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Una carrera abierta para suceder a Merkel al frente de los conservadores alemanes

Tres candidatos aspiran a reemplazar a la canciller tras 18 años como líder de la CDU

Ana Carbajosa
Annegret Kramp-Karrenbauer, candidata a liderar la CDU, se dirige el pasado jueves a los militantes en Halle.
Annegret Kramp-Karrenbauer, candidata a liderar la CDU, se dirige el pasado jueves a los militantes en Halle. Sean Gallup (GETTY)

Fuera hace un frío helador y la noche se ha quedado desapacible. Pero dentro de la nave industrial de las afueras de Halle, cientos de militantes de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) aplauden acalorados cada vez que uno de los tres candidatos a suceder a la canciller Angela Merkel habla de inmigración. Y aplauden más y más y más, porque apenas se habla de otra cosa durante las tres horas que dura el encuentro con los militantes en esta ciudad del este de Alemania.

En el pasillo, algunos políticos reflexionan en voz alta. Como Michael Kretschmer, ministro-presidente del Estado de Sajonia, que considera que los candidatos hacen bien en abordar lo que le preocupa a “la gente”. “El tema migratorio mueve mucho a la gente. No podemos dejárselo en bandeja a los populistas, no podemos dejar que esparzan sus mensajes falsos”, explica a este diario el político en cuyo Estado se encuentra Chemnitz, la ciudad en la que recientemente se produjeron violentos choques ultraderechistas.

No todos en su partido están de acuerdo y el debate interno cobra intensidad. Los tres aspirantes a reemplazar a la canciller al frente del partido conservador recorren estos días el país para darse a conocer y tomar el pulso a los suyos antes del crucial congreso del 7 de diciembre en Hamburgo, en el que elegirán al sucesor de Merkel tras 18 años al frente de la formación.

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Dos de los candidatos —Friedrich Merz y Jens Spahn— representan la ruptura con el pasado merkeliano. La tercera, Annegret Kramp-Karrenbauer, alias AKK y protegida de Merkel, supone hasta cierto punto una continuidad y por lo tanto cierta estabilidad con vistas a la permanencia de la canciller al frente del Gobierno hasta el final de su cuarto mandato, en 2021. Las encuestas hablan de una cierta preferencia por AKK entre los votantes de la CDU, pero a estas alturas el resultado está muy abierto. Sobre todo, porque una cosa es lo que piense el votante medio de la CDU y otra lo que finalmente vayan a votar los 1.001 delegados en Hamburgo. La cita promete suspense.

Merz llegó a Halle un poco escaldado. El día anterior había sugerido posibles modificaciones en la Constitución en el artículo del derecho de asilo y le llovieron las críticas. Horas antes de salir a escena trató de arreglarlo vía Twitter, medio retractándose, pero ya en harina y jaleado por los asistentes se enredó en supuestos tecnicismos legales con los que dejó entrever que frenar la llegada de refugiados era posible con la ley en la mano y coordinándose con el resto de Europa. Después, lanzó un dardo envenenado a su enemiga histórica, Merkel: “Un Estado constitucional como Alemania nunca debe perder el control de quién entra y quién sale”, dijo en alusión a la llegada de cientos de miles de refugiados en 2015.

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Infinitas interrogantes

El enfrentamiento de Merz, de 62 años, con la canciller viene de lejos. En 2002 fue defenestrado como jefe de filas del Parlamento, que acabó abandonando siete años más tarde para dedicarse a los negocios. Es el candidato de la venganza, cuyo triunfo abriría infinitas interrogantes. Porque la cohabitación entre Merz como presidente de la CDU con Merkel al frente del Ejecutivo se adivina peliaguda y puede que incluso inviable. “Merz es una caja de sorpresas. Lleva diez años dedicado a los negocios. Es muy emocional, astuto y la gente de su entorno dice que puede ser brusco y hasta colérico. Todo el mundo sabe que no aguanta más de un minuto en la misma habitación que Merkel”, explica Michael Bröcker, autor de una biografía de Jens Spahn, otro de los aspirantes.

