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Mueller acusa al exjefe de campaña de Trump de mentir y romper su acuerdo de cooperación

La acusación supone la pérdida de un testigo clave en la investigación de la trama rusa y complica el futuro legal de Manafort

Manafort, el pasado junio al llegar a un juzgado en Washington
Manafort, el pasado junio al llegar a un juzgado en WashingtonJonathan Ernst (REUTERS)

Giro inesperado en la investigación de la trama rusa. El fiscal especial Robert Mueller acusa a Paul Manafort, el exjefe de campaña de Donald Trump, de mentir a los investigadores, según un documento judicial registrado a última hora del lunes. La defensa del veterano lobista lo niega, pero en la práctica la acusación supone la ruptura del acuerdo de cooperación entre Mueller y Manafort. El primero pierde a un testigo clave en sus pesquisas al entorno del presidente estadounidense, mientras el segundo se arriesga a una condena mucho mayor de cárcel por sus presuntos delitos como consultor político.

Manafort, de 69 años, se declaró culpable en septiembre de delitos de conspiración contra Estados Unidos y de obstrucción a la justicia por sus negocios de consultor en Ucrania antes de trabajar para Trump. Esa declaración le obligaba a cooperar “plenamente y verdaderamente” con Mueller, que ganó acceso a un actor clave en sus pesquisas para determinar si la campaña del republicano pudo coordinarse con la injerencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016.

Sin embargo, el exasesor de los expresidentes Gerald Ford y Ronald Reagan no habría cumplido su palabra, según Mueller. “Tras firmar el acuerdo de culpabilidad, Manafort cometió delitos federales al mentir al FBI y a la oficina del fiscal especial en una variedad de asuntos, lo que constituyen violaciones del acuerdo”, sostiene el fiscal especial en el escrito judicial y avanza que los detalles se revelarán en los próximos días. En cambio, los abogados de Manafort aseguran que “proporcionó información verdadera” a los investigadores.

Sin citar directamente a Manafort, Trump volvió a arremeter este martes con dureza contra la investigación del exdirector del FBI. “La falsa caza de brujas continúa, pero Mueller y su banda de demócratas enfados solo miran a un lado, pero no al otro”, escribió el presidente en Twitter. “Esperad a cuando se sepa cómo de horriblemente y agresivamente están tratando a la gente, arruinando vidas por rechazar a mentir”, agregó. El equipo legal de Trump mandó la semana pasada las respuestas escritas del presidente a una serie de preguntas efectuadas por el fiscal especial.

La portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, evitó entrar a valorar la situación de Manafort, pero insistió en que Trump “no está involucrado en ningún delito” y que no hubo tampoco ninguna coordinación entre su campaña y Rusia. En una rueda de prensa, Sanders también señaló que, pese a sus críticas feroces, el mandatario no prevé despedir a Mueller.

Tras romperse el acuerdo de cooperación entre Mueller y Manafort, la juez federal Amy Berman Jackson será la que determinará el futuro del proceso judicial. Manafort, que está encarcelado en régimen de aislamiento en una cárcel de Alexandria (Virginia), ya fue condenado en agosto a entre siete y diez años de cárcel por ocho delitos de evasión fiscal y fraude bancario. Al declararse culpable, evitó el inicio de un segundo juicio relacionado con sus tareas de consultor, pero ahora puede enfrentarse a nuevas penas de prisión. Manafort no puede derogar su acuerdo de cooperación, pero el equipo de Mueller ya no está obligado a cumplir las promesas de acusaciones más leves que le hicieron como contrapartida.

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De la treintena de imputados por el fiscal especial, Manafort es el que tiene los lazos más estrechos entre el entorno de Trump y Moscú. En sus cinco meses como jefe de campaña de Trump, incluida la convención republicana en la que fue designado candidato, Manafort estuvo en contacto con varios oligarcas cercanos al Kremlin. Y participó en la misteriosa reunión de junio de 2016, a cinco meses de los comicios, que mantuvieron miembros de la campaña del republicano con una abogada rusa que les había ofrecido material comprometedor sobre su rival electoral, Hillary Clinton.

La gran incógnita es sobre qué asuntos habría mentido Manafort a Mueller y por qué habría tomado tal riesgo sabiendo que fácilmente iba a ser descubierto y se enfrentaría a más años de cárcel.

Al margen de Manafort, otros cuatro excolaboradores de Trump se han declarado culpables de delitos investigados por Mueller (la mayoría no relacionados con la injerencia rusa) y cooperan con el fiscal especial. Mueller ha dado por probada la intromisión electoral de Moscú al acusar a una decena de espías militares rusos de robar documentos del equipo de Clinton que luego publicó Wikileaks y condicionaron la campaña electoral. Sin embargo, no ha demostrado por ahora ninguna coordinación entre Trump y la ofensiva cibernética de Rusia para ayudarle a llegar a la Casa Blanca.

Las presuntas mentiras de Manafort suponen una complicación para la investigación de Mueller, que ya está en un momento delicado después de que Trump forzara el pasado 7 de noviembre la dimisión de Jeff Sessions como máximo responsable del Departamento de Justicia. Eso hizo que la supervisión de las pesquisas recaiga en Matt Whitaker, designado fiscal general interino, que en el pasado se ha mostrado muy cercano a Trump y, como el presidente, acusa a Mueller de llevar a cabo una “caza de brujas”.

Posible conexión Manafort-Assange

Paul Manafort, el exjefe de campaña de Donald Trump, se reunió en tres ocasiones en los últimos años con Julian Assange, el fundador de Wikileaks refugiado desde 2012 en la Embajada ecuatoriana en Londres, según fuentes citadas este martes por el diario británico The Guardian. Tanto Manafort como Wikileaks negaron tajantemente los encuentros.

Manafort se reunió con Assange en 2013, 2015 y alrededor de marzo de 2016, casi al mismo tiempo en que Trump le designó como gestor de la convención republicana que nombró al magnate inmobiliario candidato a la Casa Blanca. En mayo de ese año, Manafort se convirtió oficialmente en el jefe de la campaña de Trump hasta que fue despedido en agosto tras estar envuelto en investigaciones por sus negocios en Ucrania.

El calendario de la última reunión es importante. En julio de 2016, justo después de la convención republicana y antes de que empezara la demócrata, Wikileaks publicó cientos de correos electrónicos del Partido Demócrata. Los servicios de inteligencia estadounidenses acusan a Rusia de robar los correos tras infiltrarse en el servidor demócrata en marzo de 2016 -el mismo en que Manafort se habría visto con Assange- y de entregárselos a Wikileaks con el objetivo de ayudar a Trump a ganar las elecciones. Moscú lo niega y Trump cuestiona la responsabilidad rusa en el pirateo.

La información de The Guardian será sin duda analizada por Robert Mueller, el fiscal especial que investiga si el equipo de Trump pudo coordinarse con la injerencia electoral rusa. Un detalle clave es determinar si la campaña republicana supo de antemano del pirateo ruso a los demócratas y de la intención de Wikileaks de publicar los correos.

Las nuevas presuntas revelaciones llegan a las dos semanas de que se revelara por error que el Departamento de Justicia de Estados Unidos tiene preparada una acusación judicial contra Assange. En los últimos años, Wikileaks ha publicado miles de documentos secretos estadounidenses, ha divulgado herramientas cibernéticas de la CIA y ha tenido un papel central en la presunta injerencia rusa en las presidenciales de 2016.

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