El heredero saudí promete 20.000 millones de inversión en Pakistán, pero pide diálogo en Cachemira
El príncipe Mohamed Bin Salmán busca mejorar las relaciones y negocios con India, tras su visita a Islamabad
Apenas han sido 24 horas, pero la visita a Pakistán del heredero de Arabia Saudí, el príncipe Mohamed Bin Salmán (MBS), ha dejado en aquel país la promesa de inversiones por valor de 20.000 millones de dólares. El viaje, que prosigue este lunes con una escala en India antes de continuar a China, ha coincidido con un aumento de la tensión entre India y Pakistán en Cachemira. Deseoso de reforzar su imagen internacional tras el caso Khashoggi, MBS ha revalidado el compromiso económico del reino con Islamabad a la vez que evitaba tomar partido en la disputa con un llamamiento al diálogo.
El primer ministro paquistaní, Imran Khan, ha extendido la alfombra roja a su ilustre invitado, sin afearle que en el último momento hubiera retrasado un día su llegada inicialmente prevista para el sábado. Él mismo condujo el coche que le recogió el domingo por la tarde en la base aérea de Noor Khan, a las afueras de la capital paquistaní, y Bin Salmán se ha alojado en la residencia oficial del primer ministro. Además, el presidente de Pakistán, Arif Alvi, ha entregado al príncipe la Orden de Pakistán, la más alta condecoración civil del país.
Imran Khan expresaba así el agradecimiento por un reciente préstamo saudí de 6.000 millones de dólares con el que su Gobierno, que encontró unas finanzas al borde de la bancarrota el pasado verano, ha podido tomar aliento mientras negocia un rescate con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Ahora, la promesa de nuevas y millonarias inversiones reafirma una vieja alianza entre ambos países que comparten la misma fe, el islam suní. Arabia Saudí, rica en petróleo pero escasa en población, siempre ha ayudado económicamente al superpoblado Pakistán, que a su vez le ha proporcionado millones de trabajadores para su desarrollo. El ministro paquistaní de Información, Fawad Chaudhry, ha asegurado en Twitter que MBS ha ordenado la liberación de 2.107 paquistaníes presos en cárceles saudíes, tal como le solicitó Imran Khan.
De confirmarse, el gesto es muy significativo para Pakistán cuyos emigrantes, en su mayoría obreros sin cualificar, sufren a menudo la discriminación y el maltrato de las ricas sociedades de la península arábiga que los contratan. Contribuirá también al intento saudí de mejorar la imagen del heredero, muy dañada tras el asesinato del periodista Jamal Khashoggi el pasado octubre. Pero el viaje asiático de MBS, su segunda gran gira internacional en menos de tres meses (en diciembre estuvo en el G-20 en Argentina), también busca abrirse puertas en un mercado regional en plena expansión.
De ahí que, de camino a China, su otra escala sea India, los dos gigantes asiáticos que suman un tercio de la población mundial. De ahí también que, a pesar de la tradicional simpatía saudí hacia la causa musulmana de Cachemira, una región del Himalaya que reclaman tanto India como Pakistán, haya evitado alinearse con las reclamaciones paquistaníes.
“Por lo que se refiere a la disputa entre India y Pakistán, nuestro objetivo es intentar hacer disminuir las tensiones entre los dos países vecinos y ver si existe una vía para resolver estas diferencias de forma pacífica”, ha declarado el ministro de Estado de Exteriores saudí, Adel al Jubeir, citado por la agencia France Presse.
El pasado jueves, justo cuando se ultimaban los preparativos para el viaje de MBS, un grupo islamista establecido en Pakistán se responsabilizó de un ataque que mató a 41 fuerzas auxiliares indias en Cachemira. Este lunes, con el príncipe a punto de salir de Islamabad hacia Nueva Delhi, siete personas han muerto en la respuesta del Ejército indio al atentado. Ambos países han llamado a consultas a sus respectivos embajadores.
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