La calma y la escasa participación dominan la protesta de los ‘chalecos amarillos’
El 'Acto V' del movimiento era un examen para Macron tras sus medidas para calmar los ánimos
Menos participación y menos disturbios. Este es el balance provisional del quinto sábado consecutivo de manifestaciones de los chalecos amarillos, el movimiento que en menos de un mes ha provocado la peor crisis del presidente Emmanuel Macron y lo ha forzado a rectificar su política.
Después del anuncio, esta semana, de una serie de medidas para calmar la revuelta, y de un atentado terrorista en Estrasburgo que dejó cuatro muertos y restó presencia mediática a las protestas, el número de manifestantes y de detenidos en París ha disminuido. A primera hora de la tarde, unos miles de chalecos amarillos protestaban en los Campos Elíseos de la capital francesa. La policía, que ocasionalmente usó gases lacrimógenos y cañones de agua para dispersar a los congregados, detuvo a 144 personas.
El quinto sábado de movilizaciones se saldó con una participación menor que en ocasiones anteriores y una cifra de detenidos también inferior. Hace una semana, a la misma hora, eran unos 500 arrestados. Las cifras provisionales indican que en París se han concentrado unas 3.000 personas. El último sábado fueron unos 10.000. El despliegue policial era similar que hace una semana, unos 8.000 agentes. En todo el país se manifestaron 66.000 personas. La semana pasada fueron 126.000.
Tanto para Macron como para los chalecos amarillos esta jornada era un examen. Para el presidente servirá para comprobar si las medidas que anunció el lunes —entre otras, un aumento en 100 euros de los ingresos para los receptores del salario mínimo— apaciguarán a los chalecos amarillos. Si esto es así, la protesta podría entrar en una nueva fase.
Para los chalecos amarillos, que siguen ocupando rotondas en carreteras de toda Francia, el llamado Acto V servirá para calibrar si son capaces de mantener la tensión en la calle o si deben abrir una nueva etapa de diálogo.
En París, los manifestantes se congregaron en dos puntos distintos de la ciudad: los Campos Elíseos y ante la Ópera. En los Campos Elíseos, unos mil chalecos amarillos paseaban arriba y abajo de la avenida, muy vigilada por la policía, que había establecido controles en los peajes de las autopistas que conducen a la capital.
Muchos comercios estaban cerrados y tenían los escaparates protegidos por paneles de madera. Otros se habían atrevido a abrir ante la calma aparente. En otras jornadas de protesta, los altercados empezaron al atardecer. El hecho de que estas manifestaciones carezcan de recorrido y horario establecidos, así como de servicio de orden, dificulta el control de los violentos.
"Macron nos ha dado migajas", se quejaba en los Campos Elíseos, en alusión a las medidas anunciadas esta semana por el presidente, Bernard Adroher, un funcionario nacido en Perpiñán y residente en París. "Debería aumentar todas las prestaciones sociales, no solo el salario mínimo", afirmaba José Freire, otro funcionario, nacido en Barcelona y criado en Perpiñán, que le acompañaba. Freire llevaba una bufanda con la bandera catalana; y Adroher, una bandera estelada. "Luchamos contra la política jacobina de Macron, que concentra todos los poderes en París", explicaba Freire.
Además de las concesiones de Macron y del duelo por el atentado el martes en Estrasburgo, el cansancio tras un mes de movilizaciones y la lluvia y el frío —dos grados en París— pueden explicar la baja asistencia. El Gobierno francés llamó en los últimos días a suspender las manifestaciones, pero no las prohibió.
Las reivindicaciones de los chalecos amarillos han mutado a lo largo de las semanas. Empezaron pidiendo la supresión del aumento de la tasa al carburante, objetivo ya logrado. Una reivindicación que tomaba fuerza este sábado en los Campos Elíseos era la del referéndum de iniciativa ciudadana. Se trataría de permitir que un número determinado de ciudadanos pudiesen proponer un referéndum a escala nacional. Ahora solo el presidente de la República, el Gobierno o el Parlamento pueden poner en marcha el procedimiento para convocar una consulta popular.
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