La renuncia desesperada del diputado ‘tory’ que luchaba por el acuerdo
El conservador Nick Boles anuncia emocionado que abandona su partido por la incapacidad de desbloquear el Brexit
Nick Boles (Henham, Reino Unido, 53 años) es una rara avis entre los conservadores. Uno de esos políticos que dan prestigio y brillo en circunstancias normales pero que se vuelven incómodos y desubicados en situaciones extremas. Cuando este jueves anunció casi entre lágrimas, al ver derrotada en el Parlamento su propuesta de un Brexit “a la noruega” (Common Market 2.0) que abandonaba el partido, pocos compañeros de filas se sorprendieron, pero algunos comenzaron a percibir que tenían un serio problema. Si un político moderado, culto, afable, capaz de luchar contra la adversidad de un cáncer agresivo y abandonar su sesión de quimioterapia para acudir a votar en el Parlamento a favor del plan del Brexit de May —en el que no creía— tiraba la toalla, los conservadores se habían ganado a pulso el calificativo de nasty party (partido antipático) con el que se les conoció durante años. Si un hombre capaz de admitir abiertamente su homosexualidad en un ambiente homófobo decidía irse, la derecha británica estaba obligada a examinar sus propios fanatismos. Si un diputado que, en contra de sus propias convicciones, mantenía la lealtad al Gobierno y veía cómo la organización local de su circunscripción le retiraba su candidatura sin que la dirección nacional moviera un dedo, algo estaba definitivamente roto en el Partido Conservador.
Boles formó parte de ese Camelot de jóvenes de derechas del que se rodeó el ex primer ministro David Cameron en su empeño por dar un rostro amable al conservadurismo. Formó parte del grupo de Notting Hill, así llamado por el barrio acomodado, cosmopolita y chic en el que vivían muchos de ellos. Social liberales con una visión conservadora en política fiscal pero conscientes de que un país no avanza si se deja tirada a la mayoría de sus ciudadanos.
“A estas alturas me importa un bledo lo que le ocurra a mi partido”, reconoció hace poco a EL PAÍS en una entrevista en la que se dejaba fotografiar con la bandera noruega, que decoraba las paredes de un despacho parlamentario modesto en el que Boles, con un pequeño grupo de jóvenes asistentes, luchaba contra viento y marea para defender una salida honrosa del laberinto del Brexit. Había decidido dar la última batalla en defensa de lo que, según él, protegía mejor los intereses del país. Pero tenía muy claro que nunca podría contar con la ayuda de los euroescépticos de su partido, y por eso impulsó sus diferentes mociones alternativas con la alianza de diputados laboristas empeñados también en alcanzar un compromiso. Este jueves se convenció finalmente, y así lo expresó, de que su partido “rechaza expresamente comprometerse”, y Boles dio por concluidas sus responsabilidades.
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