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El primer restaurante nudista de París cierra sus puertas

"No dudes en reservar para una última cena desnudos en París. ¡Es ahora o nunca!", escriben sus propietarios al anunciar su clausura en febrero

Clientes sentados a la mesa en O'Naturel en una fotografía del perfil del restaurante en Facebook.
Clientes sentados a la mesa en O'Naturel en una fotografía del perfil del restaurante en Facebook.O'NATUREL

Era el restaurante del que todo el mundo hablaba en París y cuyo nacimiento, por lo novedoso, recogieron medios de todo el mundo, incluido EL PAÍS. Sin embargo, tanta publicidad no le ha servido para sobrevivir en el competitivo mundo de los fogones. Poco más de un año después de anunciar el nacimiento del primer restaurante nudista de la capital francesa —y uno de los pocos en todo el mundo abiertos en una gran urbe—, O'Naturel ha admitido que su apuesta no ha dado los resultados esperados, por lo que cerrará el 16 de febrero. "Gracias por participar en esta aventura al venir a cenar a O'Naturel", recoge su página de Facebook.

"Contamos contigo para que nos apoyes y nos ayudes durante este mes de enero y principios de febrero de 2019. Por lo tanto, no dudes en reservar ahora para disfrutar de una última cena desnudos en París. ¡Es ahora o nunca!", escriben sus propietarios, los gemelos Mike y Stéphane Saada, que no practican el nudismo y sirven las mesas vestidos. “Lo exigen las leyes, por higiene”, subrayan los hermanos, de 42 años.

A O’Naturel, que dispone de dos menús, a 39 y 49 euros —un precio habitual en París—, solo se puede entrar mediante reserva, y ahí ya se hace una primera criba para asegurarse de que los eventuales clientes son eso, clientes y no curiosos o malintencionados que puedan aguarle la fiesta a quienes quieren pasar una velada tranquila. La idea era, explicaba Stéphane a este diario, aplicar en el local los principios propios del naturismo: “Libertad, respeto a uno mismo, a su cuerpo, y respeto a los otros”, decía.

En O'Naturel, una enorme cortina blanca tapa el gran escaparate del restaurante, disimulado en una calle tranquila del distrito 12, en pleno París. Los clientes dejan sus prendas en el guardarropa de la entrada y se quedan solo con las zapatillas puestas que proporciona la casa, excepto las mujeres, que si quieren pueden dejarse puestos los tacones. Ambos sexos pueden además mantener sus joyas. Los móviles también se quedan en las taquillas dispuestas en el vestuario, junto a pantalones, vestidos y ropa interior. 

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Para entrar hay que llamar al timbre, puesto que la puerta permanece cerrada en todo momento para evitar curiosos. Al comedor solo se puede pasar una vez se ha dejado la ropa. Pero una vez cumplido ese requisito, O’Naturel no se distingue de otro restaurante cualquiera, salvo por el hecho de que todas las sillas están recubiertas con una funda de un solo uso que se cambia cada vez que se marchan los comensales, en aras de la máxima higiene que exige un local de estas condiciones. Quizás también por la temperatura, sensiblemente más elevada en atención a la desnudez de los clientes.

Francia es el primer destino mundial de nudismo y 2,6 millones de franceses se declaran nudistas, una cifra que supera los cuatro millones de personas que practican esta filosofía de vida en verano repartidas en playas y cámpings, según datos de la Asociación de Nudistas de París (ANP).

Sin embargo, esta práctica se había mantenido alejada de la capital hasta hace bien poco. En 2017 se abrió un espacio nudista en el bosque de Vincennes, un pulmón verde ubicado en el este. Además del restaurante, el año pasado se organizaron eventos mediáticos como una visita nudista al Palacio de Tokio, un museo de arte moderno y contemporáneo, que recibió 30.000 peticiones para unas 160 plazas, y la celebración de la primera Jornada Parisina de Nudismo.

Para Cedric Amato, vicepresidente de la ANP, es "demasiado temprano" para que la capital francesa acoja un restaurante de este tipo abierto todo el año. "Desnudarse para ir a comer no es algo que se haga día sí día no", ha explicado por teléfono a la AFP. Amato lamentó además la falta de un espacio exterior para los días soleados.

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