, añade Liepins. 

Los periodistas letones tachan de exageradas esas declaraciones. “La corrupción en Letonia no se debe solamente a un partido o a una nacionalidad. Hay que tener en cuenta que uno de los principales acusados en el escándalo relacionado con la empresa municipal es un letón que lleva trabajando en ella años. Letonia tiene un grave problema con la corrupción, que sigue sin resolverse desde hace años”, afirma Olga Dragileva, periodista e investigadora de la televisión pública letona.

“Ušakovs trata de justificar sus problemas con las divisiones en el país. Afirma que los políticos letones adversarios de la minoría rusa le tienen en el punto de mira. Moviliza a sus simpatizantes para que protesten en su defensa en el Ayuntamiento”, señala Ella Semjonova, periodista de la radio pública letona y que proviene de una familia de habla rusa. Admite que este juego político organizado por Ušakovs está funcionando. Cada vez que se va fuera de la ciudad a la provincia, escucha de parte de algún conocido: “¿Qué le estás haciendo en Riga a nuestro alcalde?”.

“La integración en nuestro país no funciona demasiado bien, la verdad, y parte de la responsabilidad es de los políticos. Ellos mismos cayeron en esta trampa. Ušakovs se considera un socialdemócrata, pero en cuanto intenta ampliar el electorado y mira a los letones, pierde el apoyo de parte de los rusos. Por eso les guiña el ojo constantemente diciendo que es su hombre”, añade Semjonova.

Ušakovs afirmaba recientemente que las acusaciones de corrupción contra él son de carácter puramente político. Presentar los cargos contra él se asemeja a una carrera contrarreloj. Recientemente, de manera inesperada, ha anunciado su candidatura para las elecciones al Parlamento Europeo, aunque anteriormente había negado que pensara irse a Bruselas. La opinión general es que lo hace solo para garantizar su inmunidad y escapar de la cárcel. 

Semjonova explica que la sorpresa por el asunto de la candidatura de Ušakovs es todavía mayor porque los partidos, generalmente, intentan enviar allí a su equipo más fuerte y rara vez se envía a una celebridad. Dominan los políticos con experiencia, los que hablan idiomas y están al corriente de la política exterior. Y Ušakovs no está muy al tanto. 

“Los partidos saben que no pueden permitirse unos candidatos incompetentes. Letonia es como una antena que pone la oreja y escucha lo que está sucediendo en Europa. Somos un país pequeño y la Unión Europea es uno de nuestros principales garantes de nuestra independencia”, remacha Semjonova.

Traducción: News Clips.

Este artículo se publica en el marco de la alianza de medios LENA.

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