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La agonía del laborismo israelí pasa por las urnas de unas primarias internas

El partido fundador del Estado judío intenta frenar el desplome electoral que le auguran los sondeos

Juan Carlos Sanz
El líder laborista israelí, Avi Gabbay, saluda a una militante en las primarias del partido en Tel Aviv.
El líder laborista israelí, Avi Gabbay, saluda a una militante en las primarias del partido en Tel Aviv.JACK GUEZ (AFP)

No hubo celebración del desafío electoral a la derecha ni pugna ideológica por el liderazgo. Las primarias que celebró este lunes el Partido Laborista de Israel, la fuerza política que fundó el Estado judío hace 71 años, se convirtieron en un juego de las sillas en el que los dirigentes más destacados ya solo tratan de salvar su propio escaño. Los cerca de 60.000 militantes registrados en el partido, que contaba con 300.000 afiliados hace 20 años, han escogido con escaso entusiasmo, a la vista de la participación en la consulta (estimada en 55% de los censados), entre 44 aspirantes. Solo los más votados sobrevivirán en la Kneset (Parlamento), al ocupar puestos de salida en la lista electoral.

Viejas glorias como el exministro de Defensa y veterano sindicalista Amir Peretz, y la exlíder del partido, Shelly Yacimovich, figuran entre los aspirantes más votados por los militantes. Pero quienes obtuvieron los mejores resultados fueron dos jóvenes promesas: la diputada Stav Shaffir y el parlamentario Itzik Shmuli, que encabezaron las protestas sociales de los indignados de 2011 en Tel Aviv, en paralelo al movimiento 15-M en España. Entre los candidatos presentados con menos opciones de ocupar escaño se encuentran Gil Beilin —hijo del exministro Yossi Beilin, arquitecto de los Acuerdos de Oslo—, y el periodista de origen español Henrique Cymerman.

Después de haber resurgido en los comicios de 2015 con 24 de los 120 diputados de la Kneset y cerca del 19% de los votos —en coalición con la veterana líder centrista Tzipi Livni—, los sondeos para las legislativas del 9 de abril han llegado a situar al histórico Avodá al filo del umbral del 3,25% de los sufragios que da acceso a la Cámara, con solo cinco escaños.

La emergencia de los partidos centristas ha acabado de arrinconar a una izquierda de Israel sin señas de identidad. En 1992 triunfó en las urnas gracias al empuje de Isaac Rabin al frente de los laboristas (44 escaños y un 34% de los votos) y de los pacifistas de Meretz (12 escaños, con cerca del 10%). Pero la base electoral de la coalición que negoció los Acuerdos de Oslo con los palestinos ya ha pasado a la historia.

Tras una década de Gobiernos crecientemente derechistas encabezados por el conservador Benjamín Netanyahu, el centro —que en Israel se caracteriza por un moderado laicismo y la defensa de la separación formal con los palestinos sin renunciar del todo a la ocupación— se ha convertido en única alternativa de poder a las coaliciones que se aglutinan en tono al partido Likud del primer ministro saliente. La irrupción de un exjefe del Ejército, el general Benny Gantz, como candidato sorpresa bendecido por los sondeos en la actual campaña viene a confirma la agonía del laborismo, que se mantuvo de forma ininterrumpida al timón del Estado desde 1948 a 1977.

La federación sindical Histadrut, todopoderosa central fundada en 1920 en la Palestina bajo mandato británico, y los dirigentes del antaño floreciente movimiento de los kibutz (granjas colectivas) han colocado a sus aspirantes puenteando el liderazgo de Avi Gabbay, a quien los analistas responsabilizan de declive electoral del laborismo.

Exconsejero delegado de Bezeq, la mayor compañía de telecomunicaciones israelí, y exministro de Medio Ambiente entre 2015 y 2016, Gabbay destronó en la primarias de 2017 al anterior líder del partido, Isaac Herzog, debilitado por su tibia estrategia de oposición a Netanyahu. Capitaneó la deriva del laborismo hacia al centro, espacio político del que procedía, sin percatarse de que ya estaba ocupado por líderes como el popular presentador de televisión Yair Lapid; el actual ministro de Finanzas, Moshe Kahlon, y ahora también por el antiguo teniente general Gantz.

Está por ver hasta dónde desciende el suelo electoral del Partido Laborista si sus partidarios tradicionales no desertan en busca del voto útil de centro. Como recuerda el columnista Nahum Barnea en el diario Yedioth Ahronoth, los comicios “no se presentan como una disputa entre izquierda y derecha, o entre la solución de los dos Estados y la de un solo Estado, sino sobre la continuidad de Netanyahu en el poder”.

El carácter plebiscitario de las elecciones de abril beneficia al concurrido centro del campo político israelí, donde por ahora domina el terreno de juego el carismático general Gantz, en detrimento de una izquierda sin programa social ni oferta de paz que ya solo parece defender la permanencia.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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