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Tierra de locos
Columna
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Las llagas innombrables de la izquierda latinoamericana

Los temas tabúes para el sector político en la región son Venezuela y la corrupción

Ernesto Tenembaum
Fernández de Kirchner jura como senadora en el Congreso argentino.
Fernández de Kirchner jura como senadora en el Congreso argentino.Télam

Una de las maneras en que el psicoanálisis mide los efectos de un hecho traumático sobre una persona se apoya en la capacidad que tiene esa persona de pensar y hablar sobre lo que le sucedió. Si ese parámetro se aplicara a la izquierda latinoamericana sería sencillo descubrir sus tabúes, sus vergüenzas: solo sería cuestión de identificar aquello que es, para ella, innombrable.

Hace unos días se realizó en la Argentina un cónclave llamado Foro del Pensamiento Crítico, donde participaron algunas de las personas que lideraron el continente durante los primeros quince años del milenio, entre ellas las ex presidentas de Argentina Cristina Kirchner y de Brasil Dilma Rousseff, así como el vicepresidente boliviano, Alvaro García Linera. También participaron prestigiosos intelectuales como el portugués Boaventura de Souza. Varios miles de personas concurrieron a aplaudirlos.

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En algún sentido, la reunión reflejó las debilidades que atraviesa ese sector político. Hace pocos años, se realizaban cumbres de presidentes donde compartían unos días Nestor Kirchner, Hugo Chavez, Luiz Ignacio Lula da Silva, Evo Morales, Rafael Correa y José Mujica. Todos lideraban sus países, eran populares y queridos y habían logrado conformar un eje que le ponía límites a los Estados Unidos y exploraba nuevas formas de organización social.

Todo eso terminó. Otras personas, con otros valores, gobiernan el continente. Nestor Kirchner y Hugo Chavez están muertos. Lula está detenido. La ultraderecha gobierna Brasil y distintas experiencias promercado intentan hacerlo en Argentina, Chile o Colombia. Esa debilidad se manifestó en la reunión realizada en Buenos Aires. Evo Morales solo envió a su vicepresidente. El brasileño Fernando Haddad figuraba en el programa, pero no viajó. Y José Mujica anunció a último momento que no cumpliría su promesa de asistir.

Los principales discursos tuvieron como eje central la denuncia de los efectos sociales y económicos del neoliberalismo en el continente. En ese lugar, los dirigentes se sienten cómodos y se explayan porque tienen de donde asirse. Al fin y al cabo, los tiempos en los que ellos gobernaron fueron, al menos al principio, relativamente prósperos. China crecía velozmente y el precio de las materias primas latinoamericanas --desde el petróleo venezolano hasta la soja argentina-- volaba por el aire. El derrumbe de esos precios debilitó a esos gobiernos y luego fueron reemplazados por otros que, en general, acentuaron la crisis. Por eso, para quien quisiera escuchar críticas al neoliberalismo, en esos días Buenos Aires era un buen lugar para estar.

Sin embargo, en esa reunión hubo temas tabúes, llagas que nadie se atreve siquiera a mencionar.

Una de esas llagas es Venezuela. Tácitamente, los organizadores reconocieron ese problema: hubo invitados argentinos, brasileños, bolivianos, paraguayos, colombianos y hasta del Vaticano, pero apenas hubo un participante venezolano. Esa admisión, sin embargo, no es capaz de producir ni una sola reflexión. Es un foro que denuncia al neoliberalismo porque es un sistema de hambre y represión. Sin embargo, en ningún país se generó tanta hambre y represión como en la petrolera Venezuela. ¿No hay nada para discutir, pensar, corregir sobre el punto?

El segundo tema tabú es la corrupción. Roussef y Kirchner fueron derrotadas en las elecciones entre otras razones porque gran parte de la población les recrimina la corrupción de sus gobiernos. Pero de eso no se habla. ¿No sucedió nada de lo que se dice? ¿No hay autocrítica al respecto? Solo silencio. En los discursos de las principales personalidades no aparece el tema ni de lejos.

Un tercer asunto difícil aparece tibiamente en algunos discursos y debates: la incapacidad que tuvieron esos procesos de mantener un crecimiento económico sostenido. Quien lo planteó en la cumbre fue el boliviano García Linera, tal vez porque Evo Morales y su gente justamente fueron los que pudieron garantizarlo. Pero en los discursos de Kirchner y Rousseff eso no apareció.

¿Puede volver esta gente al poder, a pesar de tantos traumas, negaciones y complicidades? Si uno viera la foto de ese encuentro, parecería una misión imposible. Sin embargo, los gobiernos de la región, especialmente el argentino, no están nada bien. "El neoliberalismo que ha triunfado en algunos países de America Latina está repitiendo las mismas recetas que hace veinte años fracasaron y llevaron a esos países al desastre económico y social. No hay inventiva, ni creatividad, ni esperanza. Es una vieja repetición mal formulada, mal adobada, de viejas decisiones que ya fracasaron en el continente", argumentó García Linera, para fundamentar por qué "la noche neoliberal" no será larga. Para cualquier argentino, por ejemplo es una buena descripción de lo que ocurre.

Quién sabe.

De aquellos grandes momentos de Chavez, Lula, Kirchner, solo quedaron controvertidos recuerdos. La historia no suele caminar hacia atrás. Pero si s se desafía tanto la ley de la gravedad, suele dar barquinazos.

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