Spahn es también un conocido rival de la canciller. A sus 38 años, es el más joven de los tres y cuenta de partida con muchas menos posibilidades que sus rivales. El actual ministro de Sanidad es también el más conservador de los candidatos. De él se repite que tiene una determinación de hierro y una ambición a flor de piel. En Halle se centró en su tema estrella, el Pacto de Naciones Unidas para las migraciones, cuya oposición abandera Alternativa por Alemania (AfD) y que, a pesar de que Alemania ya lo ha firmado tras 18 meses de negociaciones multilaterales, el joven candidato plantea que se discuta en el seno del partido.

Kramp-Karrenbauer defiende el pacto migratorio, pero apuesta por acelerar las expulsiones de demandantes cuyo asilo haya sido rechazado. En Halle aseguró que “quién viva aquí como refugiado y cometa un delito tendrá que irse del país y no volverlo a pisar”, dijo la más centrista de los tres provocando el entusiasmo del público que aplaudía a rabiar cuando los candidatos afilaban su retórica antinmigración.

Puede que AKK no hable ni se mueva tan bien como sus compañeros, pero la última encuesta le otorgaba el pasado viernes un 38% de los apoyos de simpatizantes de la CDU frente al 29% de Merz y el 6% de Spahn. “Los delegados elegirán al líder que sea capaz de lograr una mayoría mañana y esa es Kramp-Karrenbauer. Alguien que se sitúe en el centro y que sea capaz de integrar a todas las corrientes”, piensa Bröcker. De 56 años, AKK es una política de provincias que ha demostrado su capacidad de ganar elecciones en su pequeño Estado del Sarre, al suroeste del país. Al igual que Merkel, tiene un estilo poco pretencioso y es una experimentada labradora de consensos. Su cercanía con la canciller es al mismo tiempo un activo y un lastre en un partido que tras casi dos décadas monocordes ansía nuevas voces y aire fresco.

Daniel Günther, perteneciente al ala más centrista, defiende la capacidad integradora de la aspirante. Joven estrella de la política alemana, Günther advierte del peligro de emular a los populistas —estrategia que, por ejemplo, en Baviera no ha dado resultado— y pone como referencia el Estado en el que gobierna, Schleswig Holstein, donde las encuestas dan un 7% de los votos a AfD. “No solo hablamos de refugiados sino de los problemas reales de la gente. Hay que concentrarse en lo que somos más fuertes, en la solución de los problemas”, defiende en un encuentro con corresponsales extranjeros.

Quedan todavía por delante cuatro conferencias más, que irán modelando el tono de un debate decisivo para un partido referencia en Europa y que busca su nuevo acomodo en tiempos de agitadas fragmentaciones políticas.

Referente para el centroderecha de Europa

El viaje emprendido por la CDU alemana para definir su futuro se ha convertido en una radiografía del dilema político que persigue al centroderecha en toda Europa: cómo hacer frente a la extrema derecha y sobre todo a su discurso obsesivo y siempre en negativo con la inmigración. Pero también tiene matices propios.

La elección del jefe de la CDU marcará en buena medida el nuevo rumbo de un partido en mutación en busca de su nueva identidad. La formación ha organizado ocho conferencias regionales en ocho ciudades distintas donde se bregan los candidatos.

Y ahí cada ciudad es un mundo. El de Halle es un universo derechizado, en el que la extrema derecha de Alternativa por Alemania (AfD) obtuvo casi el 20% de los votos del Estado en las generales del año pasado. Por eso, era hasta cierto punto lógico que la mayoría de las preguntas de los cientos de militantes que se acercaron a conocer a los aspirantes tuviera que ver con la inmigración, el monotema de los extremistas.

Quien gane el congreso del partido, tendrá muchas papeletas para convertirse en el próximo canciller alemán y abanderar el nuevo capítulo político que se abre en Alemania con

el fin de la era Merkel. De ahí que los candidatos hayan marcado distancia con el legado de la canciller, sobre todo con la llamada crisis de refugiados de 2015, que se ha traducido en la llegada de cerca de millón y medio de refugiados a Alemania desde entonces.

Sobre la firma

Ana Carbajosa
Periodista especializada en información internacional, fue corresponsal en Berlín, Jerusalén y Bruselas. Es autora de varios libros, el último sobre el Reino Unido post Brexit, ‘Una isla a la deriva’ (2023). Ahora dirige la sección de desarrollo de EL PAÍS, Planeta Futuro.

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