El fracaso en Bruselas atiza la rebelión de ministros contra Theresa May
Tres miembros del Gabinete de la primera ministra se plantean dimitir en las próximas horas
Theresa May envió el domingo por la noche a Bruselas a su ministro para el Brexit, Dominic Raab, con una misión desesperada. Y Raab regresó a Londres horas después con un nuevo fracaso. La primera ministra de Reino Unido necesitaba de la UE una concesión imposible, poner fecha límite a la salvaguarda de Irlanda, para frenar la rebelión en ciernes en su partido y dentro del Gobierno.
Al menos tres ministras de May (Andrea Ledsom, Penny Mordaunt y Esther McVey) han anunciado ya que se conceden de plazo hasta mañana martes, cuando se convocará al Ejecutivo para un último análisis sobre las negociaciones, para decidir si abandonan el barco. En las horas previas, David Davis, exresponsable hasta julio de hablar con Bruselas y hoy uno de los candidatos para reemplazar a May, pidió directamente a los miembros del Gobierno que "ejercieran su autoridad colectiva" para frenar los planes de la primera ministra.
El ministro de Exteriores británico, Jeremy Hunt, ha reconocido este lunes que las negociaciones para la salida de Reino Unido de la Unión European atraviesan "un periodo difícil", informa Europa Press. "Deberíamos recordar el enorme progreso que se ha hecho hasta ahora. Hay una o dos cuestiones difíciles que siguen sin resolverse, pero creo que podemos llegar a un acuerdo; si lo haremos esta semana o no, quién sabe", ha afirmado Hunt a su llegada al Consejo de ministros de Exteriores de la UE en Luxemburgo.
En el clima de tensión que vive la política británica no podía faltar Boris Johnson, quien ha echado mano de su lenguaje más inflamatorio para ayudar a poner la puntilla a la jefa de Gobierno: "Llega un momento en que tienes que plantar cara a los matones. Después de dos años de haber sido empujados sin escrúpulos por la UE, ha llegado la hora de que Reino Unido resista", ha escrito este lunes desde su púlpito, en el conservador The Daily Telegraph.
Los aliados parlamentarios de May, los 10 diputados norirlandeses del DUP que sostienen su exigua mayoría, han desenterrado el hacha de guerra y anunciado su propósito de derribar el Gobierno si no se mantiene para Irlanda del Norte un statu quo idéntico al del resto de la isla.
Ya nadie entiende muy bien cuál es el objetivo final de May, si acaso lo tiene, ni el sentido último de su estrategia. Todo apunta, sin embargo, a que la primera ministra intenta escenificar ante la opinión pública y ante su propio partido que se ha dejado la piel en las negociaciones, y preparar de paso a unos y a otros para la posibilidad de un Brexit sin acuerdo. Según el diario The Times, los ministros han recibido ya la instrucción de activar los planes elaborados en los últimos meses, las llamadas "notas técnicas", para afrontar una salida de la UE, prevista para el 29 de marzo, sin periodo de transición ni hoja de ruta.
A medida que avanzaban las negociaciones y May sufría una presión cada vez más insoportable del bando euroescéptico, la primera ministra se imponía a sí misma líneas rojas que la mantienen ahora bloqueada. Prometió en el congreso de su partido que nunca permitiría que se estableciera algún tipo de frontera entre Irlanda de Norte y la isla. Proclamó que Reino Unido saldría de la Unión Aduanera. Se comprometió a llevar adelante un Brexit a las bravas si el acuerdo alcanzado con Bruselas no era bueno.
La realidad práctica y la firmeza de los negociadores comunitarios la han llevado a un callejón sin salida. Su última propuesta desesperada era mantener a Reino Unido en la Unión Aduanera más allá del periodo de transición hasta cerrar una solución definitiva con Bruselas. Pero a cambio exigía una fecha tope para esa oferta. Era ya lo mínimo que le reclamaban los que hasta ahora permanecían leales en sus propias filas. La perspectiva de llegar a unas nuevas elecciones generales sin poder vender un Brexit culminado les aterraba.
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