La detención de un líder de los ‘chalecos amarillos’ vuelve a agitar el panorama político francés
Políticos de extrema derecha e izquierda critican el arresto de Éric Drouet, que fue liberado horas después
¿Acción provocadoramente calculada o nuevo faux pas del Gobierno francés? Dos días después de que Emmanuel Macron advirtiera durante su tradicional discurso de fin de año que “el orden republicano será garantizado sin indulgencia”, uno de los líderes del movimiento de protesta de los chalecos amarillos al que el presidente enviaba su aviso, Éric Drouet, era arrestado por convocar un acto no autorizado en París. La detención ha suscitado fuertes críticas políticas y podría recrudecer de nuevo las protestas de las clases medias empobrecidas que han agitado Francia las últimas semanas.
“Todo lo que pasa aquí es político, la forma en que se hacen las cosas es política”, afirmó Drouet cuando, en horas de la tarde del jueves, salió libre al término de su detención preventiva en una comisaría de París y compareció, acompañado de su abogado, ante los numerosos medios que lo esperaban. El camionero de 33 años, uno de los iniciadores de las manifestaciones, se refería a su detención la noche previa, cuando convocó a los chalecos amarillos en la plaza de la Concordia en París para depositar velas en recuerdo de las víctimas de las protestas que comenzaron a mediados de noviembre y que, con menor intensidad, continúan hasta hoy en numerosas rotondas de todo el país.
Pero todo es político en torno a los chalecos amarillos y últimamente, en concreto, respecto a Drouet, una imagen muy controvertida del movimiento. El camionero de Seine et Marne, en las afueras de París, ya fue detenido el 22 de diciembre por llevar una porra, motivo por el que deberá comparecer ante un juez en junio. También provocó controversia al declarar en televisión que estaba dispuesto a “entrar en el Elíseo”, algo que le valió una primera investigación judicial.
“Los propósitos de ensañamiento del 31 de diciembre y la violación sistemática de los derechos políticos de sus oponentes dibujan una cara terriblemente inquietante de Emmanuel Macron”, tuiteó Marine Le Pen, líder de Reagrupamiento Nacional (ex Frente Nacional). Desde el otro extremo político, Jean-Luc Mélenchon calificaba de “abuso de poder” el arresto de Drouet. “Otra vez, Éric Drouet ha sido detenido. ¿Por qué? Abuso de poder. Una policía política ataca y acosa otra vez a los animadores del movimiento de chalecos amarillos”, denunció el líder de Francia Insumisa, que esta semana declaró su “fascinación” por Drouet.
“Cuando alguien organiza una manifestación que no es declarada, es que no respeta el Estado de derecho”, replicó el ministro de Economía, Bruno Le Maire. La fiscalía de París anunció que Drouet deberá comparecer el 15 de febrero por “organización de una manifestación no declarada”, algo que en Francia está penalizado con hasta seis meses de cárcel y una multa máxima de 7.500 euros. El abogado de Drouet, Kheops Lara, calificó la detención de “totalmente arbitraria”.
El Journal du Dimanche cuestiona la intencionalidad de las acciones del chaleco amarillo, del que sospecha que podría buscar convertirse en un “mártir” del Gobierno. En este sentido, cita algunas de sus charlas en varios Facebook live mantenidos los últimos días. “Imagina que hago que me controlen, y me detienen. El nombre aparece (en televisión). Eso les va a molestar. Se va a volver en su contra. Si hay que pasar cuatro horas en detención preventiva para estropear su imagen, lo hago”, dijo el 28 de diciembre.
La gran duda es, precisamente, qué efecto tendrá la detención de Drouet ante el “acto 8”, la nueva jornada de protesta que algunos chalecos amarillos quieren celebrar este sábado a pesar de las concesiones que realizó en diciembre el Gobierno de Macron, que quiere además iniciar a mediados de mes un gran “debate nacional” sobre las reformas. La participación en la última manifestación fue mínima: solo 800 personas en París el 29 de diciembre, 12.000 en todo el país, según datos de la policía. Es dos veces menos que la semana previa y muy por debajo de los 282.000 manifestantes calculados el 17 de noviembre.
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