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Los ferrocarriles públicos holandeses indemnizarán a las víctimas del Holocausto

La compañía estatal NS accede a compensar a supervivientes y familiares por haber facilitado el transporte a los campos de concentración

Isabel Ferrer
Veteranos de la II Guerra Mundial depositan en mayo de 2015 rosas sobre los raíles del tren a su paso por el campo de concentración de Westerbork.
Veteranos de la II Guerra Mundial depositan en mayo de 2015 rosas sobre los raíles del tren a su paso por el campo de concentración de Westerbork.Peter Dejong (AP)

Los Ferrocarriles Neerlandeses (NS), la principal compañía operadora de servicios de pasajeros de los Países Bajos, compensará a los supervivientes y a las familias de las víctimas del Holocausto que fueron llevados al campo holandés de tránsito nazi de Westerbork, desde donde eran enviados a campos de concentración. Se trata de la primera vez que la firma estatal accede a indemnizar a sus compatriotas por un transporte que le reportó 409.000 florines (2,5 millones de euros al cambio actual) durante la ocupación nazi. En 2005, la dirección de NS pidió disculpas por su comportamiento en la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, ha donado más de un millón de euros para preservar Westerbork y otros monumentos.

Las indemnizaciones serán calculadas caso por caso y sin necesidad de ir a juicio. Ha sido posible después de que Salo Muller, de 82 años, hijo de judíos asesinados, llegara a un acuerdo con Roger van Boxtel, presidente de NS, que alcanzará al resto de los afectados. Muller, antiguo fisioterapeuta del equipo de fútbol Ajax, considera que “se reconoce al fin que el sufrimiento no prescribe”. “Por eso estoy encantado de que el pago se haga por razones morales; no lo esperaba”, agregó. Sus progenitores fueron subidos en 1941 a un vagón camino de Westerbork, al noreste del país. Fue la parada anterior a Auschwitz, en Polonia. Muller tenía cinco años.

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“Las empresas son mucho más sensibles a las reclamaciones de colectivos que a las privadas, y de ahí el éxito de esta”, indica el historiador Johannes Houwink ten Cate, especialista en el estudio del genocidio y el Holocausto, en conversación telefónica. “En la guerra, los directivos del ferrocarril debieron pensar que tenían un pacto con los ocupantes: hicieron lo que les pedían a cambio de mantener el control de la red, pero las consecuencias fueron tremendas”, agrega.

El cálculo de las ganancias obtenidas por NS en el transporte de judíos holandeses, así como de miembros de la comunidad romaní, testigos de Jehová o prisioneros políticos, a campos de concentración a instancias de los nazis, lo hizo Ten Cate en 2015. Se lo pidió el programa televisivo de investigación Brandpunt. “La comunidad judía holandesa sumaba 141.000 personas. La mitad residía en Ámsterdam, y cerca de un 30% entre Róterdam y La Haya. Sobrevivieron 5.000. Conté los kilómetros recorridos hasta Westerbork, y los precios marcados en los recibos remitidos a los nazis por NS. Porque este transporte se cobraba. Luego hice la conversión al cambio actual de acuerdo con criterios homologados”, explica. Por cada viaje, se remitía una factura al correspondiente responsable nazi. Si no pagaban a tiempo, recibían un recordatorio. “Llegaron a pagar con el dinero robado a las propias familias judías”, añade.

NS envió 93 de sus convoyes a Westerbork durante la guerra. La cuenta de uno de los viajes realizados en 1944 estaba guardada en los Archivos Nacionales, en Estados Unidos. La encontraron los reporteros de Brandpunt. El experto lo considera revelador, dado que la mayoría de los ficheros históricos de los Ferrocarriles Neerlandeses fueron destruidos. “Debió acabar en manos estadounidenses con la documentación recopilada para los juicios de Núremberg. Lo más probable es que los ferroviarios holandeses desconocieran el destino final de los deportados. Piense que las cámaras de gas eran un secreto de Estado para los nazis. La dirección de los ferrocarriles puede que también ignorara los detalles, pero fueron indispensables en la retorcida ruta que llevaba a Auschwitz”.

Controlado por la policía holandesa, los nazis utilizaron Westerbork para reunir a la población lista para su deportación, que empezó de forma sistemática en 1942. Ana Frank, la autora del famoso Diario, y su familia fueron transportados en esos trenes. Ella y su hermana, Margot, perecieron en Bergen-Belsen (Alemania). Su madre, Edith, murió en Auschwitz. Solo sobrevivió Otto, el padre. “Hace dos años, la Sociedad Nacional de Ferrocarriles de Francia [SNCF, en sus siglas en francés] decidió compensar [con un total de 53 millones de euros] a las víctimas del Holocausto o a sus familias”, añade Ten Cate. ¿Es más sensible Holanda ahora a las injusticias históricas? Tal vez, dice. “Vivimos en la época de las disculpas. En nuestro caso, hemos pasado de dar lecciones y creernos con derecho a juzgar, en particular porque fuimos neutrales durante la Primera Guerra Mundial, a interesarnos por lo que no es justo”, concluye.

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