La fabulosa (y loca) aventura de cruzar Estados Unidos para ir a la despedida de soltero de un desconocido
Una invitación recibida por error abrió a Will Novak las puertas a la aventura de su vida
Mientras usted lee estas líneas, Will Novak se dispone a entregarse, acompañado por un grupo de completos desconocidos, a la que probablemente será la fiesta más rara de su vida. Todo empezó el lunes 7 de enero, cuando este funcionario municipal de 35 años residente en Phoenix (Arizona) recibió por error un correo electrónico de un remitente al que no conocía. “Despedida de soltero de Angelo”, decía.
Se trataba de una invitación a una fiesta de temática ochentera en la estación de esquí de Okemo Mountain, en Vermont, en la otra punta del país. “Traed vuestros atuendos de los 80, pintas maravillosamente ridículas para esquiar. Preguntaos qué llevaría Angelo, y poneos eso”, indicaba el mensaje. Novak no tenía ni idea de esquiar. No conocía de nada al tal Angelo. Tampoco a Devin, quien firmaba la misiva.
“Así que, por supuesto, respondí”, explica.
“Hola a todos. No sé quién es Angelo. Soy un Will Novak que vive en Arizona. Vermont me queda un poco lejos para viajar a una despedida de soltero de un tipo al que nunca he conocido. Dicho esto: ¡joder, contad conmigo!”, escribió.
Y su respuesta se ha convertido en un pequeño fenómeno mediático; ha merecido los elogios de dos congresistas; ha generado una petición de micromecenazgo que lleva varios miles de dólares recaudados; ha sido abrazada por la estación de esquí como una inesperada y gratuita campaña de publicidad, y ha dado lugar a una generosa lluvia de obsequios, de la más diversa índole.
Tras definirse como “una criatura del desierto”, Novak advirtió de que solo había esquiado una vez en su vida y se le dio francamente mal. Les trasladó también sus inquietudes indumentarias. “Claramente la indicación de lo que llevaría Angelo es buena”, admitió. “Pero, insisto, no le conozco. No obstante, una vez adquirí un peto ajustado de lucha libre que había sido usado por Jim sierra Duggan en un evento de la World Wrestling Federation al que asistí en 1989, aunque puede no ser adecuado para el frío”.
La efusiva réplica de los anfitriones no tardó en llegar. “Estamos todos muy emocionados por conocerte”, decía. “La tuya puede haber sido una de las mejores (si no la mejor) respuestas a un correo electrónico que nunca se hayan escrito. Insistimos en que vengas”, le dijeron. Hasta el William Novak original, amigo de la infancia del prometido y residente en Brooklyn, reconoció que la presencia de su tocayo “podría ser el mejor regalo que Angelo haya recibido en su vida”.
En conversación con EL PAÍS, Novak se muestra expectante, aunque algo nervioso. “No soy un animal fiestero, soy más bien un friki aficionado a los juegos de mesa, y esto está totalmente fuera de mi zona de confort”, reconoce.
Sufrió un brote de responsabilidad de última hora. “¿Debo abandonar a mi esposa y a nuestra hija de nueve meses para cruzar el país y unirme a la despedida de soltero de un desconocido?”, preguntó Novak a sus amigos de Facebook. El sí fue unánime.
Hasta su compañera encontró que era una buena idea librarse de él por unos días. “Le parece muy bien”, asegura Novak. “Su única preocupación era el dinero, y es lógico: somos padres primerizos y nos acabamos de mudar de casa. Pero ella tiene espíritu aventurero y es muy divertida. Por eso la quiero”.
Novak, pues, se metió en harina. Pero, mientras se decidía, los precios de los billetes se habían disparado, y 750 dólares por un vuelo de ida y vuelta a Vermont se iba de su presupuesto. No se dio por vencido, y lanzó una campaña de crowdfunding en la página web GoFundMe, con el nombre de “Ayudadme a ir a una despedida de soltero de un desconocido”. Prometió a sus potenciales micromecenas un relato pormenorizado de la juerga en redes sociales. Para ablandar los corazones de los más reticentes, compartió una fotografía de Alf, el peludo extraterrestre que da título a la mítica serie ochentera, que le habían enviado sus nuevos amigos. “Venga, ayudadme a conocer a estos héroes amantes de Alf”, suplicó.
Colgó el enlace en Facebook y, para cuando terminó de cenar, había superado con creces la cantidad anhelada. La campaña de crowdfunding se convirtió en un fenómeno viral. Hasta sus representantes en Washington, el congresista Ruben Gallego y el senador Chris Murphy, compartieron la historia. Un periódico de Phoenix se refirió a Novak, para su propio asombro, como “una leyenda local”.
Los regalos se amontonaban virtualmente. Anthony Audy, un tatuador de Vermont, ofreció “sellar para siempre la amistad” entre el novio y el convidado estrella con tatuajes conmemorativos idénticos. Un profesor de esquí le ofreció clases gratis. ¿El regalo más inesperado? “Unos cinturones de cuero negros a juego para todos”, confiesa Novak. “Nos los mandan de una tienda de Detroit: resulta que su cartel sale detrás de mí en la foto que compartí en redes sociales y se han hecho famosos”.
El miércoles por la mañana superaba los 3.500 dólares recaudados. Qué duda cabe que hay causas más nobles a las que dirigir la filantropía. Pero a la gente le gusta reírse y, a menudo, paga por ello.
En un gesto que le honra, Novak renunció a quedarse con el dinero sobrante o a gastárselo todo en vicios. Se enteró de que Angelo y su prometida esperan un bebé y decidió, con la solidaridad del padre primerizo, regalarles el dinero extra para su presupuesto de pañales y ropitas.
Asegura Novak que su proyecto-de-nuevo-mejor-amigo aún no tiene ni idea de que un desconocido acudirá a su despedida de soltero. “Se casa la semana que viene, así que está muy ocupado en eso”, explica.
El plan del encuentro el viernes entre Angelo y su invitado desconocido está perfectamente planeado. “El otro Will Novak y yo vamos a ir vestidos con la misma ropa”, explica el Novak de Phoenix. ”Cuando llegue Angelo a la cabaña, yo estaré escondido y le recibirá el otro con todos los amigos. De pronto, se irá a buscar unas cervezas y entraré yo con ellas vestido igual que él”.
Novak ya tiene los vuelos. También ha reservado un coche de alquiler. Por si decide a huir. “Si aparecen todos con gorras de Make America Great Again [el lema de Trump], me veré obligado a salir por piernas”, reconoce.
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