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Las disputas regionales empañan la cumbre económica de la Liga Árabe

El anfitrión libanés ha abogado por la reinserción de Siria mientras que Riad ha boicoteado la asistencia de los jefes de Estado

Natalia Sancha

Beirut ha acogido este domingo la cuarta cumbre económica de la Liga Árabe, que se ha cerrado con pocas promesas y ha puesto en evidencia las disputas regionales que enfrentan a sus miembros. La agenda económica se ha visto politizada durante los días previos por aquellos países partidarios de que Siria retorne al organismo. Su participación fue suspendida en 2011, año en que estallaron las protestas populares en el país, en respuesta “a la represión del régimen sirio contra la población civil” cuando se contaban 3.500 muertos. En pleno impasse político, sin lograr formar un nuevo Gobierno en Líbano, ha sido el ministro de Asuntos Exteriores libanés, Yibran Basil, quien ha liderado la defensa de la reintegración de Siria. “Debemos abrazar a Siria en lugar de empujarla a los brazos de los terroristas”, dijo Basil durante la apertura del encuentro.

El emir de Catar, en la cumbre económica de la Liga Árabe en Beirut.
El emir de Catar, en la cumbre económica de la Liga Árabe en Beirut.N. SANCHA

“No se ha logrado nada con esta cumbre y las pocas propuestas que se han hecho caerán en saco roto porque los jefes de Estado, los únicos capaces de implementar las decisiones en sus países, no han venido”, valora por teléfono Hilal Khashan, profesor de Ciencia Política en la Universidad Americana de Beirut. “La reintegración de Siria está sobre la mesa, pero dependerá de los acontecimientos en la región, que en los últimos meses se desarrollan con mucha rapidez”, agrega Khashan. Entre discordias, tan solo dos jefes de Estado han acudido al encuentro, los de Catar y Mauritania, rebajando el perfil del encuentro para decepción del anfitrión libanés.

Dos de las 22 sillas han permanecido vacías durante las tres horas que ha durado la cumbre puesto que el Gobierno libio ha rehusado participar al “sentirse insultado” por los reproches que se han cruzado en los días previos representantes libios y el portavoz del Parlamento libanés, Nabih Berri, respecto a la misteriosa desaparición del líder chií Musa Sader hace 40 años mientras visitaba la Libia de Gadafi.

Berri llegó incluso a amenazar con impedir la entrada de la delegación libia en el aeropuerto de Beirut si intentaba asistir a la cumbre, mientras que sus seguidores retiraron la bandera del país norteafricano de las instalaciones donde se ha celebrado el evento para posteriormente quemarla. “La celebración de la cumbre hoy reafirma el papel y el mensaje de Líbano. Esperábamos que la cumbre fuera una ocasión para reunir a todos los árabes sin la presencia de sillas vacías", recalcó en la clausura de la cumbre el presidente libanés, el exgeneral cristiano Michel Aoun, en referencia a Siria y Libia.

En este enrarecido ambiente, la presencia del emir catarí Tamim bin Hamad al Thani ha logrado remontar la moral en una reunión que la prensa libanesa ha calificado de “completo fracaso”, y la opinión publica árabe ha visto con indiferencia. Paradójicamente, la asistencia de Catar se ha interpretado como un mensaje a su rival saudí, a quien varios políticos libaneses responsabilizan de boicotear la asistencia de jefes de Estado. Riad no ve con buenos ojos un Gobierno libanés cuyo bloque mayoritario integra Hezbolá, peón de su enemigo iraní. En cuanto a Catar, hace 19 meses que Arabia Saudí le impuso un duro embargo económico y político. El encargado de Exteriores libanés ha hecho un guiño a los mandatarios de Catar y Mauritania al agradecerles públicamente “haber roto el cerco" del boicot.

Si entre bastidores se ha discutido sobre la posibilidad de un retorno de Bachar el Asad a la cumbre política que la Liga Árabe celebrará en marzo en Túnez, públicamente se ha debatido sobre 29 asuntos de índole mayoritariamente económica. Entre los más destacados se encuentran los refugiados sirios, la judaización de Jerusalén, la creación de un mercado árabe común y de un banco para la reconstrucción de aquellos países que han sido devastados por la guerra.

Aoun ha reiterado su postura de favorecer el “retorno seguro” de los refugiados sirios a su país “sin esperar a una solución política del conflicto”. Y es que Líbano acoge a 1,5 de los 5,7 millones de refugiados sirios, lo que supone un cuarto de la población total y ha contribuido a colapsar las ya deficientes infraestructuras del país. También se ha instado a los países miembros a contribuir con los fondos necesarios para paliar el déficit que ha dejado la retirada de EEUU de las ayudas que la ONU destina a los refugiados palestinos.

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El Ejército libanés ha desplegado un fuerte cordón de seguridad y apostado soldados y tanques alrededor del escenario de la cumbre. Al otro lado de la ciudad, el Partido Comunista libanés congregó este domingo a medio millar de manifestantes para protestar contra la corrupción y el vertiginoso deterioro de la economía libanesa, lo que recordaba el creciente descontento social también presente en otros países árabes como Egipto. Como país anfitrión, Líbano ha tenido que hacer frente a los gastos derivados del evento que, según el comité organizador, rozan los nueve millones de euros.

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