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ABRIENDO TROCHA
Tribuna
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Aniversarios: lo bueno, lo malo y lo feo

Más allá de ataques del autoritarismo o de involuciones democráticas, otras esferas de la vida humana se encuentran amenazadas, de otra manera, con mucho más vigor y fiereza que en el pasado

Diego García-Sayan
Migrantes hondureños en México.
Migrantes hondureños en México.CARLOS GARCIA RAWLINS (REUTERS)

Es ambivalente el balance sobre el 70º aniversario de las Declaraciones de Derechos Humanos de 1948, la americana, primero, y la universal, después. La gama de valoraciones la podríamos tener, acaso, parafraseando esa película emblemática de los spaghetti western, con Clint Eastwood, de 1966, entre lo bueno, lo malo y lo feo.

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En lo bueno destacan tres aspectos. Primero, en balance, hoy no sólo hay más vigencia de derechos democráticos en el mundo que en 1948 sino, particularmente, una noción cada vez más extendida de derechos entre la propia gente. En varias regiones ha habido progresos notables en derechos democráticos. Por ejemplo, la democratización latinoamericana o el fin de la Guerra Fría con el efecto que tuvo en Europa el derrumbe del muro de Berlín.

Segundo, codificación y ampliación de derechos en tratados universales o interamericanos. Que no solamente tienen la cualidad de ser piezas de obligatorio cumplimiento, sino que han ido estableciendo una amplia gama de derechos que han ido más allá de los civiles y políticos estipulado de manera muy amplia y general en las Declaraciones de 1948. Temas ausentes en ese año tienen hoy lugar protagónico en las agendas democráticas: los derechos de la mujer, de los pueblos indígenas o la no discriminación por orientación sexual, por ejemplo.

Tercero: mecanismos internacionales de justicia accesibles para la gente. Con esto se va más allá de la mera enumeración declarativa de derechos para convertirlos en obligaciones internacionalmente justiciables. Destacan los diversos órganos internacionales de protección universales y las cortes regionales. Que, en Europa y América se expresa en dos vigorosos tribunales regionales a los que la gente puede recurrir cuando la justicia les ha sido negada en casa. En tiempo más reciente se ha añadido a estos tribunales la Corte Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, con jurisprudencia aún inicial.

Lo malo: persisten viejas violaciones y surgen otras. Dictaduras infinitas e implacables; en Asia, África y, en menor medida, América Latina, con su correlato de privación de los derechos democráticos más elementales. Pero además de práctica y políticas supervivientes en varios países, surgen nuevas y vigorosas regresiones autoritarias no sólo en el antes llamado tercer mundo sino en la propia Europa. En países como Hungría o Polonia la independencia judicial está bajo ataque, o en la antesala europea (Turquía).

Más allá de ataques del autoritarismo o de involuciones democráticas, otras esferas de la vida humana se encuentran amenazadas, de otra manera, con mucho más vigor y fiereza que en el pasado. Son parte de lo malo de este balance el calentamiento global o el ataque al medioambiente; todo por obra humana. La destrucción imparable de la vida marina o la deforestación por la incontenible minería ilegal de la Amazonia en busca de oro, por ejemplo, campean hoy con una impunidad que puede verse reforzada por políticas como las que anuncia Bolsonaro en Brasil.

Lo feo: procesos institucionales que se ven amenazados o trastocados por intereses geopolíticos. Confieso que estoy particularmente impactado por la visible inacción del ejemplar Tribunal Europeo de Derechos Humanos frente a graves violaciones de derechos humanos en Turquía. Que en el tribunal europeo 30.063 demandas presentadas por casos en Turquía hayan sido declaradas “inadmisibles” en el 2017 por “agotamiento de recursos internos” es desalentador.

Con centenares de jueces aún presos, organizaciones de abogados destruidas y sus integrantes también en la cárcel, es alarmante que se actúe como si las instituciones judiciales o la defensa legal estuviesen funcionando normalmente. ¿Abdicación de funciones por un aparente interés geopolítico de no moverle el piso desde Europa a un país que sirve de tapón en el camino de los refugiados? Tema feo a darle seguimiento.

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